Ahora que la industria hotelera que funciona en todo el Gran Punta Cana ha sido estremecida por la resultante de silenciar anteriores desapariciones y eventuales muertes de turistas y lo de manipulación en las bebidas alcohólicas para consumo de sus huéspedes.
Y ante el hecho reciente, de la desaparición y probable muerte de una estudiante estadounidense de origen hindú a la que las circunstancias como las incompetentes autoridades del ministerio público e igual de la llamada policía turística, no les ha permitido desentrañar la verdad de lo ocurrido.
De buenas a primeras, terceros hemos terminado por enterarnos, que contrario a lo que se cree, la mayoría de esos hoteles y centros vacacionales, son propiedad de mafias y en el exacto sentido del término, tanto estadounidenses, europeas como dominicanas y teniendo de eje un punto central representando por un conglomerado hotelero y aeronáutico.
Es decir, como toda la zona turística opera como un gigantesco monopolio con policía y autoridad nacional delegada y manteniendo la delicada política de concentración absoluta de negocios, propiedades y empresas, más el control de una cautiva masa de mano de obra casi esclava y esta, mayormente de nacionalidad haitiana y todo concentrado en la voluntad de una sola persona, dominicano de origen italiano y como “buen samaritano”, embajador de la Orden de Malta.
Parecería, que para este individuo, toda la zona este dominicana es una especie de feudo dirigido por su familia y con familias auxiliares de inversionistas y rentistas, ejerce una autoridad al parecer omnímoda y por delegación de responsabilidades gubernamentales, permitiéndole actuar como si realmente fuera una autoridad de facto que solo responde ante sí mismo o ante sus iguales del Consejo Nacional de Competitividad (CNC) y este órgano, auxiliado por el llamado Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP).
Debido a este real monopolio del poder usurpado, este país se encuentra dominado por una tiranía de grupos económicos y financieros, que apoyada y fortalecida por el actual gobierno plutocrático encabezado por el empresario y rentista Luis Abinader, parecería que ningún ámbito de la vida nacional escapa a sus designios.
Precisamente por esta peculiaridad burocrática de amplio alcance, la tiranía de facto de que hablamos se divide en dos ramas. Una, la política y ya conocida como partidocrática y la otra, empresarial y financiera, que auxiliadas por el entregado sector mediático y la tenebrosa entidad de inteligencia y data que esta última tiene y que funciona desde dos importantes bancos privados, las vidas y milagros de 11 millones quinientos mil dominicanos están reducidas a un control tan absoluto, que el dominicano, desde que nace y hasta que muere depende de semejante control absoluto de sus vidas.
Ha sido por eso, que el fuerte escándalo de la turista desaparecida y las facilidades dadas para que su presumible acompañante de ocasión que la viera por última vez, pudiera escapar de la necesaria investigación judicial, que ahora muchos nos enteramos, de que la mayoría de los hoteles y centros hoteleros son propiedad de grupos mafiosos estadounidenses, quienes en los hechos, parecería que han sustituido la Cuba de los años cincuenta y sesenta, que entonces era el centro de juegos y lupanar caribeño por excelencia.
Por ese dominio y de esas mafias y convertida esa parte de la zona este en el gran lupanar y centro de casinos de juegos que sus inversionistas y empresarios tienen raíz en las mafias estadounidenses, fue que el gobierno de Abinader, debió de favorecer que esa desaparición y las otras anteriores se anularan de la primera página y titulares de los medios de comunicación y de información de masas y porque el escándalo se dirigía a convertirse en uno regional que afectaría sensiblemente a todos esos negocios.
Oculto el problema, ahora toca recoger los vidrios rotos, pero con el agravante, de que el Gran Punta Cana, ya emerge como un centro delincuencial de pura mafia estadounidense., italiana y española.
Así se recuerda, que el origen de la zona este como complejo turístico, fue cuando un abogado estadounidense, asesor de los grupos laborales estadounidenses englobados en la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales, comúnmente llamada AFL-CIO y que es la mayor central obrera de EEUU y Canadá, se presentó en este país y logrando el padrinazgo de un general del ejército dominicano con ribetes de heroicidad, logró que el presidente de la República de la época, hablamos de hace ya cincuenta y un años, le vendiera unas 100 mil tareas “de manglares y pantanos”, por una suma prácticamente irrisoria.
Entonces, “el abogado e inversionista”, consiguió que un joven universitario novio de la hija del general mencionado le fungiera como guía, traductor y chofer y luego administrador y a estas alturas, convertido ya en el potentado al que muchos entienden erróneamente, como la especie del “presidente de esta parte del país”.
Gracias a esta creencia, las mafias estadounidenses arreciaron sus inversiones, llegando luego las europeas y con un grupete de grupos españoles originados en dineros públicos robados de la hacienda pública, terminando entonces por crearse el conglomerado y entre empresarial y delincuencial que ya es público su desarrollo.
Todavía más, estos grupos lograron y gracias a la corrupción política oficial, que el Estado Dominicano les otorgara una ley de “incentivos turísticos”, por medio de la cual, el gobierno dominicano facilitaba los recursos públicos como capital de trabajo escondidos como créditos bancarios blandos, pero sin que ningún “inversionista” aportara un solo centavo de sus recursos. ¿Resultado? Todos esos hoteles y centros hoteleros reciben anualmente cerca de 200 mil millones de pesos libres de impuestos (el peso está a 63 por un dólar) y a cambio de ofrecer trabajo a cientos de dominicanos y miles de haitianos ilegales.
De ahí que el escenario actual sea absolutamente favorecedor del capitalismo salvaje que domina la zona este dominicana y que, de hecho, en la práctica ha provocado que los grupos económicos locales hayan “evolucionado” como mafias propias, que para colmos. están protegidas por el actual gobierno plutocrático de Abinader.
En resumidas cuentas, el Gran Punta Cana, es hoy un feudo mafioso en el que y para colmos, quienes sean familias residentes en su periferia, se encuentran sujetas a una vigilancia de alta policía y reducida libertad de movimientos y todo esto se sabe y no hay medio ni periodista de la concentración de medios en pocas manos, que se atreva a decirlo o denunciarlo.
¿Podría extrañar que en un ambiente tan enrarecido como ese, la gente desaparezca, los turistas se evaporen, los hoteles funcionen como lupanares y con su rasgo distintivo de bebidas alcohólicas adulteradas, mientras los empleados son reducidos a reductos como el poblado de Verón, donde culturas y nacionalidades chocan y se entremezclan, en tanto los inspectores migratorios y los policías turísticos y como mafias, extorsionan a más no poder?
Lógico, entonces, que hablemos de la tenebrosa parte oscura de Punta Cana, Bávaro, Verón y Cap Cana y con sangre de por medio. Con Dios. (DAG) 21.03.2025