Con las muertes naturales recientes de dos periodistas muy mentados, uno sí periodista y analista y el otro comunicador y comentarista simple y nos referimos a los señores Orlando Gil y Mario Rivadulla, una parte del país político y del sector mediático se ha ido de boca, emitiendo elogios desmesurados, que, por pérfidos, no le rinden un sincero homenaje de recordación a los ya idos y lo que se muestra con la ausencia de capilla ardiente en la propia sede del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).
En esto, el oportunismo de la baja burguesía arribista se ha hecho sentir y lo que es una lástima, porque se pierde la oportunidad de aquilatar en su justa dimensión, el aspecto profesional de los fallecidos y quienes, como todos, con parte buena y la otra mala, propias de la naturaleza humana, hicieron ciertamente, grandes aportes en procura de contribuir a la mejor de las convivencias entre los dominicanos y por lo que ahora que descienden a sus tumbas, con respeto les recordamos. (DAG)