Ese periodismo tradicional o mercancía que se niega a aceptar, que aun con sus clones digitales, ha sido desplazado del interés de la atrapada opinión pública

0
366

La principal característica que tienen la mayoría de los matutinos escritos de este país, es, que en vez de preguntarse y tratar de resolver el por qué de su estrepitosa caída de audiencias e indicadores publicitarios y tratar de corregir las fallas que originan tanto descreimiento por parte del público, caen en el error de denostar a los medios digitales, independientes a los poderes públicos como privados y dentro de estos últimos, a quienes realmente efectuamos un periodismo profesional a conciencia y objetivamente crítico y profesionalmente correcto.

A estos últimos y en lo que es la peor en materia de la publicidad dañina, es pretender y como recurrentemente hace la dirección del matutino centenario capitaleño, de plantear lo falso, de que en este nicho mediático de emprendedores digitales, la herramienta que  presuntamente se utiliza y como lo dice hoy en su editorial, es la supuesta, “diseminación de noticias falsas o manipuladas”, confundiendo de este modo y a nuestro entender perversamente, el comportamiento comunicacional irreverente en las redes sociales, donde por lo visto todo vale en procura de demostrar que el público tiene ya control de sí mismo con sus propias noticias, informaciones e interpretaciones de opinión fundamentadas en sus prejuicios, animosidades y resentimientos.

Por eso y dado que la prensa tradicional dominicana, la que hemos bautizado como prensa mercancía y porque solo responde a los intereses de sus dueños, los llamados “barones mediáticos”, confunde el buen periodismo digital independiente con la explosión de ideas y palabras dentro de las redes sociales, viene a suceder que ese tipo de matutino escrito, es incapaz de poder independizarse de su tendencia enfermiza a difamar a injuriar a todo aquel periodista o medio digital que no se avenga a las directrices de quienes pomposamente se autodesignan como “miembros” de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) cuando lo que son y como es el caso del director del referido matutino centenario capitaleño, empleado ejecutivo periodístico que concurre a las asambleas de la SIP pero en representación de los dueños del matutino para el que trabaja.

De ahí, que esa frustración de entenderse un mediocre director que realiza ese periodismo de amanuense que ciertamente le descalifica y no, que nunca ha podido hacer el periodismo independiente y crítico, que alguna vez pudo creer que podría, vemos como todos los días el director Franjul lucha consigo mismo y al ver que no puede escapar a sus mediocridades, entonces se reinventa como “funcionario” del organismo interamericano de prensa y desde cuyo nicho, más o menos ha encontrado acomodo para su ego maltrecho.

Pero como se trata de un periodismo poco serio y solo falso y como sabe también que este no tiene autoridad moral, que es el principal activo del buen periodismo independiente de a verdad, ese tipo de director cae en el vicioso proceder de manipular y distorsionar los hechos y acomodarlos a los intereses que se entiende que “defiende” y lo que tampoco es verdad y porque este tipo de director y como todo pequeño burgués, es condenadamente arribista y oportunista a más no poder.

Desde luego, tampoco vamos a decir que ese periodismo de entregados, en algún resquicio no tenga algo del que se pudiera decir, que haya esperanzas de hacer un buen periodismo critico y objetivo. Sin embargo, su realidad de vida profesional tan mediocre y el miedo a perder nombradía social falsa, a ese tipo de director o periodista, le hace incapaz de presentarse como un periodista totalmente profesional a tiempo completo.

Es por eso que se da la otra penosa situación, de tantos periodistas y directores de medios o de reporteros y agentes paralelamente activos de los intereses comerciales de sus empleadores, a quienes estos les otorgan cuanto tipo de diplomas y reconocimientos se hubiesen inventado, sabedores, de que teniéndole sus egos inmersos dentro del pecado de la vanidad, son entonces más esclavos que nunca de tales intereses y ni hablar, cuando es el gobierno de turno que designa a uno que otro director como “el director o el periodista del año”, que con la jugosa prebenda millonaria que acompaña a semejante “estimulo”, los gobiernos se ganan la docilidad absoluta del director o periodista de su interés y mayor es la entrega, si encima, también se le dispensa una condecoración oficial y como tantas veces ha ocurrido.

Y semejantes inconductas, en modo alguno puede decirse que sean una muestra de buen periodismo y sí el propio de tartufos que ya no saben decir que no, a quien de manera tan indecente les ha comprado su libre albedrío. Por eso ese tipo de director, redactor o “analista” de lo que sea, nunca puede mirar de frente al verdadero periodista independiente y mucho menos a cualquier tipo de medio digital serio y objetivo y sin importar que su nivel de audiencia sea corto, pero no así su peso de influencia en materia de creación de opinión e hija de una conducta periodística moralmente decente.

¿Será por ese vacío moral que los acompaña, que este tipo de director, periodista, redactor o “analista” a hecho de su vida profesional tan fracasada y como la muestra más hiriente de tantos ataques y descalificaciones contra el periodismo independiente en internet o contra la apabullante reacción de opinión libre y también desbocada, de los ciudadanos, quienes frustrados porque ya no hay el buen periodismo de antes, han tenido que meterse a redactores y opinantes en las redes sociales y allí desahogarse, pero con la lastimosa consecuencia, de que al ser el odio y el resentimiento de clase lo que les anima, pierden el norte y convirtiendo a las redes, en lo peor de lo peor en materia de ataques contra la reputación de todo aquel que caiga en su mira y lo que realmente es una gran lástima y porque en las redes y bien encauzadas, hay un potencial tremendo a favor de la buena comunicación dentro del llamado periodismo ciudadano.

¿Cuál ha sido el resultado de todo esto?, lo evidente, que ese periodismo tradicional o mercancía, se niega a aceptar, que aun con sus clones digitales, ha sido desplazado del interés de la atrapada opinión pública y lo que Franjul sabe y confirma todos los días. (DAG)