En la vida todo tiene sus consecuencias, por lo tanto, no hay nada dentro de los equipos, mercancías o vestuario de consumo que, al momento de ser desechados y lanzados en vertederos de cielo abierto, no queden como demostración patética del consumo desordenado de una sociedad que asume que puede permitirse determinadas liberalidades y por el solo afán de demostrar que se está en la moda y de esa prensa fácil y frívola que incita a que se adquiera más de lo necesario.
Ahora los terroristas medioambientales ponen el grito en el cielo porque en ciertos vertederos de provincias como de la capital nacional, el derroche de consumo sobre objetos y cosas superfluas estaría amenazando el medio ambiente, cuando esos grupos, lo primero que deben hacer es quejárseles y piquetear las oficinas de los gobiernos municipales en cuyos terrenos esa situación se presenta.
Pero hay también una demostración cruda de la falta de solidaridad por parte de la mayoría de esa clase media autodestructora, que prefiere consumir en exceso y para estar en la moda y que los vecinos vean o comprueben su “prosperidad”, cuando lo correcto debería de ser, que cada uno se constituya en un banco de regalo de ropa usada y antes de tirar esa ropa en vertederos y en otra demostración evidente, de que se vive en una sociedad que se hiere y conspira contra sí misma, cuando en este país son millones de personas las que se ayudarían recibiendo ropa u objetos usados y desechados. (OJO-DAG)
