Muchas veces y en un país como el dominicano en donde al autoritarismo se le profesa culto y desde los ámbitos mas insospechados, el ejercicio de la libertad de prensa, de información y de opinión se enmascaran dentro de un sistema de autocensura impuesto por los directores y jefes de redacción en los medios escritos o por parte de los productores ejecutivos en los programas electrónicos y quienes todos tienen a la dirección del matutino centenario capitaleño, como la muestra hiriente de lo que debe hacerse para impedir la libertad de palabra en sentido amplio.
Es por eso, que hasta que no naciera Internet, los periodistas no teníamos medio propio a mano para contrarrestar semejante abuso de poder dirigido a maniatar y silenciar a las voces independientes dentro de las redacciones periodísticas y lo que luego pasó como costumbre hecha ley para todos los ciudadanos en sentido general.
La dimensión de la destrucción de la libertad de palabra, información y opinión ha llegado al extremo, de que el dueño del Listín Diario, debió de aprovechar el homenaje hipócrita, pérfido e interesado que la presidencia del Senado le hiciera la semana pasada y para desmarcarse por primera vez de la “tradicional política de autocensura” que la dirección de su periódico impuso en los últimos cincuenta años y sus palabras fueron tan contundentes que su empleado director debió de publicar esta mañana una especie de mea culpa y citando a su jefe, Pepín Corripio, en lo que aquel expresara, al tiempo de concomitantemente el director aprovechó para puntualizar su opinión ““Entendimos (en relación con la libertad de expresión) que era una obligación moral mantenerla y preservarla desde nuestros medios de comunicación, por lo que desde ellos aupamos la libre expresión de las ideas haciendo que fueran, tal como reza nuestro slogan “la voz de todos”, por dar participación ecuánime, libre e independiente a las diferentes expresiones de pensamiento político y filosófico, en todas sus versiones”. (OJO-DAG)
