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Paradójicamente la renuncia forzosa del obispo Masalles, atrasó aún más para que el Papa favoreciera a la curia dominicana con un nuevo cardenal

Desde que el 14 de diciembre de 2016 llegara al obispado católico de la diócesis de Baní, el sacerdote Víctor Masalles de nacionalidad española (catalán) y de formación educativa y social dominicana, los sectores más conservadores de la curia  y en particular, quienes como individuos formados por el ultraconservador obispo metropolitano y cardenal, López Rodríguez, se resintieron enormemente y al entender, que un cura progresista entraba a sus dominios donde nada ocurre de extraordinario y  para que todo continue igual.

Por eso, se entendió como una extraordinaria odisea que el obispo Masalles hubiese podido mantenerse contra viento y marea en una diócesis conservadora, que como parte de un conglomerado religioso católico ultraconservador, nunca le miraría con buenos ojos y sí como la formidable amenaza de cambios y de los que, la curia dominicana estaba tan necesitada después de los años de control, de un cardenal ahora en retiro, que nunca se entendió súbdito de nada ni de nadie, sino como si realmente fuera un verdadero papa tropical, absolutista, arrogante y tirano.

Y ahora que han pasado veinte días de aquella renuncia sorpresiva que escondía el problema institucional mayor, de que el obispo de mentalidad más moderna, global,  realmente de apertura y cosmopolita y en ideas, proyectos e iniciativas y tan contrastantes con el atraso continuo de la jerarquía y curia locales, este entendió y sí quería evitar que  la confrontación directa que ya tenía frente a los demás miembros de la Conferencia del Episcopado Dominicano; anunció su renuncia y la que siempre fue mitad-verdad y mitad-mentira piadosa.

Simplemente, el resto de la CED se negaba rotundamente a darle más espacio, a un Masalles, que de joven fue un gran deportista de la natación a distancia y obteniendo premios y distinciones en competencias nacionales y extranjeras y siempre a favor dominicano y en muchos aspectos, más dominicano que los otros obispos y curas nacidos aquí y quien, de pronto se había convertido en un peligro para el conservadurismo católico local.

Consecuentemente y de ahí que desde hace dos años, el secretario  de la Nunciatura Apostólica (el control que el Vaticano dispone frente a la curia criolla) ya se sentía cansado de los tantos pasquines que recurrentemente se le enviaban y extrañamente, desde todos los despachos de las demás diócesis, advirtiendo sobre “la peligrosidad de las iniciativas heterodoxas que Masalles se tomaba”, en realidad y en el fondo, lo que había, era el temor de los atrasados obispos, a que sus mayores temores, que Masalles pudiera ser ungido cardenal se materializaran y porque todos entendían que sus puestos y privilegios se encontrarían en serios peligros.

Naturalmente y en ese críptico criterio cristero tan torcido y que tanta fama le ha dado a lo peor del obispado de este país y desde sus dos principales columnas en las diócesis de Santo Domingo y Santiago, contra Masalles se estableció una especie de peligrosa cabeza de playa y con el único propósito de derribarle y obligándole a renunciar y si quería evitar la especie de guerra civil que desde hacía dos años atrás la curia le libraba.

Con los tantos pasquines, prácticamente insoportables para la Nunciatura, al final  un resumen de uno que otro llegó al mismo despacho papal y el Sumo Pontífice y con todo de su mentalidad peronista socavadora de lo institucional, en principio, no le quedó otra que enviar sus agentes inspectores y quienes, con sus reportes, serían los que al final, harían que el papa tomara una que otra decisión.

Para empezar, lo que en el Vaticano vieron, fue que la estructura dictatorial de López Rodríguez continuaba incólume en el manejo diario de la curia y la que, de hecho, socavaba toda posibilidad de que la iglesia dominicana fuera una de avanzada y progresista, por eso y en una decisión que con los meses resultó reveladora, fue evidente que para el Papa Francisco no había tiempo para que la curia dominicana tuviera un nuevo cardenal, ni siquiera dos, como en ciertos despachos se sugería.

De paso, el criterio terminó abarcando al mismo Haití, donde la influencia de la curia dominicana siempre ha sido tomada en cuenta. Por eso, las dos iglesias isleñas quedaron casi en “proceso de excomunión”, al entenderse y en particular la dominicana, que sus votos de humildad y obediencia no estaban dirigidos propiamente hacia el Vaticano y sí hacia un cardenal en retiro, que con todo y lo enfermo terminal que está, solo con sus gestos y mirada ya un tanto débil, hacia valer su sentir o aquello que sus válidos y súcubos de todo, interpretaban.

Nada extraño entonces y, en consecuencia, que el tiempo de Víctor Masalles estaba contado. No podía evidenciar públicamente lo que pasaba y la lucha que libraba, pero tampoco era una persona que terminaría arrastrándose en obediencia ciega ante quienes y como sus iguales, ninguno tenía las dotes intelectuales y de formación de administración profesional que él exhibe, aparte de que la piedra de escándalo, era el cómo Masalles enfrentaba a los sectores sociales y políticos que trataban de imponer en la Constitución del Estado y el Código Penal, las tres casuales que impedirían la aplicación del aborto legal y en lo que era más conservador, que la curia que con persistencia le combatía.

En el fondo, lo que siempre hubo por parte de todos esos obispos y curas provincianos, era la fuerte envidia que le tienen y la que todavía no ha desparecido y aun cuando para el 12 de septiembre de 2023, el singular obispo y religioso, hacia pública su renuncia al obispado que dirigía y representaba.

Desprendiéndose de la misma, hubo el golpe final, ese que impidió que la Iglesia Católica dominicana no tuviera su ansiado nuevo cardenal y como se vió en las últimas designaciones formuladas hace tres días por el papa Francisco, al designar 21 y la mayoría, de países tercermundistas o de economías en desarrollo u emergentes.

Tanto fue esto y jugando contra toda posibilidad, aun con su renuncia como obispo, no como cura, Masalles no escapa a que en el Vaticano le den un golpe de timón a la atrasada curia católica criolla y Masalles pudiera resurgir cuando menos se espere. Francisco es un tipo de mentalidad rebelde y a ratos comunistoide y por lo tanto, siempre “sacramentalmente” peronista y como se le vio e sus tiempos en las comunas obreras periféricas peronistas de la capital argentina y ahora que se encuentra en la parte final de su vida, rica en valores, decisiones y experiencias, nada impediría que cualquier día, Masalles resurja como el brazo ejecutor que definitivamente estremezca a la curia dominicana y la obligue a cambiar de mentalidad y dejando atrás su estrecho provincialismo que le ha hecho desconectarse del país y de sus nuevas generaciones (desde el 1961 al presenta van cuatro generaciones de dominicanos no nacidos cuando la dictadura trujillista).

Mientras tanto y paradójicamente, es que decimos, que la renuncia forzosa del obispo Masalles, atrasó aún más para que el Papa favoreciera a la curia dominicana con un nuevo cardenal. Con Dios (DAG) 02.10.2023

 

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