lunes, junio 17, 2024
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Evidentemente que, en este país, la mayoría de los políticos que nos gastamos creen que los demás somos unos idiotas y que todavía los perros se amarran con longanizas y junto a la oligarquía alientan que Abinader fracase

La desgracia mayor que dentro de la evolución de República Dominicana le ha acontecido a esta nación y en la que en el 1961 tenía dos millones y medio de habitantes y hoy ha crecido al llegar a 10.5 millones y lo que significa, que en el lapso de 61 años nacieron 8.5 millones de personas  y con una mentalidad diferente, amplia y cosmopolita como nunca los nacidos hasta el 1961 habían conocido y quienes veníamos marcados, por las limitaciones de un país que realmente se comportaba como una aldea y debido a ese autoritarismo y cierre de fronteras y mente con el que todos habíamos nacido.

Sin duda que esa desgracia tiene que ver, con nuestra terrible realidad, de que mientras la ciudadanía ha dado un cambio extraordinario en su mentalidad y por la que no hay dominicano nacido en estos tiempos, que no tenga la suya y propia o parecida a la de aquellos que viven en naciones desarrolladas y también totalmente alfabetizada digitalmente y con su característica principal de ser ciudadanos que constantemente están viajando al exterior y con familias en todos los continentes y especialmente en Norteamérica y Europa, nuestros políticos en cambio y por sus mentalidades estrechas, parecerían que se encuentran estacionados en el tiempo y que son incapaces de evolucionar en la misma medida que el país, su pueblo y sus instituciones sí lo hacen.

Debido a esa circunstancia de que nuestros políticos realmente no dan muestras de haber evolucionado a tono con la época que se vive, es que la República se encuentra y en su aspecto político, de ser una, en la que toda esa gente asume que el resto de los ciudadanos somos unos tarados o idiotas y que como a esos políticos les ha ido también en su anómala condición de perpetuidad,  entienden que la partidocracia y como instrumento de dominio les permite mantener la tiranía real que tienen y que les facilita y sin importar banderías políticas o gobiernos, mantenerse todos en el poder y como abusiva casta gobernante que ya entiende, tiene alguna especie de derecho que les garantiza el usufructo de esta nación y su población.

Para confirmarlo, bastaría por ejemplo, observar cómo los lideratos políticos no evolucionan y nunca cambian y sus responsables actúan, entendiendo que sus respectivas posiciones pueden otorgarlas a otros como lo más parecido a una herencia, al tiempo que los medios de comunicación y de información de masas, aliados a lo absoluto con el aparato político y en razón de que sus dueños son al mismo tiempo los propietarios de los medios de producción, se colocan en la posición de manipulación absoluta y con miras de mantener a la gente, tal como si la misma, no solo no tenga derecho a pensar y sí que deba vivir o desenvolverse, tal como si se estuviera en un cepo.

Agréguese a lo anterior, el terrible dominio político y social que la religión católica como institución económica y de influencia política y bajo su disfraz de manto de moral, tiene todavía sobre una gran parte de la población, principalmente la de edad (de adultos mayores a envejecientes y ancianos hay un promedio de dos millos de individuos) en tanto los otros tres millones de adultos entre 18-45 años que trabajan en industrias, comercio y manufactura local, casi ciegamente responden a las directrices de sus empleadores.

De esta manera, cerca de 4 millones de adolescentes y jóvenes son la simiente en la que se podrían alentar perspectivas de independencia de criterio amplio y junto al millón y pico de jóvenes transeúntes quienes viven movilizándose de continuo hacia el exterior, pero siempre retornando al hogar familiar y que es el nicho del que muchos cientistas sociales entienden que pueda darse el impulso generacional renovador, que con tanta urgencia  la nación y las instituciones políticas requieren y necesitan.

De ahí que desde hace unos meses hemos estado abogando por ese cambio generacional y sostenido en base a la juventud nacida entre los años 1967 Y 1976 y como punto intermedio de toda esa juventud que ya empieza a asumir responsabilidades cívicas, sociales, empresariales y políticas o que entiende que su destino manifiesto es dirigir la vida nacional y suplantando todos los niveles de dirección y conducción que tiene este país, donde un grupito de intereses e individuos manejados por una oligarquía desde hace cerca de 145 años, no da respiro para que las instituciones nacionales sean libres y regidas por un sistema institucional en el que la majestad de la Constitución de la República y de las leyes, sea la norma que rescate el derecho a ser libres y a la autodeterminación como ciudadanos.

Ahora mismo, observamos como una muestra de esa juventud comprometida con el presente y futuro de la nación y encabezada por el presidente Luis Abinader y la veintena de jóvenes que le acompañan en las responsabilidades de gobierno, empiezan a confrontar la situación de retranca forzosa que tanto la oligarquía, como la dirigencia política y en particular el club de aliados del expresidente Hipólito Mejía y con su ramal de jóvenes emprendedores dueños o testaferros de quienes conceden los permisos de importación, tratan de imponerle y para que solo se hagan amagos de cambios estructurales y con miras de que todo siga igual y lo que no resulta, porque este país ya no es el del principio del pasado siglo.

Realmente, lo que se siente, es el tremendo afán de cambios que late dentro de los jóvenes profesionales a los que la oligarquía y la partidocracia no dejan surgir y lo otro, de que por más que esos dos sectores lo oculten, no quieren que Abinader gane la reelección constitucional, le devuelva el país al pueblo y logre que los profesionales que no han tenido oportunidad de destacarse y servirle al país puedan hacerlo y junto a los que ya Abinader ha podido colocar tan exitosamente.

Y lo que nos hace decir, que evidentemente, en este país, la mayoría de los políticos que nos gastamos creen que los demás somos unos idiotas y que todavía los perros se amarran con longanizas y junto a la oligarquía, alientan que Abinader fracase. (DAG)

 

 

 

 

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