lunes, junio 17, 2024
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Más que diálogo, Haití busca una unidad de propósitos con relación a la aplicación de políticas dominicanas de interés binacional. Généus invita a entenderlo

De hecho, que la máxima autoridad haitiana de Exteriores plantee una comunicación más efectiva a nivel oficial entre los dos países, no es tampoco un asunto que no se pudiera aceptar, cuando lo que está de por medio, es una búsqueda correcta de políticas que robustezcan las relaciones compartidas y mucha más en asuntos de salud, migración y pandemia y por lo que su señalamiento en cuanto a que “la solución no se logrará unilateralmente", consideramos que marca un punto de inflexión abierto a un diálogo realista .

En este sentido, las expresiones utilizadas ayer en entrevista periodística en su país, por el reputado intelectual y ciudadano Jean Victor Généus, son las expresiones propias, de aquel que busca el afianzamiento de la convivencia binacional y sin dejar de reconocer los “extravíos” de parte y parte y por desencuentros ocasionales y siempre emocionales, entre funcionarios de los dos países, quienes por lo visto,  estos continúan viviendo en el siglo XVI, al estar de continuo reviviendo conflictos, hijos de aquellos días en los que las dos naciones trataban de afianzarse en su fuerte lucha frente a sus respectivas potencias coloniales.

Para empezar el nuevo cambio de políticas y paradigmas que el respetado Généus esbozó en la entrevista aludida, entendemos que debe comenzarse por la erradicación de los tantos prejuicios que constantemente han minado las políticas entre las dos naciones y cada una y sus respectivos gobiernos y entender, que el enfoque debe circunscribirse a lo que nos una y no al pugilato constante de opiniones divergentes sobre asuntos poco realistas.

Al menos, el canciller haitiano y cuando toca el tema de las ciudadanas de su país, a las que migración dominicana suele deportar con todo y estar en estado de preñez, observa y con muy buen tino, que aquellas que, si tienen sus documentos en regla, son respetadas por las autoridades dominicanas y lo que, de suyo, le quita hierro a la sensible situación.

Généus expresó: que las haitianas “debidamente autorizadas” seguirán teniendo acceso a hospitales, mientras que “otros” serán rechazados, al tiempo de sugerir otra política enfocada a enfrentar, neutralizar y destruir lo del conflictivo pasado y al decir, que “mientras tanto, los dos países deben tomar todas las medidas para neutralizar las redes de contrabandistas que alientan a las mujeres haitianas a utilizar los hospitales dominicanos mientras las explotan económicamente” y que es una sugerencia que al provenir del canciller del país transfronterizo, sin duda que hay que tomar muy en cuenta.

Recuérdese que sobre este particular, no son una ni dos las voces mediáticas o ciudadanas que nos hemos pronunciado con suma energía y para que la dirección de migración abandone sus asqueante política represiva anti derechos humanos y en lo atinente a la persecución de irregulares haitianos, que de tan crueles, recuerdan tiempos parecidos en época del nazismo, al momento que Alemania pretendía deportar, perseguir y matar a millones de ciudadanos de origen judío cuando la Segunda Guerra Mundial y que aquí y como ya se ha visto, los inspectores de migración copian al entrar a hospitales y clínicas y sacaban a las embarazadas y ya registradas, cuando lo correcto es permitirles que reciban sus tratamientos médicos respectivos.

A este día, parecería que la situación ha sido corregida, pero por lo que se escucha y se ve en los periódicos escritos criollos, hay sectores oficiales que se resisten a abandonar semejante políticas tan abusivas y que ha provocado, que en el caso de este medio, demandemos que se recuerde, que la República de Haití es nuestro primer socio comercial en el Caribe y el segundo en el mundo y en base al “detalle“, de que los haitianos nos compran mercancías dominicanas en un volumen tan alto y mucho más frente a las pocas compras dominicanas de productos haitianos, que por obligación hay que ofrecerles una compensación, natural en este tipo de casos de intercambios comerciales.

Y si esto es así, ¿porqué los dominicanos caemos en el error, de no querer entender, que si Haití nos compra un mínimo de 750 millones de dólares estadounidenses al año y los dominicanos no adquirimos ni siquiera 100 millones de dólares en el mismo lapso de productos haitianos, lo lógico fuera, que lo que se gaste en materia de atender las parturientas haitianas, esos dineros los viéramos como la parte compensatoria sobre las compras que nos hacen y de esa suerte, no haya necesidad alguna de persecución de la naturaleza ultrajante que comentamos?

Porque, es eso lo que hay que entender, que estamos obligados como país vendedor a compensar al país que nos compra y por el volumen de sus compras, lo que en materia comercial es una practica absolutamente normal y mucho más, cuando se trata de intercambio comercial entre países.

De entenderse esta realidad, no hay razón alguna para que a las parturientas haitianas no se les atienda en nuestros hospitales, por lo menos, hasta que se llegue al acuerdo del que se habló en el gobierno pasado, de construir tres hospitales en la parte fronteriza del territorio nacional, totalmente aprovisionados de equipos para atender las parturientas provenientes del país transfronterizo.

A nuestro modo de ver ese es un punto cardinal que los dominicanos debemos cumplir y sin objeciones politiqueras o patrioteras de ninguna naturaleza, como también, que nuestra cancillería atienda la queja sutil del canciller haitiano y en lo referente, a que cuando los dominicanos tratemos políticas dirigidas a convivir con el país vecino, se tenga el buen tacto de consultarles y como la mejor vía para impedir malos entendidos fortuitos, que con una buena explicación y buena voluntad  pudieran corregirse.

El canciller Généus y mostrando excelente tacto diplomático, en la entrevista concedida a un importante medio haitiano, fue sutil y al decir sobre este tema, aquello de: “Como todo buen médico que dialoga con su paciente, la República Dominicana debe dirigirse primero a nosotros por cuestiones que nos atañen directamente” y en lo que tiene razón, porque no es que se expresa como si un vecino estuviera por encima del otro, sino que en un natural plano de igualdad, hay que entender y aceptar un entendimiento justo y razonado entre los dos pueblos y sus respectivas naciones.

Haití y lo que se debe tener muy presente, está pasando por uno de los momentos más críticos de su vida en materia de ingobernabilidad extrema, apenas sin gobierno electo y sí con uno administrativo que quiere crear las condiciones para que uno nuevo nazca de unas elecciones libres y aun en esa situación tan delicada para su institucionalidad, Haití nos sigue comprando nuestros productos y mucho.

De ahí, que lo correcto tenga que ser y ahora que tenemos un gobierno dominicano de gran origen en comerciantes y mercaderes con ascendientes y descendientes haitianos, a su vez originarios en países árabes y otomanos y cuya contraparte haitiana, es prácticamente la elite de la economía de su país, que perfectamente, entre las clases gobernantes binacionales, es mucho lo que se puede lograr en materia de convivencia común y dejando a un lado lo que pudiera dividirnos y sí afianzar lo que en realidad nos une.

Criterio que creemos fundamentado y al decir, que más que diálogo, Haití busca una unidad de propósitos con relación a la aplicación de políticas dominicanas de interés binacional. Généus invita a entenderlo. (DAG)

 

 

 

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