lunes, junio 17, 2024
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La campaña dominicana de desprestigio y persecución contra Haití esconde la fuerte explotación económica que este país le ocasiona y encima, insultando y denigrando a la trabajadora población de inmigrantes haitianos

Desde que sociedades, pueblos y países se crean u organizan, siempre se presenta la peligrosa tendencia tan nociva, de desacreditar al país inmediato vecino y lo que se comprueba en las relaciones de más de cien años, entre suecos y noruegos o cualquier otro país fronterizo europeo, asiático o americano.

Semejante característica tan nociva, de deshonrar y descalificar al vecino, los dominicanos la hemos estado llevando en los últimos siete años, a un grado tan corrosivamente indigno de pretender calificar a la población flotante de inmigrantes haitianos como parte de una supuesta invasión a la que hay que enfrentar y aplastar, cuando la realidad indica, que si a este día en el territorio nacional hay casi un millón de ciudadanos haitianos y de los que casi 800 mil son indocumentados, se debe a la haraganería, afán de lucro y mala fe dominicana.

Toda esa, que apoya la explotación de mano de obra esclava haitiana, la paga de malos salarios o ingresos, que explota a muchos como carne de cañón para la prostitución, la trata de personas y la droga y que reduce a una esclavitud ignominiosa, a más de cien mil domesticas haitianas que son explotadas vil y abusivamente por amas de casas dominicanas.

La persecución es tal, que ni los 15 mil estudiantes universitarios haitianos de clase media que estudian en universidades locales y costeándose sus gastos, no escapan a la persecución de los esquizofrénicos racistas anti haitianos del Instituto Duartiano como del partido Fuerza Nacional Progresista y grupos de “patriotas” que se han metido entre ceja y ceja, que todo lo que signifique Haití, es lo peor que supuestamente le podía ocurrir a este país.

Sin embargo, la realidad es otra. Todos esos haitianos no son una carga para esta economía y la prueba es, que la República de Haití es nuestro segundo socio comercial en el mundo y el primero en el Caribe y lo grave, que le vendemos más de todo cuanto la población haitiana consume, al tiempo que no le compramos nada significativo de lo que la economía haitiana produce.

Encima, se ha montado una horrible campaña persecutoria desinformativa contra la asistencia médica para ciudadanos haitianos y en particular sus parturientas y por la que se dice falsamente, que gastamos miles de millones de pesos y perjudicando supuestamente a nuestras propias parturientas y afectando los servicios de salud pública y salubridad para nuestra propia población y lo que tampoco es cierto.

¿Hasta dónde se quiere llegar con semejante campaña desinformativa falsa y mentirosa?, por lo que parece, los fanáticos anti haitianos quieren una especie de guerra entre los dos países y en esto, lo más grave es, que la misma autoridad dominicana y a nuestro modo de ver, irresponsablemente, apoya semejante entramado de violación continua de los derechos humanos de nuestros vecinos que emigran a nuestro país.

Por lo que se está viendo, poco falta para que negros y mulatos dominicanos la emprendan contra negros y mulatos haitianos y en una supuesta defensa de la “soberanía nacional”, que no resiste la menos indagatoria que pudiera justificar semejante proceder tan irregular.

Aun así y de acuerdo con el último informe de la PUCMM que se publicara ayer, “Desde 2019 hasta enero del corriente año 2023, las transacciones mercantiles de bienes domínico-haitianas registraron 3,629 millones de dólares, como resultado de las exportaciones (ventas) dominicanas que alcanzaron un valor de 3,652 millones de dólares frente al bajo monto importado (compras de productos haitianos) de apenas 23 millones de dólares”.

Multiplíquese esa cantidad de dólares por pesos dominicanos y se tiene, que las compras haitianas de productos dominicanos pasaron en ese lapso de 2019 a 2023 a más de doscientos mil millones de pesos y en lo que no cuenta las transacciones semanales en los mercados binacionales fronterizos, que suman un promedio de 100 millones de dólares (más de 5 mil millones de pesos, unos 20 mil millones de pesos cada mes) que directamente los consumidores haitianos y no empresas, adquieren.

Estamos hablando y sí le vamos a dar credibilidad a los datos de los anti haitianos y la prensa que les apoya, que los supuestos 15 mil millones de pesos que cada año los dominicanos cubren el costo de la atención a las parturientas haitianas, en modo alguno pueden ser vistos como una carga y sí como una compensación por los volúmenes de compras que cada año Haití adquiere de productos dominicanos.

Pero nada de esta realidad se quiere ver y se machaca mentirosamente con aquello de lo que “nos cuesta mantener a Haití”, cuando es ese país transfronterizo el que debe estar molesto por el fuerte déficit en su balanza comercial con nuestra economía, pues eso de comprarnos más de 200 mil millones de pesos en un lapso de solo cuatro años, mientras esta economía apenas compra en el mismo tiempo, productos haitianos por 23 millones de dólares, es decir, mil 265 millones de pesos en cuatro años, es como para taparnos la cara de la vergüenza y silenciar la abusiva campaña desinformativa que los anti haitianos y la prensa amarilla que les apoya, perpetran.

Cualquier economista en este país o en Haití y para no hablar en el resto del mundo, ante semejante nivel de compras y flujo de dineros, el comercio entre naciones, obliga a que el país que más compra sea compensado por las mismas, sea cubriendo el país vendedor, equis cantidad de becas universitarias, invirtiendo en infraestructuras en el país comprador o cubriendo los gastos de mantener los servicios sanitarios y clínicos para sus ciudadanos y que hasta en los negocios es la regla de origen los rige.

Pero nada de esta realidad se quiere ver y peligrosamente, todos esos extremistas anti haitianos, insisten en proferir mentiras y descalificaciones contra Haití y mantener la abusiva campaña de odio contra el nacional haitiano.

Todavía no se entiende, por ejemplo, el por qué el gobierno del presidente Abinader no ha analizado fríamente los extraordinarios ingresos que por el intercambio comercial con Haití se le genera a esta economía y en su lugar, ha preferido empantanarse en el aspecto político que aviva la sediciosa campaña desinformativa, de que supuestamente “los haitianos nos están invadiendo”.

Se ha llegado tan lejos en semejante campaña, que ahora mismo, somos pocos las voces y medios que nos atrevemos a romper y enfrentar la ola de miedo y descalificaciones que generan los anti haitianos desde la prensa criolla y las redes sociales y que, de seguir, tarde o más temprano nos podría llevar hacia una guerra de exterminio racial de corte nazista.

En consecuencia, llamamos la atención respecto a que la campaña dominicana de desprestigio y persecución contra Haití esconde la fuerte explotación económica que este país le ocasiona al vecino y encima, insultando y denigrando a la trabajadora población de inmigrantes haitianos. ¡Ojalá se nos haga caso! (DAG) 27-06-2023

 

 

 

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