En la medida que los ministros de Salud Pública son médicos de profesión, muchos subalternos notan como el listado de productos farmacéuticos y de laboratorios que están prohibidos de uso, aumenta cada vez.
Igual está ocurriendo con la dependencia de médicos y dentistas a los que farmacéuticas y laboratorios acosan ofreciéndoles pagarles viajes a conferencias y congresos en el exterior y a cambio de que receten sus productos.
En la práctica se ha constituido un cartel de profesionales que solo recetan los medicamentos de aquellas farmacéuticas y laboratorios que les pagan sus viajes de “especialización” al exterior y lo que, de suyo, es la cara oculta del otro tipo de corrupción que azota a este país, a parte de la política y la empresarial.
Igualmente, otra modalidad que laboratorios y farmacéuticas tienen para garantizarse su penetración en el mercado es la compra de publicidad en los medios de comunicación, no solo para promocionar sus productos, sino para mercadear viajes de “periodismo especializado” a directores y reporteros.
Por esa falta de control oficial, en el área de las aspirinas, las que se fabrican aquí tienen preeminencia sobre las importadas y cuando el cliente va a la farmacia y las solicita, la respuesta inmediata es que “ya no se fabrica”. ¿Porqué la dirección del Consumidor no se preocupa por enfrentar esas mafias? (DAG-OJO)