sábado, noviembre 9, 2024
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¿Insurrección institucional presidencial o un gobierno funcionando como una organización criminal?

Decididamente que los dominicanos tenemos que confrontar y denunciar esta realidad, de que se está dando la desagradable como desastrosa impresión, de que el gobierno del presidente Luis Abinader-PRM y que ya es uno de facto desde que se auto aprobó una supuesta “reforma constitucional” en la que la nación no tuvo participación alguna, parecería que pretendiese actuar tal como si le importara un comino la opinión de la ciudadanía y por eso da visus de querer presentarse  como si de una dictadura se tratase.

Y si las ominosas señales que se están viendo y comprobando, se mantienen, entonces y desde ahora, la atrapada opinión pública y como expresión de las fuerzas vivas nacionales, deberá levantarse con dureza y exigirle al gobernante que tiene dos caminos: Actuar como un gobernante que se debe al voto de la población electoral y aun cuando por la corrupción imperante, este lo haya comprado o saber, que se deberá enfrentar ante una situación de grave malestar social de fuerte desobediencia cívica y si insiste en ignorar a toda la nación.

Todavía más, al presidente hay que hacerle ver y por más que su aparato de propaganda trate de ocultarlo, que la nación no está dispuesta a dejarle actuar como un dictador ni mucho menos, a que ponga en práctica y uso su totalitaria ley 1-24, reacción, que justamente es lo que ha estado ocurriendo en los pueblos del Cibao, que prácticamente se han ido a huelgas continuas o con paros escalonados de fuerte agresividad social, ante la falta de respuesta y de un gobierno, que parecería, que solo tiene gente muy incompetente e incapaz que no sabe el manejo diestro de las instituciones.

Cómo es posible que, en apenas cuatro años, ¿la República experimentó el tremendo retroceso en calidad y nivel de vida y con unas instituciones públicas que han sido víctimas directas del populismo del PRM, tirando a la calle a más de cien mil empleados y tecnócratas que dominaban y hacían funcionar con eficiencia la maquinaria gubernamental?

¿Quién le ha dicho a Abinader, que a él la Carta Magna con la que se instaló en agosto de 2020 le facultaba para destruir las instituciones públicas, desarticular al gobierno, lanzando una feroz campaña de denuncias falsas y mentiras con el pretexto de imponer una fuerte revancha política en el 2024, al tiempo que sus aliados del narcotráfico o los del capitalismo salvaje o el sector más agresivo de sus socios de la alta burguesía haitiana, imponían el terror político y el social?

Lamentablemente, todo este retroceso ha ocurrido, por la cobardía de tantos dominicanos que se dejaron seducir por la corrupción y mentiras provenientes del gobierno y quienes al entender – los más pobres o los menos afortunados en la baja burguesía- que han logrado un cambio de nivel social, que ahora les provoca mucho esfuerzo abandonar todo aquello que no han obtenido por su propio esfuerzo y sí por la corrupción imperante.

Toda esa gente y al tener un cambio económico y social con semejante origen tan espurio, ahora que se están dado cuenta de que también a ellos, esas falsas políticas gubernamentales les están volviendo al mundo de miserias en el que se desenvolvían y en la medida que el colapso de la energía eléctrica aumenta y que los servicios públicos han perdido calidad y estabilidad, toda esa gente empieza a darse cuenta, de que en estos años han vivido un espejismo y por eso, quienes se resisten a una mejor calidad de vida hija de las políticas corruptoras, han empezado a ser parte del tinglado de servidores y esclavos del narcotráfico, el lavado de activos y la prostitución social en toda regla, que para colmos, ya atenaza a millones de ciudadanos.

Paralelamente, el mismo fenómeno se está dando entre los miembros de la clase económica de mediana a alta, quienes de golpe, descubren, que en la medida que el gobierno se lanzó a la barbaridad del festival de préstamos en el exterior,  de más de 50 mil millones de dólares que ahora se discute en qué fueron utilizados, toda esa gente empieza a alarmarse  y al ver, que ahora el gobierno va tras ellos con una gran política de más impuestos, cuando ellos estaban acostumbrados a que el grueso de los impuestos recayeran en el consumo ciudadano y no afectando las riquezas, ganancias y bienes de los más ricos.

Todas esas políticas realmente impolíticas  y por lo que se está viendo, se entiende, que con ellas el gobierno trata de ocultar su incompetencia e incapacidad y las que también quiere ocultar con toda una serie de subsidios via tarjetas de asistencia social y de las que una cuarta parte eran dirigidas hacia el clientelismo partidario y las otras a tapar las protestas e insatisfacciones de los tres millones de sus beneficiarios, quienes a su vez, de ellos dependen y por familias compuestas de cinco a diez personas.

Al mismo tiempo, ya se observa como el gobierno le está dando una vuelta fantasmagórica a su supuesta retirada reforma fiscal y ahora prepara otra mucha más bizarra que la primera y al parecer, sin importarle quienes griten o se sientan perjudicados.

Concomitantemente y con todo lo anterior, se encuentra el nicho de contratistas y constructores de todo y quienes como dueños de privilegiados contratos oficiales de obras y servicios y para crear grandes infraestructuras, se descubre como el 70 % de las obras públicas, calles, carreteras, metros, teleféricos han sido mal construidas por compañías de ingenieros que no califican profesionalmente y como se entiende que ha sido el resultado de la principal compañía constructora, Estrella, de gran fama en materia de pésima calidad en las construcciones que emprende y generando el terrible resultado de que los contribuyentes han perdido y por este solo concepto casi cien mil millones de pesos y como en el gobierno no hay políticas de consecuencias, todos esos contratistas y estafadores se hacen mega millonarios gracias al robo de los dineros públicos.

A todo este desbarajuste y como Abinader  está dando la impresión de que poco le importa lo que fuera de su despacho ocurra, poco a poco su gobierno está mostrando la penosa imagen, de que nada le importara que la nación se caiga en pedazos y en la misma perspectiva, los ciudadanos empiezan a perderle confianza al gobierno y a lo que si se le agrega la pérdida del poder adquisitivo del dinero y que el 90 por ciento de la baja burguesía no llega a fin de mes, o que los salarios y las pensiones de menos de 50 mil pesos al mes no han sido indexados, mientras la nómina oficial ha aumentado y duplicado los salarios de la alta empleomanía del PRM dentro de la administración pública, que necesariamente haya que colegir, que más tarde que temprano, el país se encontrará a las puertas de un proceso de desobediencia cívica general que pudiera llegar a una muy seria afectación de la  de gobernabilidad y que de suceder, no habría seguridad ni certeza de nada para nadie.

Particularmente, creemos que si Abinader se encontrara con que en verdad sociedad y pueblo no aguantan más sus políticas, tal vez de alguna manera él quisiera resolver el maremágnum que no solo se le ha venido encima y sí que ha creado, pero como se aísla, en concreto nadie sabe que es lo que piensa y qué planes reales y pragmáticos tiene para darle un vuelco, a un gobierno que ya está siendo severamente  cuestionado y de ahí que queriendo saber cuál será el destino final, preguntemos: ¿Insurrección institucional presidencial o un gobierno funcionando como una organización criminal? Con Dios. (DAG) 31.10.2024.

 

 

 

 

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