La continuidad de Abinader y ya en el inicio de la bajada del último año, más tiene que ver con la geopolítica que con las elecciones del año que viene. Por lo menos, hasta ahora

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Muchos entienden, que el presidente Luis Abinader tiene su camino abierto hacia su probable reelección constitucional, otros consideramos, que se debe ser cauto al emitir este tipo de consideración, toda vez que los acontecimientos políticos cambian al minuto y todavía no existe una evidencia fuerte de que el mandatario quiera su reelección, aunque los esfuerzos del PRM en este sentido, son más que notorios.

Nosotros en cambio, preferimos chequear los efectos de la escalada de la guerra en Ucrania y desde el punto de vista, de que, si Occidente le da mano libre al ejército mercenario de la OTAN, indefectiblemente ello provocará, no solo una escalada mayor del conflicto bélico y sí el estar a las puertas de un conflicto bélico derivado en nuclear.

En este sentido, habría que recordar cuales son los efectos directos de la Segunda Guerra Mundial en la política dominicana: El régimen trujillista se mantuvo y su oposición fue silenciada hasta que para el 1959, el despertar de las nuevas generaciones nacidas en la Era de Trujillo, dieron la pauta a los trujillistas de primera línea, para derrocar al régimen y para mayo de 1961.

Si asumimos ese parámetro, entonces tendremos, que es muy posible que si la guerra se agrava, a la potencia regional dominante, más le interesaría que en su patrio trasero no ocurra ningún hecho político que pudiera distraerle  en su feroz intención de destruir a Rusia a como de lugar y lo que para una nación como República Dominicana, significaría algo así, como que el tiempo se detiene y con él, todo el sistema político y si no es que los efectos bélicos llegan apresuradamente al territorio nacional y como producto, de que geográficamente tenemos por un lado el Comando Sur en la Florida y bases militares estadounidenses aéreas y de tierra en Puerto Rico, Panamá y Colombia.

Al mismo tiempo y si seguimos el hilo y recordamos que Venezuela, Cuba y Nicaragua son la especie de “enlaces “naturales de Rusia y bases militares probables, en caso de que Rusia haga que el conflicto bélico se convierta en nuclear, que necesaria y fríamente haya que entender, que República Dominicana podría encontrarse en el centro de un grave problema geopolítico de imprevisibles consecuencias y que afectaría de lleno la gobernabilidad y la paz social.

¿Habría elecciones en una situación así?, debería dudarse y si nuestro criterio parte de una apreciación de lógica pura, en este país, más atención tendrá la ampliación de la guerra y su paralelo nuclear, que los mismos acontecimientos políticos rutinarios nacionales. Entonces, no nos cabría duda alguna, de que semejante escenario impulsaría a la continuidad de Abinader sin elecciones.

De suceder, Abinader deberá gobernar en base a decretos leyes y medidas de emergencia y con un Congreso suspendido y todo un aparato de gobierno expectante, mientras desde todos los ámbitos de las fuerzas vivas nacionales, el temor paralizará iniciativas y reduciría a pura grima y sospecha, lo que el presente inmediato podría depararnos.

De ahí que entendamos, que los dominicanos y sus políticos más, todo este año deberían de atenderlo en cuanto a como evoluciona la guerra, en tanto el mismo gobierno y Abinader en particular, debería de estar desarrollando planes de contingencia si los cañones de la guerra de pronto se escuchan ante nuestras costas o lo otro tan siniestro, de si misiles o drones sobrevolando nuestro territorio y que de suyo, se encargarían de reducirnos a una situación de puro terror y como de seguro sucedería en toda la región caribeña.

Siendo esta deducción, la probable y correcta, más hay que preocuparse por el día a día, que por los meses por venir y los políticos y su partidocracia, deberán actuar en consonancia y si es que no quisieran perderse y de golpe, terminar arrinconados entre la espada y la pared.

Por lo pronto, el primer cambio de ánimo que se presenta en un gobernante que tiene frente así semejante escenario tan traumático, es alterarse emocionalmente y por la mínima cosa irritarse. Ayer, por ejemplo, se vió a Abinader decirle ignorantes a quienes critican su cuestionable política sobre los fideicomisos públicos y lo que, para nosotros, es su primer estallido emocional apenas reprimido.

También hay que contar, que cuando el presidente se de cuenta de ya es poco lo que pudiera manejar en materia de política exterior  y que por el hecho, deberá improvisar en materia de política interna, no nos extrañaría que empezara a entender, que la aplicación de una política gradual de estado de sitio sería lo más conveniente y si quisiera mantener una gobernabilidad manejable, pues mientras al dominicano no le estalle en sus oídos la explosión de una bomba y para nada entienda que los cañonazos en Europa en cualquier momento o tiempo, su estallido podrían experimentarlo y casi en carne propia, hasta ese momento, cada quien tratara de seguir y como mejor sabe, actuando como el chivo sin ley.

Idiosincrasia y mentalidad que se recrudece a peor, con la tanda de gobiernos populistas que hemos tenido desde el 1996 hasta el presente y con una gleba burocrática, que cuando se aterrorice y sintiendo que el mundo podría desaparecer, los espasmos anárquicos más singulares, el gobierno deberá enfrentarlos y para proteger lo poco de gobernabilidad que “el espíritu de la guerra” le permita.

No entender nada de esto, es no querer aceptar que hay que prepararse para lo peor y que sin duda y si la guerra estalla in extremis, fracturará y en algunos, desquiciaría el control emocional de cada persona y que en un país donde los problemas mentales no se estudian ni se tratan de evitar, sería poco lo que habría que hacer para que no nos convirtamos en un peligro nicho de locos y luchando cada uno por sobrevivir.

Desde luego, siempre hemos creído que lo último que se pierde es la esperanza y que siempre hay que sacar fuerzas de abajo y de donde no las haya y seguir hacia adelante, al fin y al cabo, nadie se muere en la víspera y solo cuando le toque. Por eso, los dominicanos tenemos que ver nuestra realidad, ser pragmáticos y no perder el sentido común.

¿Se entiende el por qué decimos, que la continuidad de Abinader y ya en el inicio de la bajada del último año, más tiene que ver con la geopolítica, que con las elecciones del año que viene? Por lo menos, hasta ahora. (DAG)