Desde luego, no es que el mundo se haya convertido en una casa de locos, pero sin duda y por lo que está aconteciendo, parecería que estaríamos muy cerca de ello. Por lo pronto, en Europa hay guerra en Ucrania y motivada porque Washington dio un golpe de estado en el 2014 y derrocó al gobierno legal, al que tiempo luego y en el mismo año, Rusia respondió con la invasión de Crimea y más tarde de Ucrania en el 2022.
A estas alturas, ahora la situación prácticamente se ha entrampado. China vs. Taiwán o Corea del Norte vs EEUU, al mismo tiempo hay refriegas con Japón y para enredar aún más las cosas, surge la grave confrontación de Francia contra sus excolonias africanas, el golpe de Estado en Níger y de súbito, un grupo de naciones africanas, ya dispuestas a guerrear contra Francia que mientras tanto ve interrumpidos sus suministros de uranio para sus plantas nucleares.
Aquí en América, la situación de Haití es cada vez peor y con un estado convertido en fallido y grupos armados pandilleriles diputándole el poder a la burguesía y la que se apertrecha con el gobierno títere de Ariel Henry impuesto por las circunstancias provocadas con el asesinato del presidente Moïse el 07 de julio de 2021.
Haití se encuentra ahora a las puertas de una nueva intervención militar de la ONU con EEUU detrás y al frente Kenia, que parecería que está dispuesta para protagonizarla y lo que abre amplios interrogantes sobre la seguridad dominicana, que ahora se ha visto obligada a reforzar sus tropas acantonadas en la frontera común.
Mientras tanto, EEUU, que es el factor potencia imperial regional que lo monitorea todo desde su Comando Sur, el Pentágono y la CIA y para mayor confusión, los estadounidenses políticamente están divididos entre los liberales de las ciudades y los ultraconservadores del interior y teniendo como careta de contención, la casi oculta lucha política de visión electoral entre el presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump, quienes prácticamente se han ido o marchan hacia la confrontación total.
El pretexto de la pugna entre los dos presidentes, es que Trump quiere volver al poder vía elecciones y Biden también, pero como un modo de contener a un expresidente verdadero líder mediático y quien a este día, cuenta con más del 50 por ciento de la intención del voto y que se incrementa desde que parciales a Biden lograron que la rueda de la justicia represiva desde el ministerio público, se le lanzara al cuello al expresidente y con la acusación de haber intentado dar un golpe de estado o sublevación en las elecciones de cuatro años atrás.
A partir de semejante situación, los estadounidenses han perdido la cordura y mientras Trump está sólidamente respaldado por un amplio apoyo popular, desafía a Biden y a todo el sistema político estadounidense y aumentando recién cuando Trump se presentó en el condado donde se le esperaba para formalizar su entrada y registro en cárcel y con el pretexto de los acontecimientos levantiscos del pasado electoral de cuatro años atrás.
Ir, firmar y registrarse, fue un solo paso, que llevó a Trump a unos niveles de apoyo popular y que unido a sus desplantes y desafíos al poder, prácticamente han colocado al país en una especie de camino sin retorno y marcado ahora con una fecha cierta de apertura de juicio en marzo de 2024, seis meses antes de las elecciones generales.
Naturalmente todo el mundo y en todos los continentes está expectante ante la inestable situación política estadounidense y la que está agravada por el resurgimiento de milicias de ciudadanos armados en varios estados y el apoyo abierto de ciudadanos de uno a otro confín del territorio estadounidense.
Lo que se entiende, es que para cuando se abran las audiencias del tribunal a cargo, la situación política pudiera tornarse tan crispante, que hay la impresión, de que efectivamente en EEUU podría estallar una guerra civil y que de suceder, afectaría la gobernabilidad en tantos gobiernos y países y sin que se descarte, que en la actual situación anárquica mundial, se agrave con estallidos simultáneos de afectación de la gobernabilidad, por lo menos, en países que ya están viviendo situaciones de conflictos pacíficos extremos y otros de choques armados abiertos.
Por ambiente tan volátil y si no ocurriera algo extraordinaria que hiciera que pueblos y naciones se sosieguen, no se podría descartar la probabilidad de aumento de la crisis estadounidense y que concomitantemente, los choques militares en Europa y África que se arrastren, al tiempo que dentro de las naciones que abogan por un nuevo mundo multipolar, ninguna pudiera eludir los efectos de la gran tempestad geopolítica que se gesta.
Los dominicanos y de fijarnos en tales probabilidades, desde ahora debemos saber cuál será el camino por escoger y para buscar la propia preservación y teniendo a un gobierno saliente de vocación reeleccionista y de cara a las elecciones de febrero y mayo de 2024 y quien, como aliado cercano de EEUU, por obligación se verá compelido a desenvolverse dentro de parámetros cercanos a los de Washington. Por ejemplo, ¿cómo actuar cuando como producto de la guerra civil, un millón de estadounidenses de origen dominicano sean llamados al conflicto y provocando inquietud de riesgo entre sus familiares aquí?
Si definitivamente Haití es ocupado militarmente, no nos cabe la menor duda de que sus efectos serán traumáticos para República Dominicana y que tanto podría darse la disyuntiva de la suspensión de las elecciones y por los efectos de la crisis haitiana y que pudiera llevar a una extensión de la ocupación en el oeste de la isla y con una proyección de gobierno a lo Bordaberry en la misma parte este.
Todo lo anterior, que, si bien la fundamentamos en conjeturas probables, obliga a que preguntemos, si como país ¿estaríamos preparados para que, de aquí a marzo 2024, en EEUU estallara una guerra civil a propósito del enjuiciamiento de Trump en ese mes y año o si, por lo contrario, nos encontraremos paralizados sin saber qué hacer y con unas elecciones de por medio que nos entrampen a todos? Hay que pensar y rápido. (DAG) 29.08.2023