lunes, junio 17, 2024
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PRM. Los Antirreeleccionistas del 2020 Cambiaron a Reeleccionistas al 2024. Y que es una muestra hiriente, de la hipocresía del “antirreeleccionismo” dominicano

Por años siempre hemos dicho que las posturas antirreeleccionistas de la mayoría de los dominicanos, son las propias del oportunismo de la baja burguesía depredadora y siempre dispuesta a escalar socialmente y sin importar como.

Primero, se empieza por abanderarse contra la relección presidencial, a la que le achacan todos los males habidos y por haber, pero sin nunca criticar ni oponerse a la reelección en el Congreso Nacional como en los gobiernos municipales.

De esa manera y sobre todo quienes se atreven a declararse como seudos izquierdistas o progresistas, quienes con una hipocresía que no tiene límites, cuando les llega el momento y por las posiciones de elección directa que ocupan, se encuentran de pronto, que como senadores, diputados, alcaldes y regidores se ven de improviso entrando en una fase reeleccionista propia, pero y aquí lo pérfido, de hacer ver lo menos posible que se quiere aspirar por nueva vez a la posición electiva que se ocupa.

Últimamente semejante situación de destape personal ha empezado a mostrarse y este el segundo punto, y desde que figuras como la senadora en el Distrito Nacional, Faride Raful y con una cara dura tremenda, a dicho públicamente que ella aspira a su reelección y sabiendo que tiene un 45-48 por ciento de rechazo dentro de su partido y casi un 50 por ciento a nivel de la población.

Pero ¿qué ocurre en este y otros casos?, que si bien en el 2020 lograron la posición en base a cierto trabajo político y más bien en dejarse ver donde el jefe los vea y lo que les mereció caer en su gracia. Ahora y en el caso del presidente Luis Abinader, realmente, este no tiene compromisos con nadie que ya esté en una posición de elección directa y toda vez, que es el trabajo político y de servicio público que esos funcionarios de elección estén haciendo, el que decidirá y a ojos de los miembros partidarios y luego de los votantes, si son o no merecedores de repetir en la posición.

Agréguesele a la situación, que, en estos cuatro años, otros prospectos políticos y la mayoría, más jóvenes o adultos de adecuada solvencia moral y pertenecientes a otros partidos y aparte del oficial, empiezan a presentar credenciales y para qué y en todo su derecho, ser opciones valederas de cambios generacionales en las funciones públicas de elección.

En este sentido, el presidente de la República, quien ya ha dado a entender que va por su reelección constitucional y que la Carta Magna le autoriza y al estar ejerciendo un primer periodo gubernativo, sin duda que ya ha entendido, que si quiere fortalecer su pretensión, deberá dejarse ver y acompañar de políticos y potenciales candidatos que se encuentren a nivel de percepción popular, en mucho mejores situaciones de escogencia y popularidad, que aquellos que ya están en curules y cargos de elección directa y como es el caso de la Raful a quien y desesperadamente su padre trata de presentar como si fuera algo así y “por su pureza”, con la virgen María.

Justo por ello, ha sido el proceso de las reservas de candidaturas, que es el esquema de protección y de garantía para la reelección presidencial o para las candidaturas presidenciales en los partidos opositores, pues sirven de salvaguardas para que los aspirantes presidenciales puedan decidir que aliados o compañeros quieren como aspirantes legislativos o municipales.

Al entenderse esta situación y en el caso del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y por los magros resultados que ofrecen muchos legisladores, alcaldes y regidores, el sentido común deberá obligarles a entender, que para estas elecciones y si no han hecho un trabajo político adecuado, será muy cuesta arriba que logren se señalados por las maquinarias partidarias para que ocupen cargos de elección directa.

Algunos, al caer en cuenta de cuál es su situación real, de inmediato salen buscando padrinos mediáticos en las redes sociales o en los cuchumiles programas de opinantes y mucho mejor si logran hablar con los dueños de estaciones de radio y televisión y programas de opinantes en el periodismo electrónico como en internet y para que los apadrinen o mejor, que ellos mismos salgan con sus propios programas y sin importarles los sucios compromisos personales a los que tengan que llegar.

Es decir, buscarán nuevos horizontes que les sirvan de contrapeso frente a su realidad, de que ya no son las figuras potencialmente sanas que para el 2020 se las tenía y confrontando un nuevo factor, que si donde acudan es algún productor radial o televisivo o uno de esos nuevos que dan pelas de lenguas en internet y a los que no atendieron con prebendas y sinecuras en estos tres años, sería bien dudoso de que pudieran lograr los apoyos necesarios para proyectarse ante los electores.

Mientras tanto, a nivel de partidos y al ser esta campaña electoral una continua hasta las elecciones de febrero y mayo del 2024, metidas de lleno dentro de una grave crisis económica existencial por la que entre la clase media-media a pueblo y debido a la inflación o por los pésimos manejos administrativos en las gerencias legislativas, municipales y de nivel presidencial respectivas, se ha abierto una verdadero canal de disgustos nada reprimidos y por parte de una población, que creía, que con el cambio en el 2020 les iría mejor y ahora ven, que de tener un empleo formal han pasado a informarles y sin posibilidad alguna de llegar a fin de mes, que entonces y por razones de sobrevivencia, siempre serán electores duros de convencer.

Y no hablamos del factor corrupción, porque en este país ser amigo de lo ajeno o actuar corruptamente y robarse a sí mismo, no es una situación que a una mayoría le quite el sueño y porque en este aspecto, más del noventa por ciento de los dominicanos son cómplices de sí mismos. Solo así se explica, que mientras haya candidatos que se han destacados como corruptos, entonces esos son los más atractivos para unas bases populares, que quieren ser como ellos e ir al poder a robar a todos y saquear al mismo Estado.

De ahí que sea duro decirlo y admitirlo, pero la realidad dominicana es de gran falsía e imposturas en materia de comportamiento de la moral pública desde el Estado, las falencias y aquí utilizamos la traducción bíblica, de trampa, engaño, falsedad y para describir una situación de Estado, en la que todos los actores públicos con copartícipes y mucho más, cuando estos se encuentran en el ejercicio del poder.

A lo anterior, agreguémosle, qué en el PRM, los antirreeleccionistas del 2020 cambiaron a reeleccionistas al 2024. Y que es una muestra hiriente de la hipocresía del “antirreeleccionismo” dominicano, que provoca que se debe concluir, con que electoralmente, lo que nos espera, no será nada de revolución moral y sí la grave tragedia de repetir las torpezas del pasado.

O sea, y para decirlo de forma descriptiva, que, si no ocurre un milagro, los dominicanos e institucionalmente, nos encontramos atrapados y sin salida y lo peor, por nuestras propias debilidades. ¿Lo prudente? No ser todo lo optimistas que se quisiera ser. (DAG) 05.07.2023

 

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