La moda de los dirigentes incapaces de gobernar el presente de sus compatriotas es echarle la culpa de sus males actuales al pasado, mediante leyes y comisiones de la verdad, justicia, reparación y «de los grandes expresos europeos». En Hispanoamérica –el término Latinoamérica conviene conocer cuándo, cómo y por quién se estableció, para rechazar utilizarlo– con la llegada de grandes líderes como Pedro Castillo –«el del sombrero»– y demás émulos (AMLO, Evo Morales, Ortega, Chaves y Maduro, entre otros), han descubierto en el indigenismo la piedra filosofal para la aplicación de la dialéctica marxista en sus estrategias de distracción de sus responsabilidades políticas.
Siguiendo el guion marcado por el Foro de São Paulo –en la actualidad trasladado lamentablemente a Puebla– la lucha y la reivindicación étnica del indigenismo ocupa ahora el papel que jugó la lucha de clases hace más de tres décadas, hasta el desmoronamiento del Muro de Berlín y la misma URSS. Si no fuera porque España tiene el derecho y el deber de respetar y hacer respetar su Historia con la verdad, nos tomaríamos a broma observar a Maduro ofender no ya a esta Historia y a su memoria, sino a la inteligencia atribuyendo los males que hoy padecen los venezolanos a los «colonizadores y conquistadores españoles» de hace siglos.
Con los errores propios de toda labor humana, hay sobrados motivos para reivindicar la Hispanidad como gran obra civilizadora en el continente americano. Pero el líder Maduro ha constituido una «gran comisión» de 21 miembros integrada por «políticos, historiadores, escritores, antropólogos, investigadores, filósofos…» presididos por su «eminente» ministro de Cultura –lo que constituye toda una garantía– con el objetivo de que los culpables «pidan perdón» y se produzcan reparaciones económicas, faltaría más.
Aquí en España, los discípulos podemitas de Maduro, ahora en el Gobierno como socios y cooperadores necesarios del sanchismo, tienen en el franquismo al protagonista de todos nuestros males históricos. Aunque no es un indígena de los siglos XVI, XVII, y XVIII como reivindica el intelectual Maduro para sus sufridos compatriotas, Franco tiene su papel estelar para que no se hable de las excelencias de que gozamos con ellos al frente de nuestra gobernación.
Lo que dudo es si Maduro y su «gran comisión por la verdad histórica, la justicia y la reparación» podrá explicar la ruina actual de su país culpando a los conquistadores españoles, cuando en el siglo XX Venezuela era próspera y avanzada gracias a la riqueza petrolífera desconocida y no explotada en aquellos lejanos tiempos de la Conquista. Por: Jorge Fernández Díaz [La Razón]