domingo, julio 7, 2024
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Haití no es un simple polvorín y sí lo más parecido a una bomba de tiempo a punto de estallar

Mientras Haití es un país lo más parecido a ser reo de una parte de sus fuerzas sociales, de hecho, las más anárquicas y sus miembros, casi todos viviendo en la periferia de su capital, ahora y con la llegada de la “ayuda humanitaria militar” internacional proveniente de Kenia y con el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, parecería que sus fuerzas sociales terminarán por despedazarse.

Vemos entonces, como el país transfronterizo se debate entre el fuego cruzado de sus pandillas criminales y las que realmente son el brazo armado de su renacido nacionalismo de fanáticos, mientras al mismo tiempo, la parte más sana y dinámica de su burguesía; en otras palabras, de su clase media, da los pasos más relevantes para conformar un gobierno nacional lo más cercano a uno legal y legítimo y con el auxilio de la comunidad internacional.

Dentro de semejante frontera tan volátil de interesas tan variados como contradictorios, es evidente que tampoco puede hablarse,  de que solo con el aporte internacional el país saldría a camino y si antes no se logra dominar la sed o hambre de retaliación por parte de los grupos y sectores sociales que se sentían representados con su último presidente, Jovenel Moïse, asesinado por un extraño concierto de voluntades criminales de individuos provenientes de EEUU y Colombia y de la misma burguesía haitiana y con fuerte raigambre entre la clase política haitiana y  hace ya tres años.

Por otra parte, si el observador atento se confunde y cree que los que ocurre en Puerto Príncipe en materia de anarquía social, es un reflejo exacto de lo que igualmente se suscita en el interior, habría que decirle que peca y de a duro, de equivocado, pues con visión tan sesgada, se descuida, que esa violencia secular que abate a la parte más pobre y popular de sus habitantes de la periferia capitaleña, no se corresponde a todo Haití y sí solo al reducto de fanáticos de los barrios populares en la capital y quienes como criterio propio e hijo de su afán por subsistir, tienen una marcada inclinación por una violencia primitiva que tiene su más dura expresión en el accionar del Pere Lebrum, cruel método de exterminio establecido por el entonces presidente, Jean Bertrand Arístide para exterminar y castigar a sus enemigos y que proviene desde la época de la independencia.

¿En qué consiste?, fundamentalmente, colocando un neumático (goma) de vehículo de motor e inmovilizando los hombros del afectado y a partir de ello, incendiándolo y hasta matar horriblemente a la víctima y la que, para mayor crueldad, aun moribunda, se le desprende parte de su cuerpo, al tiempo que el fanático que participa en aquella muestra de salvajismo, se come esa carne humana quemada.

Semejante mecanismo criminal tan inhumano, fue utilizado recientemente con los asesinatos de individuos, víctimas de una nueva confrontación entre pandillas y policías y ocupación de un cuartel policial, que después de unos días fue entregado.

Lo grave, no es que semejante escenario de tanta crueldad haya sido reeditado, sino que el principal jefe pandillero, un expolicía, lanzo el reto de que tan pronto las tropas de Kenia estén en territorio haitiano y que ya están allí, “esos invasores ocupantes” experimentarán en carne propia todo lo que los pandilleros son capaces de efectuar.

Ni que decir, que ante el desafío que ha sido emitido y de manera tan “vistosa”, los representantes diplomáticos en la capital haitiana muestran no solo la fuerte preocupación por el probable enfrentamiento que se anuncia y se llegue a un nivel, no de tropas de ayuda humanitaria y sí de ocupación en toda regla y que, de suceder, produciría lo inevitable, de que el fuerte nacionalismo haitiano resurgiría y con el ímpetu de un verdadero cataclismo.

La posibilidad es tan grave, que ayer, el primer ministro Garry Conille, solicitó al gobierno de Kenia, que sus tropas, deben aplicar un accionar, «tanto de mecanismos de seguridad como de respeto a la dignidad de la población” y que es un pedido, que, frente a la amenaza del jefe pandillero, nadie cree que las tropas del país africano podrían sujetarse.

Entonces, la situación vuelve a lo mismo en lo que quedaron otras intervenciones militares de la ONU y de fracaso absoluto y dejando un cúmulo de agravios entre los haitianos de todas las clases sociales, que, si ahora no se tiene en cuenta, esta nueva situación derivaría en una mucho peor que las anteriores.

