lunes, junio 17, 2024
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Mientras el dominicano no acepte que la isla fue primero de habla aborigen y luego castellana y más tarde francesa y que del mismo territorio nacieron dos naciones y pueblos y los dos negros, mulatos, mestizos

 

El otro aspecto y decisivo, que impide que un dominicano negro o mulato acepte a un haitiano de igual color o raza que el suyo, estriba, en cuanto a que en la mayor parte de los 492 años que  los reinos de Castilla y Aragón  ejercieron su dominio colonial, se creó una concepción racial y cultural denominada criolla, (básicamente blanco español con aborigen) que facilitaba las cosas para  que desde Madrid se pudiera entender su dominio y vasallaje sin herir susceptibilidades por asuntos de hijos de iberos entendidos como “blancos” y socialmente bastardos, que eufemísticamente eran escondidos con el mote de criollo.

Asunto que fue a mayor, cuando a mitad del dominio colonial de la corona ibérica, el comercio de esclavos procedentes de África y todos, individuos de raza negra pura, el cruce de razas provocó el surgimiento del mulato (español blanco con negro) y el mestizo (español blanco con aborigen) o el de negro con aborigen que es el zambo y así sucesivamente. Sí debe hacerse notar que de la mezcla de blancos, aborígenes y negros surgieron 16 subdivisiones.

Sin embargo lo que interesa dilucidar, es que cuando el negro africano se arraiga en la isla, surge una forma idiomática nueva que en francés vulgar se llama patois (patuá) y que tuvo fundamento en la parte occidental de la isla, donde Francia logró penetrar debido a la absurda medida de las despoblaciones en los años 1500 y que fueron autoría del gobernador ibérico Osorio y en su incapacidad de cubrir toda la parte occidental isleña, fue por esta razón que el Haití de ahora empezó a conformarse en sus tiempos coloniales como área plantacionista esclavista francesa.

Entonces, a resultas de la decisión absurda de Osorio, la parte occidental empezó a poblarse con negros que hablaban patois, en tanto en la parte oriental controlada como colonia ibérica, se habla castellano o “español” y lo más singular, que como el ibérico rechazaba lo negro como raza, se generó un concepto elitista muy equivocado de que el negro representaba esclavitud, negritud y explotación servil, mientras el blanco hablaba de dominio y explotación autoritaria.

Semejante situación y de suyo, división de clases, provocó una ruptura cultural entre los dos pueblos y naciones que terminaron dueños de la isla y al extremo, de que todavía hoy y de lado y lado, existe una profunda animosidad sórdida y escondida que no permite el entendimiento efectivo entre sus sectores gobernantes y ambos, rechazando el entendimiento racial y humano que entre amplios segmentos de los pueblos haitianos y dominicanos de ahora, sí que existe.

Es, derivado de ello, que los sectores gobernantes no aceptan de buen grado la existencia de dominicanos de origen haitiano y de haitianos de origen dominicano y por el orden de cerca tres millones de individuos y creciendo cada año, mientras en la isla entera hay una población binacional cercana a los 24 millones de personas.

Solo hay un punto de inflexión, cuando ocurre una catástrofe natural nacional en la que el mejor posicionado económicamente va en auxilio del otro y como se vio en el 2010 con el terremoto que asoló a Haití y por el que, a horas de ocurrido, República Dominicana, pueblo y gobierno se volcó en ayudas humanitarias hacia Haití o lo otro, de cuando ha habido dictaduras y una trata de perseguir u hostigar a su propio pueblo, que el vecino ayuda y protege al que se exilia.

Mientras y ahora mismo, grupos políticos y sociales de los dos lados y con la etiqueta de ultranacionalistas, agitan y tratan de incentivar cierto tipo de nacionalismo extremo y que en la parte dominicana se encuentra personificado en un grupo  intelectualoide de agitadores pequeños burgueses, en el Instituto Duartiano, que entienden, que desde esta nación hay que expulsar a todo aquel individuo que sea de nacionalidad haitiana y sin importar, que en base a la mano de obra haitiana, es que la economía dominicana y junto a las inversiones de los capitalistas dominicanos, ha podido catapultarse a los niveles extraordinarios de tener una economía emergente a nivel tan extraordinario y dinámico, que en estos tiempos de pandemia y de guerra europea, mantiene un crecimiento que pocas naciones del llamado primer mundo pudieran igualar.

Pero no obstante la existencia de tales reductos de nacionalistas extremos, la realidad indica, que dominicanos y haitianos, sino se sienten amigos, tampoco sea que no se toleren y mucho menos, que no se autoprotejan y lo que da la probabilidad, de que al final, ambas naciones y pueblos puedan entenderse y sin perder sus respectivas idiosincrasias, en la necesidad de compartir y sobrevivir.

Ahora bien, hay un fenómeno social y migratorio binacional y que se inició con los estadounidenses de origen dominicano o haitiano respectivamente, gente la mayoría con mayor poder adquisitivo que sus pueblos originarios y quienes se han convertido en referentes sociales a imitar para los nacionales de ambos países, que si los dos pueblos se descuidan, pudiera suceder, que a mediados o a finales de este siglo, se presentara una verdadera amenaza naciente para su propio condición de naciones soberanas e independientes y con el fenómeno que se está generando, de extranjeros de origen dominicano o haitiano, pugnando porque sus naciones se fusionen con los EEUU o Canadá y según cada caso.

En este sentido, entendemos que los extremistas nacionalistas deberían prestarle la mayor de las atenciones a la posibilidad que observamos y no sin cierta inquietud y lo que deberían obligar a dominicanos y haitianos en la isla, a efectuar mesas redondas, asambleas o congresos para estudiar a profundidad el fenómeno social que ya se ve en el horizonte de ambas naciones y pueblos.

En consecuencia y para no alarmar ni irritar, creemos que el tema debe ser tocado con amplitud y nada de radicalismos y para buscar una posición común que obligue a los grupos gobernantes de ambos países, sus intelectuales, fuerzas vivas y sector mediático, a trazar una radiografía social, que por lo menos les obligue a pensar en cuanto a qué atenerse y que hacer.

Para empezar, quisiéramos generar el debate y comenzando por decir, que mientras el dominicano no acepte que la isla fue primero de habla aborigen y luego castellana y más tarde francesa y que del mismo territorio nacieron dos naciones y pueblos y los dos, negros, mulatos, mestizos. No habrá forma de que se acepte, que Haití es una realidad que está ahí y con la que hay que compartir. (DAG) 

 

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