lunes, junio 17, 2024
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Los matutinos más tradicionales niegan sistemáticamente el derecho del extranjero regularizado y con residencia legal, a adoptar la nacionalidad dominicana y menos, a que la negritud sea un concepto nacionalmente aceptado. El tiempo dirá

Del tema casi no se habla y mucho menos se somete a debate público, pero la realidad ha sido, que si el plan nacional de regularización del extranjero indocumentado, todavía muestra un déficit de no menos de 200 mil individuos que no se han podido registrar y por trabas burocráticas, se debe fundamentalmente al absurdo racismo y discriminación contra los ciudadanos haitianos o aquellos otros provenientes de islas-estados del Caribe Oriental de origen inglés, francés o de los Países Bajos y mayormente, casi todos marcadamente negros.

Esta realidad tan surrealista y en una nación definitivamente de negros y mulatos, mestizos y poca minoría blanca, se mantiene latente y debido a que la mayoría de los mass media criollos y los que están integrados por una mayoría negra o mulata, se mantiene una enfermiza campaña de discriminación racial y hasta por nacionalidad, en el caso de los haitianos o en contra de inmigrantes isleños de raza negra.

Tal situación, también hija de la ignorancia como de la falta de convivencia, por años, ha impedido que los extranjeros negros y los haitianos se hubiesen podido ganar sus espacios de manera normal entre los dominicanos y por lo que, para descubrirlo, bastaría ver como los mass media escritos se explayan sobre este particular.

Por ejemplo, a esta mañana, el matutino centenario capitaleño, publica y como si por ello hubiese que sorprenderse, que un reputado artista haitiano, Félix Cumbé, cuyo nombre real es el de Critz Sterlin y quien tiene 40 años viviendo en el territorio nacional y alborozado, anunció que se había hecho ciudadano dominicano.

Lo correcto debió de haber sido, que se ponderara, que ese artista, no solo se culturizó como nacional de este país, pues antes de serlo y como todo inmigrante, debió de vivir muchas etapas de acomodamiento y hasta lograr sintonizar con el sentimiento de las comunidades en que se desenvolvía, sino que el acontecimiento fue destacado gracias a su calidad artística, solo por eso, pues como negro, nunca.

Sin embargo, a nivel popular, el anuncio fue acogido con múltiples demostraciones de agrado y ante alguien, a quien sus vecinos y quienes le conocen, siempre lo han entendido dominicano. Debido a esa característica que acompañan al simpático artista y quien nunca a cometido ningún tipo de hecho que pudiera calificarse de desdoroso o de criminal y  al hacer su solicitud de adopción de la nacionalidad dominicana, no experimentó la terrible oposición abierta de toda una burocracia estatal siempre reacia a cumplirle a los ciudadanos y peor, si de quien se trata es uno negro y de poco saber convencer y como siempre le ocurre a los braceros y jornaleros haitianos que tocan en Interior y Policía en busca de su regularización y al ser un extranjero indocumentado y quienes muchos terminan deportados por haberse atrevido a buscar su legalización.

En cambio, nosotros creemos, que la aceptación del popular artista Félix Cumbé y como dominicano, debería de ser una oportunidad para que el gobierno inicie una intención marcada de buscarle solución a los miles de extranjeros indocumentados que todavía no pudieron acceder a los mecanismos de regularización en materia de inmigración y en vez de adoptar las políticas punitivas y persecutorias de los llamados “inspectores migratorios” cuyos comportamientos distan de ser civilizados.

Del mismo modo, toda esa prensa tradicional que solo repara sobre los ciudadanos negros o mulatos, cuando estos son protagonistas de hechos delictivos y ni hablar si se trata de inmigrantes haitianos, contra los que entonces motorizan una ola nacionalista solo de esos medios y los grupos minoritarios anti haitianos que les apoyan.

En este caso, el problema de toda esa prensa es grave. Pues su interés va dirigido a tratar de manipular las mentes de millones de dominicanos que no conocieron ni vivieron las luchas por la independencia y con el sólo propósito de recrear esa terrible historia negra de las luchas internas e intestinas entre los ciudadanos de tiempos de las colonias española y francesa y cada bando tratando de sobreponerse al otro y quienes ahora, convertidas y nacidas como dos Repúblicas soberanas e independientes, esa prensa distorsionadora e igual  su colega haitiana, quiere revivir aquellas pugnas y luchas del pasado, tal como si las generaciones actuales y  en las dos naciones, fueran culpables de semejantes episodios, que nunca han vivido y menos protagonizado.

Debido a semejante distorsión, es que los dominicanos nos encontramos con ese brote de prensa haitianofila y apoyado por ese reducto de supuestos “nacionalistas”, que detenidos en un pasado que ya fue superado, insisten en pretender que los dominicanos vivamos y lo que por ninguna circunstancia podría ser.

Todavía más, tarde o temprano y en la medida que determinadas barreras emocionales nacionalistas den paso al sentido correcto de la racionalidad bien entendida y en la medida también que los dominicanos entendamos que proporción de hogares nacionales están compuestos por matrimonios mixtos entre dominicanos y haitianos y el peso de estos en sus comunidades, sin duda que habrá un acercamiento poblacional binacional y como exactamente ya ocurre en Haití.

Lamentablemente, los sistemas político y mediático criollos solo abogan por la fusión de este país con EEUU y bajo el predicamento, de que allí se tienen cerca de dos millones de estadounidenses de origen dominicano y un millón de inmigrantes dominicanos y para nada, se acepta la realidad viva y que a nuestro modo de ver, hará cambiar y modificar a positivo, el concepto de esa nueva nacionalidad hibrida entre dominicanos y haitianos y sin que cada nación pudiera perder la esencia de su propia cultura. Situación, que antes de fin de este siglo, se verá que los habitantes de esta isla le habrán encontrado la vuelta y hablando en criollo, para fusionarse y buscarle un sentido pragmático a la evolución de sus respectivas nacionalidades.

Mientras tanto, los dominicanos estamos sujetos a las presiones infecundas de los matutinos más tradicionales, que niegan sistemáticamente el derecho del extranjero regularizado y con residencia legal, a adoptar la nacionalidad dominicana y menos, a que la negritud sea un concepto nacionalmente aceptado. El tiempo dirá. (DAG)

 

 

 

 

 

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