lunes, junio 17, 2024
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Esa dichosa página en blanco que ha dado tanto que hablar y que esconde la cobardía y complicidad de tantos medios y periodistas hace 48 años

Lo primero que debemos decir, es que, como otros periodistas y analistas políticos, solíamos reunirnos y en uno que otro fin de semana, en la casa de los padres de Orlando Martínez, los analistas políticos de aquel tiempo: Gregorio García Castro, Julio Cesar Martínez, Orlando Gil y quien escribe y a todos nos acompañaba el periodista y cuentista, Mario Emilio Pérez, de humor agradable y temperamento adecuado para que las crispaciones desaparezcan.

Directamente y dicho por el propio Orlando Martínez en una de sus columnas y que luego se publicó como parte de un libro, Orlando reveló, que quien le presentó al presidente Balaguer, una noche en acto nocturno en el Palacio Nacional fe quien escribe y nosotros agregamos que fue un encuentro cordial frente al menos diez testigos. No hubo en lo absoluto ninguna nota descompuesta, el periodista fue afable y el presidente mucho más si cabe.

En alguna ocasión y en uno de nuestros cumpleaños, Orlando y como otros periodistas, era invitado amistoso y por esa ocasión concurría a nuestro hogar y como era costumbre de aquellos tiempos análogos, nadie andaba tomándose fotos para tenerlas de recuerdo.

Dicho lo anterior, decimos y recordando escritos nuestros luego del vil asesinato de Orlando y para los que quisieran leerlos entre líneas, nada de lo que ahora decimos y a modo de recopilación testimonial, no es nada nuevo, ya que había sido manifestado en POR EL OJO DE LA CERRADURA y desde luego sin que nada nos hubiera ocurrido por revelarlo.

Nuestro criterio sobre tan trágico como innecesario suceso, arranca, no porque Orlando hubiese escrito un párrafo de 18 palabras en los que le enrostraba a Balaguer su indignación por la corrupción reinante y en específico militar, sino que la raíz de todo tuvo que ver con las violentas reacciones del sector militar, en donde el triunvirato de los generales Pérez y Pérez, Jiménez Hijo y Chinino Lluberes Montás, la tenían contra el periodistas -recuérdese- que se vivían los tiempos de la guerra fría y en el país, el terrorismo urbano de la izquierda y comunistas y mediante sus principales siglas: PCD-MPD-PACOREDO-CORECATO etc., prácticamente y de manera rutinaria dejaba un rastro de daños a la propiedad privada mediante bombas, secuestros de diplomáticos y empresarios y asesinatos de militares así como de ciudadanos comunes y corrientes y lo peor, los asesinatos entre sí y casi a diario entre pistoleros del MPD y del PACOREDO y recogidos a grandes titulares en los periódicos y en particular en los vespertinos.

Toda esa situación, ya de por sí inquietante y tumultuosa, estalló en crisis desde el momento que Orlando publicó su artículo contra la corrupción e increpando de mala forma al presidente Balaguer.

A nuestro criterio, esa fue la gota que derramó la copa entre el alto mando militar, donde se sabía y por los reportes de inteligencia, que Orlando tenía que ver con el llamado “brazo militar del Partido Comunista Dominicano (PCD)” y en donde, de simpatías, en el alto mando militar realmente no tenía ninguna.

Meses luego de su trágica muerte, y coincidiendo de noche en un multicine capitaleño, escuchamos que alguien decía nuestro nombre y nos invitaba a sentarnos a su lado y lo que llamó la atención de la concurrencia por lo estrepitoso del llamado. Al voltearnos, vimos quien nos llamaba: El, a ese entonces coronel militar, Joaquín Antonio Pou Castro, señalado como el presumible ejecutor de Orlando.

