jueves, noviembre 14, 2024
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No es correcto decir que supuestamente “la sociedad moderna destruye a la nación”, cuando lo que ocurre es la repetición reiterada de que cada nueva generación trae su afán y propia realidad

Cada vez que un religioso y tanto cristiano católico como cualquier otro y marcadamente quien sea cristiano evangélico o protestante, pretende erigirse en guía de costumbres y civilidad, este siempre olvida, que toda generación y que es su razón de ser natural, va a propender a cambiar o modificar expresamente las costumbres e idiosincrasia de la pasada y que va de paso.

Sin embargo, estos religiosos, todavía entienden que ellos deben ser quienes guíen el proceso de cambio generacional, en tanto la generación vieja, la asumen como una que debe quedar estática pero enmarcada dentro del sentir y criterios de las religiones al uso.

Debido a ello, cada tiempo y cada ciclo y se está en el principio de uno nuevo, las viejas generaciones tienden a escandalizarse por los usos y costumbres de las nuevas y peor, creyendo que es su trabajo impedir que aquellas se expresen y hagan valer su sentir.

Así se tiene, que los viejos no quieren saber de la música de los nuevos y de ahí que en base al dominio y control que tienen de los reaccionarios medios de comunicación e información de masas tradicionales, se lanzan a librar necias batallas de opinión, que, en la mayoría de los casos, lo único que provocan, es que las generaciones nuevas se reafirmen en sus criterios y rechacen rotundamente aquellos otros en vías de paso.

De esta manera, el choque generacional se agudiza y los contrastes como los puntos de referencia encontrados tienden a crisparse. Aparte, de que todos conocemos la moral de hojalata que acompaña a muchos religiosos y quienes creen que nadie mide su capacidad y preparación religiosa en función del mayor o menor nivel de prácticas inmorales que practican y de las que muchos no son ajenos. Por ejemplo, la pederastia es el inri de muchos curas católicos en tanto el afán de lucro desordenado acompaña a los llamados evangélicos y protestantes.

No obstante, y sin ánimo de criticar a ninguno, muchos entendemos que esas desviaciones “conceptuales sobre la racionalidad de vida”, no solo que están marcadas por la misma naturaleza humana, sino que, en cierto modo, es la pasta por medio de la cual, la reflexión oportuna permite que ciertas practicas de orden moral desviado sean entendidas y sean vistas como las propias de la misma naturaleza humana.

Y esto así, porque no hay ser humano que algún momento, no que peque o se desvíe momentáneamente de su fe y desde el instante que la pasión de la carne le domine, sino que, si esta realidad se entiende, todas las personas podríamos perdonarnos o entendernos las unas y las otras y al tiempo de recogerse y volver a su fe.

Solo hay que repasar la historia del ser humano y para entender, que en la templanza que el espíritu debe tener para purificarse, está precisamente el por qué los humanos y muchas veces transgredimos las normas morales. Lo malo es, cuando algunos no quieren entender esa realidad y se erigen en contestatarios con voces flamígeras pretendiendo ser más puros, íntegros y honestos que los demás.

Porque la verdad debe ser dicha, todos y de una u otra forma pecamos. Pero cuando se es racional y decididamente se tiene formación de hogar, siempre se verá que el reencuentro de la moral individual es el mayor reconocimiento hacia la fe que se creía perdida.

En consecuencia, que curas y pastores les de por ser más moralistas de lo prudente y que algunos asuman una especie de fanatismo licencioso que los lleva y equivocadamente, a inmiscuirse en los asuntos terrenales y porque entonces desbordan y afectan sus propias competencias religiosas, lo único que al final genera, es esa especie de choque dialéctico entre posturas religiosas contrapuestas e hijas de la misma naturaleza humana.

Justo porque así lo entendemos es que creemos que cuando un pastor habla de que supuestamente “la sociedad moderna destruye a la nación”, veamos en quien lo dice, ese temor recóndito de no saber o no querer aceptarse así mismo y como el ser humano y material que es y que en un caso determinado, se ha conocido de pastores, que llevados de una especie de irraciocinio personal y privado, entonces tienden a caer en el vicio de la conceptualización equivoca y como aquella de justificar los asesinatos policiales y tal como si estos fueran la mejor herramienta para “limpiar” a la sociedad.

Naturalmente, en sus cinco sentidos, ese pastor que habló de ese modo, al minuto de expresarse, seguro que entendió el error de la expresión y por lo que, y recordando que todos somos seres humanos, lo correcto es pasar página y no darle una importancia más allá de lo prudente y por ser hija de cuando un religioso confunde su rol de guía de una feligresía, a pastor político militante de mentalidad estrecha y pasiones profundas y siempre equivocas.

Además, también hay que entender, que toda persona pública y curas y pastores lo son y en el calor de la prédica religiosa, siempre pueden caer en exageraciones de shock que por momentos pudieran nublar el sermón que emiten, pero que, para nada, estas necesariamente pudieran ser entendidas como criticas duras contra la sociedad.

Ahora bien, guste o no, los seres humanos siempre hemos buscado determinadas personas para que nos guíen en materia espiritual y religiosa, chamanes en épocas no tan antiguas y pastores y curas ahora y sí partimos de ahí y recordamos, que antes, el catolicismo vaticanista vendía indulgencias con las cuales auto financiarse o que Lutero colgó de la puerta de una catedral su notoria exegesis que dio paso a la más formidable revolución religiosa o de fe, que entonces haya que entender, que también dentro de lo religioso hay cambios y que en ciertos aspectos, hasta hay muestras de fanatismo religioso irracional y sin que por ello haya que decir que la sociedad moderna y en el ciclo que esté, destruya a la nación.

¿O acaso las tremendas transformaciones religiosas que todas las sociedades han tenido, no son el mejor ejemplo de que todo criterio o pensamiento termina siempre adaptándose a la realidad viva que imponen las nuevas generaciones?

Al contestar con objetividad, entonces se cae en cuenta, de que somos las personas y desde nuestro propio interior, quienes debemos aprender a cambiar y mucho más en un principio de año, donde lo nuevo seduce y siempre por su enigmática realidad. Si lo anterior se comprende, se verá porqué decimos que no es correcto plantear, que supuestamente “la sociedad moderna destruye a la nación”, cuando lo que ocurre, es la repetición reiterada de que cada nueva generación trae su afán y propia realidad. ¡Feliz año nuevo para todos! (DAG)

 

 

 

 

 

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