Si nos vamos a las formas, podría decirse que el plan de emergencia ciudadana con salvaguarda militar, podría puntualizarse, que se parecería a otros anteriores, pero cuando vamos al fondo y vemos el discurso firme y reiterativo del presidente Luis Abinader de querer garantizar una paz social duradera y constante a favor de la ciudadanía, de inicio, ha empezado a dar sus frutos y no obstante los amagos de violencia criminal inducidos por ese periodismo amarillista que cree que puede aprovechar la circunstancia para tratar de mantener el mismo como atrasado concepto de pax romana a la que matutinos como el Listín Diario ha sido tan dados.
Es decir, si vemos y entendemos dentro de una justa perspectiva, que la iniciativa política de represión continua contra la delincuencia criminal y sin descuidar la propia y de años dentro de las filas policiales, se aparta totalmente de los esquemas caducos del pasado, es evidente y si la ciudadanía apoya al presidente, que hay posibilidades ciertas, de que esta vez la guerra del Estado contra la criminalidad, no solo que está asentada en bases reales, sino que muestra, que al gobierno dejar la demagogia a un lado, entonces se hace creíble que las autoridades están actuando en el justo camino de contención y represión y sin afectar los fueros ciudadanos, que por una u otra razón, en el pasado eran descuidados.
Por lo pronto y desde que se iniciaron los primeros pasos de esta nueva política menos de propaganda y sí de hechos ciertos, se nota y solo hay que observarlo en los barrios de la periferia capitaleña y del Gran Santo Domingo, que la ciudadanía empieza a tener un comienzo de respiro, mientras al mismo tiempo, las bandas juveniles barriales que eran patrocinadas y dirigida desde determinados cuarteles policiales y al desmantelarse dentro de la uniformada la madriguera de oficiales desertores de las leyes, que comienza a verse cierto mejoramiento en el control policial y una acentuada actitud de parte del y hablemos en criollo, del tigueraje barrial y este atenuado y también esperanzado, en que el gobierno hará lo posible por cambiar su situación de ausencia de empleo y de educación y de carencias absolutas por parte de sus familias.
En este aspecto, los mercados populares del Inespre están haciendo un trabajo, que de seguir, será visto como ejemplar y enormemente positivo, al tiempo que si en el ministerio de Agricultura asumen la iniciativa de mercados populares de víveres y verduras frescas o que en el Bagrícola se abra una ventanilla de préstamos fáciles para los pequeños emprendedores barriales, seguro que a corto plazo, la inestabilidad emocional que domina los ciudadanos de la periferia de las ciudades, podría ser atenuada y también debidamente conjurada.
Desde luego, ahora mismo, lo que se nota y observa, es que el garante de este tipo de nueva política de represión contra la delincuencia y de freno al hambre, la miseria y la desnudez barriales, es el mismo presidente Abinader, de quien una fuerte mayoría nacional, coincide en reconocerle determinación y buena fe en sus actuaciones y como gobernante que se sale del esquema tradicional de cómo hacer política desde el poder.
En cambio, lo que sí inquieta y en particular dentro de la clase media media a pobre, es esa inclinación y tipo de conducta torcida que miembros del liderazgo político mantienen contra Abinader y su gobierno y cómo especie de sello indeleble de una partidocracia que todavía cree que los perros se amarran con longanizas y por lo que, una y otra vez, los opositores hacen amagos de ver como pudieran desestabilizar la gestión gubernamental.
Solo hay que recordar, que todavía está fresco el amago del partido la Fuerza del Pueblo, de sonsacar al grupo intelectualoide de un solo individuo que representa el “centrista de izquierda y populista añadido” de José Francisco Peña Guaba, de anunciar un nuevo tipo de plataforma contestataria y en base a quince y tantas etiquetas políticas de alquiler y como base propagandística para hacer creer que el taimado expresidente Leonel Fernández dispusiera de una especie de “sólido bloque opositor renacido” y lo que el partido de gobierno, con muy buen tino y disposición logró que se cayera en su cuna.
Semejante comportamiento tan abusivo como desconsiderado y en un momento que en este país se están viviendo los efectos iniciales de la guerra económica de EEUU, Reino Unido y la UE contra Rusia, lo que habla, no es solo de terquedad y ausencia de sentido común, sino de especie de demagogia suicida por la que mucha gente pudiera quedar embaucada y equivocarse.
Y de lo que debe hacerse notar, que el comportamiento de la otra fuerza opositora orgánica, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y contra todo cuanto pudiera suponérsele, está dando evidentes muestras de madurez política y realizando una oposición correcta como sensata y para un momento de crisis económica, que requiere de la mejor de la buena voluntad por parte de los dominicanos, que creyendo en su país, no ven gobierno y sí ciudadanos y que sin dejar de ser críticos u opositores, saben anteponer los intereses permanentes de la República a los suyos propios y lo que en las presentes circunstancias, es una actitud valiente y considerada que por obligación hay que reconocer y también aplaudir.
Mientras tanto y contra todo pronóstico, Abinader está conduciendo y bien la nave del Estado y que podría ser mejor, si esa oposición suicida y de ánimo desestabilizador no le hiciera perder tiempo y tanto al gobierno como a lo mejor de las fuerzas vivas nacionales y en el ánimo colectivo de mantener a pie firme la nación que todos queremos y de la que muchos entendemos, que como nunca, necesita y requiere del concurso válido y positivo de la mayoría de sus hijos.
Algo de lo anterior se está viendo y que es un quehacer que se refuerza, con lo que parecería, que la política de Abinader de mano dura contra el crimen, podría tener resultados positivos y pese a la oposición silente de sus opositores y lo que hay que alentar. (DAG)