Pou Castro, un hombre de temperamento nervioso y del tipo que no se guarda nada o que estalla a la menos provocación, nos dijo: “Daniel Adriano que bueno que te veo, déjame decirte que sí, yo maté a Orlando por órdenes de Milo Jiménez y lo hice de la siguiente manera: Me le acerqué a su auto por el lado derecho y le disparé al momento que ví que él intentaba abrir la guantera para sacar su pistola”.

Dicho aquello de manera tan abrupta, lo único que nos hizo pensar fue, que lo más rápido posible debíamos salir de semejante compañía e irnos de inmediato a Palacio y lo que en efecto hicimos, para la época teníamos lazos muy cercanos con el presidente y con Bello Andino y al grado, de que los envidiosos que siempre existen decían despectivamente, “claro, como tú eres el periodista del presidente”.

Ya en Palacio, comunicamos la novedad, que no cayó nada bien y de lo que concluimos, que se dejaba a nuestro libre albedrío si la hacíamos o no pública. Y dado como estaban esos tiempos, ya se había tenido el melodrama de la invasión guerrillera del desertor militar Caamaño Deñó y las guerrillas urbanas continuaban y los toques de queda también. Entendimos, que, por pura prudencia, lo revelado por el coronel Pou, que luego llegó a general, no debería mencionarse, además no añadiría nada nuevo a todo lo que se decía o comentaba sobre aquella tragedia. Respecto al general Jiménez hijo, días más tarde le vimos y le comentamos lo dicho por Pou y negándolo rotundamente y con énfasis, determinación y coraje y autorizándonos a que hiciéramos pública su reacción.

Nuestro testimonio, es entender que los jefes del PCD fueron los más beneficiados de semejante crimen tan aleve y quienes perfectamente pudieron haberle dicho a Orlando que no escribiera el artículo y como las otras veces que él les prestaba su columna para que aquellos publicaran sus soflamas y de lo que el sistema de contraespionaje estaba totalmente al tanto.

Para nosotros y como analista político, el error del apreciado colega y amigo estuvo en no separar su profesión de periodista de su función como responsable del brazo militar del PCD y prestarse a que sus compañeros de partido y de ideología le utilizaran. Están ahí y están vivos y con una cara dura tremenda andan y se exhiben como si sus manos no estuvieran manchadas de sangre y…comenzando por la de Orlando.

De ahí que entendamos, no solo que Balaguer nada tuvo que ver con el asesinato de Orlando, sino que indignado, movió cielo y tierra para que no volviera a ocurrir tragedia semejante y como ya había ocurrido el asesinato de Gregorio García Castro (Goyito) jefe de redacción del vespertino en el que trabajaba, el 28 de marzo de 1973 y en donde a ese tiempo publicábamos esta columna de opinión y del que servimos de intermediario para su reunión con el secretario de Estado de la Presidencia, el general Neit Rafael Nivar Serijas y quien luego y esa misma noche, le reunió con el mismo Balaguer y enterándonos Goyito, de todos los pormenores de lo que en esas reuniones se trató.

Nosotros y por respeto a todos esos prestantes ciudadanos y de uno y otro lado del espectro político e ideológico y ya fallecidos que hemos mencionado, no vamos a decir más, por lo menos, por ahora y porque entendemos que se vivían tiempos difíciles, de los que dos generaciones luego no tienen la menor idea de que tiempos tan azarosos fueron aquellos.

Por eso y con todo el respeto del mundo, solo decimos, que esa dichosa página en blanco que ha dado tanto que hablar y que esconde la cobardía y complicidad de tantos medios y periodistas hace 48 años, desde luego que algún día se conocerá y si es que realmente existe y lo que decimos, porque tenemos el criterio de que fue un recurso efectista de Balaguer para quitarse de encima la presión mediática de aquellos días.

Finalmente, y respondiendo a algunos que no saben conceptualizar. De la personalidad del presidente Balaguer de aquellos años, este tenía una extraordinaria calidad moral que le enaltecía y junto a su integridad personal, pues era la de ser esclavo de su palabra y cuidador de sus silencios. (DAG) 21.07.2023

 

 

 

 

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