lunes, junio 17, 2024
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Las elecciones internas de cada partido incitan a una especie de desenfreno y por hacer creer que los cuatro principales tienen y cada uno….

Es más que compresible que los partidos políticos que pertenecen al club de la partidocracia, traten o intenten disputarse quien tiene más o mucho más de miembros inscritos ante la Junta Central Electoral y en función de ello, emitir un curioso esquema desinformativo de engaño mutuo.

Que lo intenten no es necesariamente malo, pero que se lo crean es mucho peor y tanto o parecido a la inusitada guerra de encuestas por encargos en las que los cuatro principales se han metido de lleno y no simplemente para confundir al público sino porque de ese modo e indirectamente, logran hacerle creer a los potenciales electores, que por el hecho de sus supuestas membresías, los ciudadanos en capacidad electoral han hipotecado su decisión personal y lo que significa, que como nunca antes la libertad de escogencia y de plano, ha sido vulnerada.

Por ejemplo, a esta mañana y a eso de las once, se supone que una amplia delegación del opositor Fuerza del Pueblo, acompañara a su presidente-candidato a depositar un registro de dos millones de miembros y que si realmente fuera verdad, esa colectividad política no se viera tan empeñada en tratar de convencer a la mayor cantidad de ciudadanos, de que su candidato y partido son la mejor opción electoralista y lo que ciertamente, semejante número no es del todo exacto.

Y esto así, porque si recordamos todo lo que en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se hacía en esta materia cuando el doctor Fernández era su presidente-candidato y quien en su desvarío electoralista llegó a patrocinar la entrega de más de veinte volúmenes de “inscritos” y conducido en una carretilla, de la que todavía nadie conoce cuál fue su destino final  y que sí fue parte de un espectáculo de máscaras y mentiras montado con el propósito de engaño.

Para aquel tiempo se hablaba de que el PLD de Fernández, “pasaba de los dos millones de inscritos”  y cuando se conoció el resultado electoral, se comprobó, que ni siquiera un millón de militantes votaron y debiendo ingeniárselas buscando al votante no registrado y lo que fue tendencia en las elecciones del año 2000, luego en las del 2004, siguiéndole en el 2008 y finalmente en el 2012. Es decir, en 3 torneos electorales, Fernández, ahora presidente de la Fuerza del Pueblo, nunca arrastró o motivó a dos millones de personas para que votaran por él.

Ante tales indicadores, fue evidente que el esfuerzo de aparentar que se tenían dos millones de ciudadanos registrados fue realmente infructuoso para aquella colectividad política y lo que también ocurrió para las elecciones del 2012, 2016 y también en las del 2020, último año en el que se demostró que el PLD había perdido la pujanza de años atrás.

Se tiene entonces, que si ahora se plantea, que después de 20 años en el ejercicio del poder, el partido morado no logró sus propias metas en cantidad de votantes propios, dice claramente y ahora con la situación que esa colectividad pasa, de escándalos tras escándalos y por hechos dolosos y corruptos cometidos en sus tiempos de poder, no da expectativas de un levantarse propiamente de las cenizas ni cosa parecida, aunque tampoco pudiera descartarse un inusitado resurgir si las circunstancias le fueran favorables.

Lo mismo ocurre, pero en otra dimensión, con su hermanastro, la Fuerza del Pueblo, que electoralmente todavía no ha dado credenciales electorales de fuerza propia y sí como organismo de alquiler a uno mayor. Recordemos que en el 2020 se sumó al actual partido en el poder, el Revolucionario Moderno (PRM) y para el año que viene, se entiende que encabezará un arcoíris de pequeños partidos de alquiler, aun cuando propagandísticamente, hace creer que es una organización que arroyará en los futuros comicios y lo que naturalmente está por verse.

Debe recordarse, que cuando un partido en el poder tiene articulado un esquema de propaganda continuo y creíble, es muy difícil que pueda perder en las urnas y la mayor prueba se tiene en el PRM.

Sin embargo, los tiempos han cambiado radicalmente, el electorado es más exigente y los tránsfugas han llegado a un alto grado de perfeccionamiento para acomodarse con los partidos que más les ofrezcan o que de antemano les den y la partidocracia y a diferencia de antaño, ahora confronta en paralelo una fuerte fuerza de oposición institucional y ante unos medios de comunicación, periodistas y comentaristas y también en la radio como en la televisión y las redes, que funcionan como supra partido al que se hace muy difícil mimar y si a cambio, los partidos y candidatos con mayores posibilidades electorales no les ofrecen o garantizan que sus privilegios no serán menguados. De hacerlo y como se ha visto, las elecciones se convierten en una mascarada mediática de trampas y felonías por la que la democracia es groseramente vulnerada y de lo que hasta ahora la población no ha caído en cuenta.

De hecho, lo que hay es un voto cautivo que se mueve entre el chisme y la diatriba mediática y enviando notas soporíferas de cómo es que esos medios de la prensa mercancía quieren que la gente se comporte. Frente a semejante desafío “institucional”, la partidocracia se encuentra realmente en desventaja y si los partidos no tienen certeza y nos referimos “a los grandes”, de obtener entre 350 mil a medio millón de votos cada uno o de articular una de alianzas que hagan enmudecer a los contrarios y generen que los electores  no tengan libertad de escogencia, necesariamente habría que hablar de que el proceso electoral del 2024 será igual o peor que todos los acaecidos y lo que significa, que si no tienen autoridad moral, conformarían un gobierno prácticamente sin legalidad ni legitimidad y por el hecho cierto, de ese indetenible sector abstencionista que antes no pasaba del 35 por ciento y ahora se vislumbra diez puntos más y que si el descrédito partidario continua, podría llegar a un 50 por ciento y lo que en términos electivos sería una catástrofe.

Solo estamos viendo el panorama que los mismos políticos y partidos están presentando y el tremendo desgano que tienen los futuros electores y que obliga a que seamos cautos en cualquier tipo de planteamiento que pudiera vislumbrar y para la República, unos resultados óptimos.

De ahí que formulemos la advertencia, de que parecería que las elecciones internas de cada partido incitan a una especie de desenfreno y por hacer creer que los cuatro principales, cada uno tiene entre un millón a dos millones de registrados y cuando en el padrón electoral no se llega ni a siete millones 600 mil. (DAG) 29.03.2023

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