Consecuentemente y a nuestro modo de ver, la gran falla ha consistido, en cuanto a que las fuerzas sociales que tuvieron que ver con la formación del gobierno provisional, no tuvieron en cuenta a las pandillas y no solo que no llamaron a sus representantes para explorar algún tipo de acuerdo que favorezca la gobernabilidad, sino peor, que no los incluyeron en la formación del nuevo gobierno.

Por eso, pocos creemos que el gobierno provisional pueda pasar de tres meses y si no se aviene a un acuerdo, por lo menos con el principal jefe pandillero, quien, de hecho, representa una fuerza política armada y de lo que queda de una “clase gobernante” que ya no tiene control.

También a nuestro juicio y como el mejor escenario y de fracasar el gobierno de Conille, lo que podría ocurrir sería, que la ONU ocupará al país e impondría un gobierno de emergencia de origen extranjero y de lo que desde ya debería decirse, que arrojaría al país transfronterizo en una situación de anarquía y guerra social difícil de manejar o controlar.

Si la probabilidad se tiene en cuenta, entonces y desde que lleguen las nuevas tropas que la ONU espera de Kenia, así como de gobiernos de determinadas islas-estados caribeñas, que en aras de preservar la seguridad nacional dominicana, el presidente Abinader e indefectiblemente, tendrá que declarar la parte dominicana de la frontera como una zona militar extrema y de hecho, cerrándola totalmente al tránsito de personas, así como al tráfico de mercancías y las que solo podrían valerse de transportes aéreos y marítimos.

¿Cuánto se estaría a las puertas de tomar esa decisión?, desde el momento que se conozca, que las pandillas acorralaron y asesinaron a soldados de las fuerzas interventoras de la ONU. Precisamente por ello, alertamos por si semejante escenario tan violento ocurriera y ante el cual, el gobierno dominicano tendría muy pocas opciones.

Lo otro es, que por ninguna circunstancia las tropas dominicanas no deben ser vistas como si colaboraran estrechamente con las tropas de ocupación y si es que los dominicanos queremos mantener el necesario punto de inflexión que haga posible, que en Haití se entienda, que este país no está contra sus intereses y menos los de su pueblo.

Ahora bien, como en la cancillería hay unos genios que creen que se las saben todas, pero quienes en su ignorancia, lograron que Abinader dejara en el limbo la comisión nacional de fronteras, así como la comisión mixta binacional y que son las mejores iniciativas para tener una conversación fluida con la parte haitiana, es evidente que al presidente de la República tendría que utilizar el auxilio táctico de la parte de la burguesía haitiana que en cierta manera está asociada al gobierno de estructura plutocrática que Abinader encabeza y para mantener un libre flujo comunicacional con el gobierno provisional haitiano.

En este sentido, es muy significativo, que ayer y en la reunión del Consejo de Seguridad, el canciller Roberto Álvarez y hablando a nombre del gobierno nacional, hubiese especificado que «República Dominicana apoyará la misión ofreciendo asistencia médica al personal de la MSS en territorio dominicano», o sea, a la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad  y que indirectamente significa y a razonamiento a contrario, que el gobierno dominicano está consciente de que de los 2,700 militares enviados por Kenia, por lo menos una parte de estos saldrían heridos o muertos de su  misión.

Agréguesele lo dicho también ayer por la representante de la ONU en Haití, María Isabel Salvador y en cuanto a que “el trabajo de la Misión de Seguridad liderada por Kenia, que por la inseguridad de las pandillas sería “insuficiente” si no se abordan primero los problemas sociales subyacentes. La guerra, refiriéndonos a la violencia sin fin, no resuelve los problemas socioeconómicos. pero podría agravarlos”.  

A todo esto y como colofón, fue surrealista lo expresado por el primer ministro Conille, de que “recuperaré territorio, barrio por barrio y ciudad por ciudad”, cuando para hacerlo, se requiere la utilización de la fuerza bruta. No vamos a decir más y solo recordar, que Haití no es un simple polvorín y sí lo más parecido a una bomba de tiempo a punto de estallar. Con Dios. (DAG) 04.07.2024

 

 

 

 

 

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