Si tuviésemos un paciente llamado “economía dominicana”, pudiera decirse que estuvo en cuidados intensivos en 2020 producto del COVID, que mejoró y pasó de intensivos a cuidado regular durante gran parte de 2021, mientras que para finales del pasado año ya se le dio de alta.
Fue dado de alta porque el crecimiento económico en 2021 estuvo por encima del 12%, y la recuperación del empleo va por buen camino, aunque según las cifras del Banco Central todavía no se recuperan todos los empleos que se tenían previo al COVID.
No obstante, el paciente va para la casa con una enfermedad nueva que tendrá que manejarse muy bien durante 2022, pues puede generar varias complicaciones y hasta mandarlo nuevamente al hospital. Este quebranto de salud es el aumento de los precios, también llamado inflación.
La inflación cerró en 2021 en un 8.5%, la más alta en 14 años y una de las más altas en América Latina. El fuerte aumento en los precios, combinado con ingresos laborales que en 2021 se mantuvieron cerca de 4% por debajo de 2019, ha disminuido significativamente el poder adquisitivo de las familias dominicanas. Y todo indica que los precios seguirán subiendo en los próximos meses.
Preocupado por la alta inflación, el Banco Central ha empezado a aumentar la tasa de interés y con certeza hará mayores aumentos este año, una política predecible debido a la coyuntura. Adicionalmente, dado que la Reserva Federal en Estados Unidos estará incrementando tasas, el Banco Central dominicano reaccionará con mayores aumentos para evitar devaluación del tipo de cambio.
El efecto secundario de lo anterior es que, al aumentar la tasa de interés, el Banco Central estaría quitando la medicina más potente que tuvo la economía dominicana en su paso por el hospital: el impulso de la inversión privada. De hecho, casi dos tercios de la recuperación económica se explica por el aumento en la inversión privada producto de las bajísimas tasas de interés que se mantuvieron durante 2020 y 2021.
Otro sector que sufrirá el impacto del aumento en las tasas de interés es el de las MIPYMEs, que tomaron muchos préstamos aprovechando el escenario financiero favorable. Todos estos empréstitos tomados pagarán mayores cuotas en los próximos meses.
Por su parte, gracias a las remesas el consumo familiar de las familias beneficiadas tuvo en 2021 un buen dinamismo y explicó casi un tercio del crecimiento económico, pero difícilmente verá un año tan favorable en 2022 conforme las remesas vuelvan a su ritmo natural debido al retiro de los programas de ayuda social en Estados Unidos.
Ante esta situación, en la que el médico Banco Central aplicará una medicina incómoda pero necesaria para tratar la enfermedad inflación, el paciente requerirá cada vez más apoyo del médico gobierno para paliar los efectos secundarios.
El gobierno tiene dos instrumentos muy potentes que debería utilizar sabiamente en 2022: inversión pública y políticas de apoyo a MIPYMEs. La inversión en infraestructura motoriza la economía y genera empleos; además, si se hace énfasis en infraestructura rural y en la cadena logística, aumentaría la productividad agrícola y bajaría presión al aumento en los precios de los alimentos.
Por su parte, apoyar decididamente a las MIPYMEs con préstamos preferenciales y más oportunidades en compras públicas les ayudaría a sortear el aumento en las cuotas de los préstamos.
En definitiva, aunque el paciente “economía dominicana” va a su casa en proceso de recuperación luego de los embates del COVID, sus médicos deben estar muy atentos para ayudarlo en un año 2022 que se vislumbra complejo y retador. Por: Juan Ariel Jiménez [Listín Diario-Ojo]