lunes, junio 17, 2024
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En definitiva, llevamos 93 años de dictadura, postdictadura y democracias autoritarias y ahora con una partidocracia común de lideres providenciales y de egos desorbitados. Involucionamos, ¿no es cierto?

Viendo como los políticos y sus partidos y sus alianzas se esmeran en tratar de manipular, confundir, convencer o simplemente engañar a todo el mundo y desde luego, a la mayoría de los posibles y futuros electores, no nos cabe la menor duda de que el actual performance que se está iniciando con esta pugna de engañabobos y mediante la cual, la partidocracia y desde ahora quiere hacer creer, que de tan seguros que sus partidos están y si el exceso de predica optimista aumenta, bien que pudiera ocurrir, que los ciudadanos no se espanten y puedan seguir siendo manipulados dócilmente.

Por un lado, se tiene a todo un gobierno que compra a tres por cheles a todo aquel vivo que el partido oficial asume que es una herramienta para desbancar a sus adversarios, mientras desde la oposición, se hace de todo lo inimaginable para tratar de salir airosos de la ola de embaucamiento oficial generalizada.

Al mismo tiempo y como “hay almas que salvar”, los ciudadanos que son activistas de partidos y candidatos y entre expectantes y al mismo tiempo queriéndose engañar y cada uno sabiendo que si tiene un empleo directo en la administración o privilegios indirectos con contratos como suplidores del Estado o canonjías hijas del oportunismo rampante, tienen que actuar con el sigilo suficiente como para que políticos y partidos realmente se crean que ellos los apoyan, cuando lo que está sucediendo, es que la gente y para subsistir, se han metido en una especie de festival de máscaras dónde el oportunismo acecha y la demagogia ahoga y empobrece.

Hablamos de una lucha de todos contra todos y porque nadie “del pueblo” quiere perder las sinecuras que está recibiendo, al mismo tiempo y desde el sector productivo de la nación, ya sus dirigentes se aprestan a iniciar el corrosivo proceso de manipulación artera y por medio de la cual, cuando se llega a los comicios, la gente y como rebaño confiado y supuestamente confiable, se acerque a las urnas.

En cierto modo. podría decirse que nada de lo que ahora ocurre, sea una situación que nadie conociera y mucho menos, cuando los ciudadanos y como pequeños burgueses arrebatados, solo entienden ir a las urnas, como un capítulo más para lograr no perder todo cuanto han ganado de bienestar económico propio de las elecciones pasadas.

Ahora hay una renovación de “lealtades” o más bien, de ratificaciones de ofertas al mejor postor y en lo que todos, políticos y ciudadanos, activistas o correligionarios, hacen magia para lograr engañar a los demás y también a ellos mismos.

Solo hay que ver el grado de nerviosismo que han empezado a mostrar con los resultados de las encuestas “independientes” de propiedad empresarial y confrontadas y analizadas por toda esa prensa mercancía propiedad de los mismos empresarios y empresas.

Paralelamente, las comparsas de activistas políticos y sociales empiezan a ocupar parte del escenario y de ahí la terrible fanfarria que se monta y para que definitivamente, los votantes potenciales obedezcan las consignas políticas, sociales o empresariales que se emitan y aun cuando vayan en contra sus propios intereses.

Desde luego, decir que todo este desorden organizado, no es a su modo, una muestra dinámica de una sociedad y conglomerado humano que se cree en libertad para decidir por quién votar y que incluso, asume, aunque equivocadamente, que el sistema democrático que vive, le es garantista de derechos, sería desconocer la curiosa mentalidad dominicana de ahora, donde el oportunismo, la falta de escrúpulos  y el afán de lucro, van unidos con el afán de trampas que los políticos y de todos los litorales, saben utilizar y vendiendo a quien mejor oferte, a masas de individuos, alelados por las corrupción reinante y sabiendo, que si no la practican, no pueden llegar a escalar socialmente.

Ante semejante como portentoso cuadro de comedias, ya empiezan a verse las ciertas opciones electoralistas que empiezan a presentarse. Por lo pronto, los 4 partidos políticos orgánicos a nivel nacional ya comienzan a revelar sus cartas. El PRM y el oficialismo con su excitante alianza de más de 15 partidos minoritarios de alquiler y la oposición, encuadrada dentro de una alianza rescate en la que tres partidos que han estado en el poder por 32 años quieren desafiar a uno que el año que viene cumplirá 4 años en el poder y en conjunto, para un total de 36 años, mientras atrás quedan los 22 años de la premodernidad política que se iniciara en el 1966 con el PR y luego PRSC.

Es decir, de los 58 años de vuelta a la “democracia representativa” pero no participativa, 5 partidos políticos han regido la vida de esta nación y ahora, con sus más y sus menos, todos, enmascarándose en una plataforma denominada partidocracia, que, como resumen de toda la etapa anterior, no está dispuesta a perder ninguna de sus hegemonías y hacer lo imposible para que los ciudadanos voten, no que elijan y sin salirse de su control.

De hecho, el sistema político ha involucionado extraordinariamente y a un nivel prejuiciosamente autocrático y alimentado por un sector mediático que funge como arma de reglamento de los partidos y en la medida que estos no se le salen de control a la denominada “clase gobernante”, que es el verdadero poder tras el trono y en el que y como de vuelta al 1961, solo diez familias empresariales herederas a su vez de las diez familias aquellas de “representatividad social” de cuando la dictadura y entrando el 1961 a la primera mitad del 1966 dueñas a lo absoluto de tres gobiernos de manejo vía decretos-leyes, es decir, de facto y sin representación popular y legislativa alguna, hicieron lo que les vino en ganas con la nación y las vidas de los dominicanos.

Si nos ponemos a calcular, desde el 1961 al 2023 son 62 años netos de 14 periodos de gobiernos de un lapso de 58 años y 4 años de postdictadura y que si les sumamos los 31 años de la Era de Trujillo se llega a 93 años de dictadura, postdictadura y democracias autoritarias. ¿Se entiende entonces por qué la mentalidad autoritaria y con cierto dejo fascista, ha dado por resultado una tiranía partidocrática que, si esta nación no se sacude y se la quita de encima, a partir del 2024 se entraría a una fase “futurista” de gobiernos autoritarios y con el disfraz de democráticos y no exentos de militarismo a ocultas?

Estamos planteando y para que se nos entienda, que si para las elecciones de febrero y mayo de 2024, los electores no se independizan de la “herencia” autoritaria y dejan atrás al actual y anquilosado pandillerismo político, los resultados electorales serán cualquier cosa y menos libres y por el amplio corte personalista autoritario que todos los candidatos arrastran y como su peor estigma y también legado.

Debido a tales antecedentes, es que advertimos, que en tiempos de campaña electoral nada es lo que parece y mucho menos creíble y alucinante, si se está en el poder y donde siempre se vive en una especie de burbuja apartada de la realidad ciudadana, mientras la oposición, es solo eso. Oposición y siempre una caja de sorpresas que fluctúa entre emociones, rivalidades, prejuicios y también odios de egos rivales en extremo.

En definitiva, llevamos 93 años de dictadura, postdictadura y democracias autoritarias y ahora con una partidocracia común de lideres providenciales y de egos desorbitados. Involucionamos, ¿no es cierto? (DAG) 13.11.2023

 

 

 

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