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El inquietante meta mensaje de un partido político teniendo en su dirección a militares retirados de no tan buen registro cívico

La adaptación de militar o policía a civil y dando el salto a político, no es asunto que sea algo nuevo en la vida pública y política dominicana y mucho menos que sea contradictorio con la Constitución de la República o la ley electoral o cualquier otra adjetiva que tenga que ver con este tipo de sugerente indicador, de castrense a civil y rápido, a político.

Sin embargo, lo que inquieta, es que todo partido o agrupación política, en vez de afianzarse en el civilismo más determinante, reciba en sus filas a militares y policías retirados y de todos los rangos y lo que es una grave contradicción con la esencia formativa de las organizaciones políticas, el respeto y acatamiento a la civilidad y mucho más, cuando se conoce, que solo entre los partidos PRM, PLD y FP, existe una especie de «cuerpo militar latente» de más de 20 mil efectivos y todos portando armas ligeras.

Tampoco sea, que militares o policías después de haber sido parte de nuestras instituciones tutelares no les asistiera el derecho a ejercer la práctica ciudadana del activismo político ó que en estos 64 años de dictadura partidocrática autoritaria y de alguna forma, los mandos militares y policiales en activo, no vean en su práctica, el incentivo para darle otra dimensión al militarismo subyacente en esta sociedad de mentalidad castrense apenas mal disimuladas.

Pero ocurre, que precisamente ahora, cuando se está entrando a una etapa de repunte social cívico y con amplias muestras de activismo social irreverente desde los medios en las redes sociales, en donde los nacidos desde el 2007 a este 2025, entienden como su arma de rebeldía, el ejercicio del derecho ciudadano a la libre expresión y de la manera más desinhibida, el que antiguos militares y policías se reinventen como políticos y para colmos, como altos directivos de agrupaciones políticas, sin duda que envía un escabroso mensaje de resurgimiento de una forma de militarismo, nada correspondiente a la revolución estructural que las nuevas generaciones y especialmente la milenials como la zeta y por su rebeldía congénita, deben de estar abocadas.

Aún más, si se entiende, que en estos tiempos tan convulsos en donde instituciones y personas buscan su propio acomodamiento frente a los retos que se viven, en cierta forma es un contrasentido, que el liderato político caiga en el riesgo de aupar militares y policías de discutible y controversial vida cuartelaria y represiva y queriéndolos convertir en una increíble muestra de liderato político y en agrupaciones políticas en las que se supone que la mayoría de jóvenes que las componen, buscan lo correcto de darle concreción a una manera mucho mejor y depurada al activismo político dentro de la civilidad más marcada y dándole preponderancia  al sentimiento civil de búsqueda de una democracia mejor expresada, que la discutible que se vive.

Por eso y teniendo en cuenta esos parámetros y para nada algún tipo de sentimiento personal adverso a las figuras militares y policiales en retiro que ya han pasado la etapa del neófito político, que veamos inquietante, que partidos políticos envíen un mensaje difuso a los demás dirigentes y su militancia, de que en cualquier momento y de acuerdo a las circunstancias, desde sus filas se manipule la posibilidad de alentar un sentimiento de cuartel que en la medida que el sistema democracia sea más conflictivo, a ellos se les pudiera ver como la carta bajo la manga de  un partido político y su liderato y que de suceder un caso político extremo de orden social, ese partido de que se trate, pudiera ser la plataforma peligrosa para el surgimiento de cierto tipo de fascismo militarista a la dominicana, es decir, más trujillista que doctrinario.

Entonces y viendo a distancia, no creemos que el expresidente de la República y presidente del partido Fuerza del Pueblo, Leonel Fernández, le luzca, que en algún momento se le vea como el enterrador de su partido y para crear una fuerza política “más liberal”, colocando entre sus dirigentes nacionales a militares y policías retirados y quienes de una u otra práctica, han sido todo lo opuestos a cualquier ciudadano de mentalidad o vocación demócrata.

De ahí que consideremos  un riesgo y que quisiéramos creer no calculado, este tipo de iniciativa y mucho más, cuando desde las nuevas fuerzas sociales que políticamente se han activado, es conocida la inclinación nada oculta de un ejercicio social tan dinámico, que poco les importaría la creación o ser protagonistas de un nuevo tipo de militarismo a ultranza, que al final sea el empujón que muchos activistas políticos y sociales jóvenes, pero de mentalidad reaccionaria, entienden, que ante el fracaso de la democracia habría que hablar de imponer una nueva y de tipo de cuartel y con sepultureros de cementerio propio incluidos.

Obsérvese, que individuos quienes anteriormente y para cuando la guerra fría eran jóvenes sin fortunas y muy resentidos sociales y quienes ahora maduros le han dado un vuelco a sus viejas ideas marxistoides, presentándose como mentalidades aparentemente progresistas y de tal estructura, que como ya hemos visto, hay algunos que hasta han tenido el coraje y debido al fracaso de sus padres en sus militancias comunista o castrista a la antigua, de intentar imponer una nueva dimensión de arbitrariedad con características de panfletario intelectualoide.

Siendo el caso, de quienes abogan desde el gobierno por imponer una ley restrictiva de la libre expresión y desde un reformado código penal con aspavientos de autoritario y conculcador de las libertades públicas y dentro del esquema de que sea un código penal mordaza, que para más señas, es aplaudido increíblemente por los ejecutivos de los medios de comunicación tradicionales y sus dueños y los organismos de la llamada sociedad civil y encabezándolos la oenegé Finjus, el brazo armado del principal banco privado de este país y su andamiaje adscrito de prensa comprometida y que es de una connotación atrevida tan peligrosa, que obliga a serias reflexiones de vigilancia y de cuido.

Desde luego, no queremos ser una voz agorera, pero tampoco podemos callar el efectuar este tipo de análisis y reflexión, cuando lo que estamos viendo, es un tipo de inclinación social de riesgo y para que la nación acepte un nuevo tipo de militarismo político de entramado accionar conspirativo y mucho más, cuando ya se conoce, que no menos 25 mil militares y policías retirados son la especie de materia prima en el que esta nueva amenaza a la democracia funcional está presentándose y que de hecho, ya existe esa especie de paramilitarismo a ocultas cuyo fundamento son los castrenses metidos a guardianes privados de seguridad y todos los otros simplemente retirados.

De ahí que alertemos diciendo, que nos preocupa el inquietante meta mensaje de un partido político teniendo en su dirección a militares retirados de no tan buen registro cívico. Con Dios. (DAG) 06.11.2025

última actualización: 09:20 am.

 

 

 

 

 

 

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