lunes, junio 17, 2024
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Las constantes amenazas del gobierno estadounidense contra una Rusia a la que Washington insiste en presentar como nación beligerante,

Todos conocemos, que en la lucha de las gran potencias por tratar de tener siempre un mayor espacio de control y predominio, que haga factible que el contrario se modere, es un asunto, que de suyo, ningún pueblo o nación vasallos puede ignorar, por lo tanto, que ahora la administración Biden se haya planteado una inusual carrera armamentista con parámetros de guerra psicológica y propagandística y para que las demás naciones, asuman, que en el caso que nos ocupa, Rusia es la mala  dentro de semejante escenario de grandes intereses geoestratégicos ya desbordados.

Sin embargo. No necesariamente, la pretensión y en este caso estadounidense y como se está viendo por el desenvolvimiento de los acontecimientos “diplomáticos”, que más bien, parecería que la credibilidad en sus acciones la tiene la gran nación eslava y la que hasta ahora luce como la nación acosada y prácticamente agredida.

En este plano e independientemente al tremendo factor inflacionario que ahoga y desestabiliza la economía estadounidense, así como a las economías que dependen de ella, lo que todo el mundo no ignora, es que todo apunta, a que EEUU quiere llevar a la Federación de Rusia a un punto de tan máxima tensión,  que y aun cuando no lo quisiera, Moscú se vea impulsada a una guerra de supervivencia y simplemente, porque el ejército de mercenarios de la OTAN y como punta de lanza de Washington, estuviera decidido a librar una terrible situación de no nada de marcha atrás.

Nuestro criterio y por lo que trascendió a mediodía dominicano, de la reunión de esta mañana del consejo de seguridad ruso. Moscú está decidido a entender, que su obligación es con Rusia y frente a lo cual, de terminar Washington impulsando a más la locura guerrerista que patrocina, seguro que se presentaría, que si no todo el infierno, sí que una gran parte de este se desate, por lo menos en tres de los cinco continentes.

La guerra por lo tanto y de darse finalmente, se dará en el teatro de operaciones, Ucrania-Rusia y teniendo de marco de referencia a Bielorrusia. Dependiendo de la rudeza de como Moscú responda al accionar bélico occidental y en la medida que alguien dentro de la OTAN “se vuelva loco” e intente agredir directamente al pueblo ruso, entonces sería probable que se desatara una guerra más amplia y mucho más ahora, que las organizaciones determinantes de la política mundial: ONU-UE y otras siglas fachada del accionar estadounidense, abiertamente, no solo que han dado sus razones de apoyo a EEUU contra Rusia, sino que muchas de ellas están presentando un escenario belicista, digamos, tan compacto, que de desatarse una guerra abierta, no sorprendería que pudieran ser las victimas iniciales del infierno que se desate.

Por eso, si semejante situación extrema llegara a darse, ¿en qué tesitura, países como República Dominicana y otras naciones de este continente al sur del Río Grande deberían colocarse? y entendiendo de paso, que, si la gran potencia global regional está implicada de lleno en el desafío guerrerista, ¿qué no estaría obligada a accionar, para y por los medios que fuere, controlar a sus respectivos gobiernos vasallos?

Con razón el presidente Luis Abinader y adelantándose, a los acontecimientos, clamó por la ayuda divina para que tal guerra no pudiera darse, colocándose en consecuencia dentro de una actitud expectante, que, por cierto, para nada impedirá, que de una u otra forma y llegado el momento, no se alineara rápido y sumiso ante Washington. Pero, bastaría esa decisión, ¿para garantizar que esta nación saliera indemne de una confrontación, en la que, por lo menos tres naciones del área geográfica: Venezuela, Cuba y Nicaragua, seguro que se alienarían a favor de Moscú?

De llegarse a tal conclusión, entonces los dominicanos descubriríamos, que una guerra a más de 10 mil kilómetros de distancia, la tendríamos tan cerca, que sería imposible no asumir que ciertos efectos perturbadores de esta y como daños colaterales, no nos afectaran en carne propia.

Ni asumir también, que al gobierno de Abinader y dada la arrogancia que, para todo muestra, se le pudiera dar un consejo, pero es imposible y como parte de los pueblos que por las circunstancias explicadas podríamos quedar afectados y naturalmente, como dominicano, por lo menos, no advirtamos si nuestro joven presidente ha pensado siquiera por un momento, que pasos dar para proteger a la nación que gobierna.

En consecuencia, tampoco podemos ser irracionalmente optimistas en cuanto a que si del vendaval que hablamos se desata, podríamos librarnos de las peores acciones belicistas y de las que y al momento de estallar, no tendríamos la mejor posibilidad de salir con los menores daños y pérdidas. Quizás el gobierno podría tratar de arriesgarse a ser neutral, pero ¿cómo hacerlo, si el componente humano de la administración es aquel de base antiyanqui, que cuando la Guerra Fría pregonaba su adhesión a la URSS y su régimen comunista?

En política y nos referimos a la de las grandes potencias con matiz ideológico, las posiciones que se asumen en un momento dado, con los años pasan factura y tanto es esta realidad, de que si el escenario de guerra nos arropara a todos, se podría dar otro escenario típica y perturbadoramente dominicano: El de sálvese quien pueda y que de también ocurrir, lo más seguro fuera que el presidente Abinader tendría un frente desestabilizador interno por parte los excomunistas de antaño y nada dispuestos a que “la madre Rusia” fuera destruida por el conocido Tío Sam.

Entendemos pues, que el presidente Abinader, es el primero que debe otear perfectamente los diversos escenarios que se darán y desde el momento que entre hoy y mañana. Putin decida jugarse el todo por el todo, pero perdiendo poco de este y que, de suceder, las naciones y pueblos vasallos de ambas potencias globales deberán hacer sus respectivos sacrificios y lo que debe decirse, porque ahora mismo, en el gobierno dominicano no existen políticos con mentalidad de estadistas y guías de opinión con mentalidad geoestratégica de acuerdo al uso que presentamos en POR EL OJO DE LA CERRADURA y quienes en el peor, de los escenarios pudieran lograr tomar decisiones graves y sin hundir a la República y menos, malquistándose con sus vecinos.

De esta manera, todo es simple y con esta sola frase: Las constantes amenazas del gobierno estadounidense contra una Rusia a la que Washington insiste en presentar como nación beligerante, mientras todo el mundo observa, que son EEUU y aliados los que arman a Ucrania, ha desatado una ola de simpatías a favor de Putin, que en el gobierno de Biden debería llamarle mucho la atención. (DAG).

 

 

 

 

 

 

 

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