martes, febrero 11, 2025
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Empresario es aquel que por esfuerzo propio y sin contratos del Estado se hace por sí mismo. Los de aquí y en particular los del CONEP y dirigidos por el CNC ninguno lo es. Son desalmados saqueadores del Estado a los que hay que destruir y vencer

Durante los 31 años de la Era de Trujillo (1930-1961) fue que se creó toda la infraestructura física y económica nacional que era administrada por testaferros que Trujillo debió colocar como administradores, cuya única prioridad era entender que todos esos activos y bienes pertenecían a la nación y que por lo tanto había que administrar con transparencia y decentemente y el que no lo hacía pagaba las consecuencias de sus ilícitos.

Es por eso, por lo que y al asesinato del Generalísimo, que Dios tenga en la gloria, todos esos testaferros crearon rápidamente un nicho que los reagrupara y fundamentalmente para impedir que el gobierno de turno tomara para sí la administración directa de todos esos activos y por esa razón fue que nació el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) cuyo interés inicial se centró en impedir la expropiación de esos bienes y en consecuencia, se constituyeron para actuar como “empresa privada”.

Antes, Trujillo había reglamentado y para tener control de los fondos públicos hasta que nivel los Administradores y también la oficialidad militar y policial, podían quedarse para sí y de los presupuestos que manejaban, la parte que podían tener libre acceso personal: El diez por ciento del monto de cada presupuesto.

Gracias a esa disposición, en los 31 años de Trujillo no había corrupción desde el Estado y todo el mundo sabía que el transgredir los mecanismos de control podía acarrear la muerte sumaria.

En consecuencia, de los 2.5 millones de dominicanos que existíamos a la caída del trujillato, prácticamente nadie y robustecido por el nivel de conciencia de que el robo tenía que ser castigado, a los que tenían funciones públicas, a ninguno se le ocurría salirse de los límites y mucho menos llevar una vida dispendiosa.

¿Cómo se acabó con esa cultura de control y honestidad personal? Mediante la implementación por parte de los que dirigían como testaferros el aparato industrial y comercial del país y también por la nefasta influencia de lo trepadores sociales provenientes del exilio antitrujillista, de reclutar a una parte del lumpen proletario y convertirlos en los invasores de casas y propiedades de funcionarios trujillistas en todo el país y para que los dominicanos entendieran, que con semejante iniciativa de atropellos y desafueros colectivos, la gente podía robar los bienes de otro y siempre y cuando se le hiciera a los exfuncionarios y administradores de la dictadura. Al tiempo que los antiguos testaferros se robaban las empresas del Estado que antes administraban.

Para ese entonces, surgió un personaje denominado Balá, quien con sus tigueres, prácticamente aterrorizó a muchos y en razón, de que con el cuento de que a “los trujillistas había que matarlos”, mantuvo un saqueo constante, al tiempo que paralelamente, desde la jefatura policial se incentivó el asalto y robo de empresas como la llamada Ferretería Read, a la que oficiales policiales incentivaban a los transeúntes a que entraran y tomaran lo que quisieran “porque todo eso es del pueblo”, mientras con sus camiones, los oficiales policiales los llenaban al tope con mercancías saqueadas y de lo que quien escribe fue testigo directo y siendo adolescente.

Por ese tipo de actitudes y comportamiento, una parte de los dominicanos aprendió que era permitido robarle al Estado y a los ricos, mientras el criterio se afianzó cuando en la misma policía se crearon las cantinas policiales, que no eran más que grandes almacenes por medio de los cuales la policía rivalizaba con el comercio y trayendo todo tipo de mercancías sin pagar impuestos y poniéndolas en venta a bajo costo.

Ese grado de delincuencia de uniforme y hablamos de finales de 1961 y todo el 1962, terminó porque se entendiera que la corrupción era permitida por la autoridad.

Ahora, todo ese desorden moral ha llegado a niveles inimaginables con el CONEP y sus setenta y pico de empresas asociadas e incluido todo el sistema financiero, quienes reconvertidas en suplidores del Estado, se reparten los presupuestos públicos como a cada quien le venga en ganas y llegándose en el 2017 con el gobierno del presidente Danilo Medina, creador del Consejo Nacional de Competitividad (CNC)  y el que ahora es la plataforma oficial, mediante la cual, los 38 empresarios y fortunas más fuertes de este país, no que solo se reparten el presupuesto general del Estado, sino que de hecho, son la especie de estado profundo que controla a este país y ha hecho del gobierno de la nación el vasallo de sus intereses y al que se le dictan instrucciones y se le determina como utilizará el presupuesto.

Y el que como debe suponerse, se reparte en todos esos empresarios aglutinados en el CNC y en el CONEP como también en el Consejo Económico y Social (CES) que estos empresarios entienden a este último, su especie de “control legislativo” y quienes junto a los presidentes de la República que se han tenido en estos últimos 63 años (dos veces los 30 años de la dictadura) y los miembros de la corrompida partidocracia, han reducido a solo de ellos la economía nacional, mientras al resto de los ciudadanos los manipulan y entendiendo que son sus esclavos económicos y de los sentidos y teniendo de fondo una estructura mediática, de todos esos empresarios, dirigida a manipular a los ciudadanos.

De ahí que digamos, que en este país no es cierto que haya empresarios, pues los verdaderos ni viven ni se hacen ricos a costa del Estado, vale decir, de los contribuyentes y por lo que ahora, con el tremendo grado de corrupción que se vive y la gran estructura de poder que controlan esos intereses, parecería que los dominicanos no tendremos salida para salir de tantos malandrines.

Consecuentemente, de la única manera que los dominicanos podríamos liberarnos y tener el control directo de nuestra nación, debería de ser, si dentro de tanta podredumbre moral, surjan individuos exponentes de nuevos valores morales de dirección y de uniforme y también civiles, que impongan un gobierno fuerte y reduzcan a la nada a la terrible asociación de malhechores en la que la República ha sido convertida por esa plutocracia infame que hasta ahora nos ha robado la nación.

Justo por ello es, por lo que decimos, que empresario es aquel que por esfuerzo propio y sin contratos del Estado se hace por sí mismo. Los de aquí y en particular los del CONEP y dirigidos por el CNC, ninguno lo es. Son desalmados saqueadores del Estado a los que hay que destruir y vencer. Con Dios. (DAG) 02.02.2025

 

 

 

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