Los dominicanos deberíamos y precautoriamente, vernos en ese espejo y desde el momento que subversivos haitianos amparados en su brote de islamismo y con apoyo de las células dormidas de exmilitares que Haití tiene viviendo de acecho en nuestra nación, intentaran sublevarse contra nuestro estado de derecho…. Y sin importar que el Comando Sur nos «apoyara».
Por supuesto, estamos refiriéndonos y dentro del contexto dominicano, en el que más de un millón de haitianos ilegales y con gran ánimo de odio hacia lo dominicano, prácticamente está a punto de sublevarse contra el orden constituido y en su enfermizo afán, de que se les entienda, que hay que regularizar su estatuto migratorio y nada menos que como ciudadanos dominicanos e incitados por empresarios que prefieren la mano de obra haitiana a la dominicana.
Y como si ya semejante situación anímica no fuera más que reveladora, encontramos, con que los exmilitares haitianos (cerca de 5 mil) que viven como inmigrantes en nuestro país y con familias y cuyas directrices fueron marcadas y en el sentido, de que viviendo en nuestra nación, deben de estar listos para el momento que se les llame a levantarse contra los dominicanos.
Ahora y viendo que los que pregonan que los dominicanos maltratamos a esos haitianos ilegales y nos referimos a las oenegés anti dominicanas que paga la ONU vía el PNUD, se están sacando su carta bajo la manga, de meter el islamismo haitiano en este país y con el pretexto de la construcción y posterior inauguración de la mezquita, que con donaciones haitianas, es edificada en Verón, Bávaro-Punta Cana y quisieran tener este nuevo pretexto para ahondar el clima de insurrección latente, que tan abiertamente se incita desde Puerto Príncipe.
Para esto último, voceros de esos subversivos, han logrado que algunos periodistas y medios criollos defiendan, lo que entienden derecho al culto islámico, versión haitiana y bajo la dudosa interceptación, de que la Constitución de la Republica permite la libertad de cultos, pero olvidando, que el mismo artículo 45 sobre “libertad de conciencia y de cultos”, ordena específicamente, que “ El Estado garantiza la libertad de conciencia y de cultos, con sujeción al orden público y respeto a las buenas costumbres”.
Es decir, la parte final de ese artículo, de hecho y a razonamiento a contrario, lo que advierte, es que todo culto que pregone la violencia o la destrucción del Estado y el islamismo lo es, no puede ni debe ser permitido. Razonamiento que debe bastar y para entender que ninguna forma de violencia religiosa no puede ser permitida y menos una, que como el islam, es de violencia extrema contra cualquier culto de origen cristiano.
Pero e independientemente a lo que ya es un espinoso nuevo problema subversivo a corto plazo y como es la penetración del islamismo haitiano, también los dominicanos debemos enfocarnos en el punto esencial, que poco que mucho afecta a los ciudadanos de este país y sobre todo a quienes viven en los suburbios de las ciudades y particularmente en el Gran Santo Domingo, donde la violencia desatada por bandas juveniles incitadas por narcotraficantes y si no se le presta la debida atención para buscar su corrección y erradicación, podría llevarnos a largo plazo, al grave problema de inseguridad que ya se está viviendo.
En el caso dominicano, la peculiaridad de esta violencia es que “anímicamente” es incitada por ricos empresarios apertrechados en el fideicomiso de la Policía Nacional, así como en Competitividad y quienes en base a espalderos policiales que actúan como sicarios, guardan una relación estrecha con los llamados puntos de drogas en los barrios, que es el germen motor de la delincuencial barrial que ya se está viviendo y cuya expresión populachera son “los inofensivos” teteos de parrandas e ingesta de alcohol y lo nuevo de esnifar cocaína.
Agréguese a lo anterior, el llamado coto cerrado de los puestos de venta de loterías, donde con el pretexto de “defenderlos de la delincuencia”, se tiene el brote de sicarios pagados por la mayoría de los empresarios del juego ilegal y quienes como a su vez tienen como puntal de defensa a no menos diez de ellos como diputados y senadores en el Congreso Nacional y cuya principal responsabilidad es subvencionar a la partidocracia y a las candidaturas legislativas, municipales y hasta las presidenciales, que entonces y definitivamente, haya que prestarle la debida atención a este, hasta ahora, impune ramal de subversión criminal.
Naturalmente, no es que estuviéramos volviéndonos locos o suponiendo lo que no es, ¡ya quisiéramos!, sino que realmente, entendemos, que si la seguridad del Estado no se enfoca en el accionar punitivo contra estos delincuentes y solo se confía en las decisiones y acciones de un ministerio público que muchas veces se ha visto como aliado o cómplice de la delincuencia y en particular de la política y la otra empresarial, las fuerzas del orden público tendrían más que perdida la lucha contra la delincuencia y ahora mucho más, cuando la misma policía ha sido penetrada por esta.
Todavía más, ese fideicomiso policial privado que controla la PN y que ha sido uno de los errores mayúsculos del presidente Luis Abinader, si no se le presta la debida atención y a nuestro modo de ver y entender, ocurrirá, que a más tardar el 2028, habría degenerado en un estamento delincuencial del Estado y con su paso más decisivo de sabotear las elecciones del 2028 y como iniciativa que procurará la continuación del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en el usufructo del gobierno plutocrático y dentro de parámetros peores de los que ya se le conocen.
Entonces y como no somos nada optimistas en cuanto a que Abinader podría efectuar los reajustes y cambios estructurales en su gobierno y que impidan un largo proceso de ingobernabilidad y lo que podría desatar una sorpresiva como fuerte violencia política, tanto provocada por el bandolerismo político u empresarial como su colateral haitiano-islámico, es que traemos este espinoso tema a conocimiento de nuestros lectores y para que de alguna manera, exista una opinión pública y por más atrapada que esté, que haga conciencia sobre lo que determinadas “fuerzas ocultas” fácticas pretenden hacer en contra de nuestra nación.
Obligándonos a puntualizar, que la guerra abierta que el pandillerismo en las favelas de Rio de Janeiro ha obligado a que el cuerpo elite de la policía allí, le enfrente radicalmente, debería a obligarnos a entender lo que podríamos tener que enfrentar. Con Dios. (DAG) 01.11.2025
última actualización: 09:44 am.






