La madrugada de este martes tumbó cualquier ilusión de calma cazas israelíes cruzaron el espacio aéreo iraní y golpearon un radar cercano a Teherán, mientras se reportaban explosiones en las ciudades de Babolsar y Babol, al norte del país. Testigos contaron que las defensas antiaéreas iraníes respondieron a toda prisa, pero la andanada rompió de plano la tregua firmada horas antes.
Según la agencia EFE, las primeras detonaciones sacudieron a los vecinos antes del amanecer, dejando un rastro de vidrios rotos y un puñado de heridos que las autoridades aún no terminan de contabilizar.
La propia tregua conseguida tras una maratón de llamadas y mensajes entre Washington, Doha y los cuarteles generales de ambos contendientes había sido anunciada al mediodía por Tel Aviv y por Teherán como un «cese de la guerra» condicionado a la “buena conducta” del contrario.
Sin embargo, el presidente de EE. UU., Donald Trump, explotó en Truth Social poco después: “Israel, no lances esas bombas ¡Devuelve a tus pilotos ya!”, escribió, encendido, valorando además que ambos bandos habían violado el pacto. Horas más tarde, a bordo del Air Force One rumbo a la cumbre de la OTAN en La Haya, volvió a recriminar públicamente a Netanyahu y a los líderes iraníes por “no saber qué carajo están haciendo”.
Para entender el pique hay que mirar dos semanas atrás el 13 de junio Israel abrió fuego contra las instalaciones nucleares de Fordow y Natanz, provocando la respuesta iraní contra bases de EE. UU. en Catar y objetivos civiles en Beersheba. Esa escalada, que Trump ya bautizó como la “Guerra de 12 Días”, puso al Golfo Pérsico y al Mediterráneo en hora roja.
La comunidad internacional, con la Unión Europea y Pekín a la cabeza, celebró la firma de la tregua horas antes del bombardeo, pero advirtió que «todo puede volar en añicos» si las partes siguen midiendo fuerzas a misil limpio.
¿Y ahora qué?
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Ventana diplomática minúscula: Catar, que medió en el acuerdo, intenta resucitarlo a contrarreloj.
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Riesgo de extensión regional: Líbano y Siria siguen siendo escenarios propicios para “respuestas indirectas” de ambos ejércitos.
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Presión interna en Israel: sectores del gobierno critican a Netanyahu por ceder ante la Casa Blanca, mientras la oposición iraní lo acusa de “entregar la soberanía” al aceptar la tregua.
Si algo deja claro este rebrote de violencia es que la desconfianza pesa más que cualquier papel firmado. Y, para colmo, cada ruptura del alto el fuego hace que el siguiente intento de paz llegue con menos credibilidad y más pólvora en el ambiente. Por ahora, el reloj sigue corriendo y como solemos decir en el Caribe “esto huele a que la fiesta no se ha acabado”.