Que una especie invasora aparezca de improviso en una zona urbana o que peloteros adinerados traigan animales salvajes para sus “zoológicos privados” o que traficantes de lo prohibido, entiendan que a este país se puede traer cualquier cosa o animal y dada la tremenda permisividad de las autoridades de Medio Ambiente en donde la descomposición moral es tal, que agroempresarios de Constanza mandaron a matar a su titular anterior y todavía a su asesino un suplidor de la entidad, sus patrocinadores han logrado que no llegue a juicio de fondo.
Lo único que habla, es de un país en tránsito de una descomposición moral que no respeta limites y lo que a diario se comprueba con esos policías asesinos que matan hasta por una picada de ojo, mientras desde otros estamentos militares se trafica con todo e incluso con trata de personas por la frontera y sin que, por lo visto, nadie dentro de ninguna área de control del Estado haga algo para parar en seco tanto desorden.
Si lo anterior se tiene en cuenta, no debe extrañar que unos jóvenes en el barrio capitaleño periférico de Cristo Rey hayan encontrado una de esas especies invasoras, un mapache y a cambio, exijan que el gobierno debe pagarles cien mil pesos por su captura y que es un animal que se espera llevar al zoológico nacional.
También habla de la absoluta pérdida de autoridad moral por parte de la policía y determinadas entidades uniformadas de persecución del crimen y el narcotráfico, como de uno que otro guardia en la frontera cometiendo reprochables excesos de abuso de poder y tráfico ilícito de personas.
Así las cosas, ¿cómo es que los tigueres de Cristo Rey involucrados en el secuestro del animal salvaje no van a exigir que se les pague, cuando en esta nación y comenzando con la mayoría de sus políticos y uno que otro miembro del sector mediático, nada escapa al afán desmedido de ser parte activa de la corrupción reinante? (DAG-OJO)