Puntajes: Economía 8: Reformas 2

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En un programa de televisión me preguntaron qué ¿opinaba del crecimiento económico en el país?

Le respondí que la economía era la menor de mis preocupaciones porque esta funciona como un carro cuando se le agota la batería. Se para momentáneamente y una vez alguien lo empuja enciende de inmediato y nadie lo detiene. Sucedió en las crisis del 1965, 1983 y finales del 90, en la crisis bancaria del 2003, en la crisis financiera mundial del 2008 y más recientemente con la pandemia en el 2020.

Salvo esos años, hemos crecido cerca del 6% del PIB promedio anual algo que pocos países del mundo han logrado.

¿Y cuál es la razón de ese crecimiento? Que entran demasiadas divisas para el tamaño de la economía. Remesas, zonas francas, exportación de oro y otros minerales, exportaciones de bienes, tráfico de droga, lavado de activos, inversión extranjera, turismo y endeudamiento externo. En los últimos años esas entradas de divisas rondaban los 35 mil millones de dólares y eso empuja cualquier economía.

¿Pero qué ha pasado con el desarrollo? Crecer es una cosa, pero desarrollarnos es otra. A pesar de ese alto crecimiento seguimos siendo pobres, con alto desempleo, salarios deprimidos, alta concentración del ingreso, unos servicios públicos precarios y una la corrupción vergonzosa. La pregunta que ustedes se harán es ¿cómo diablos resolvemos ese problema?

Simplemente bajando el puntaje de la economía a 7 y subiendo el de la reforma institucionales a 8. Ese es nuestro gran dilema. Si no hacemos las reformas que el país necesita en casi todos los ámbitos del quehacer publico podemos crecer al 10% y pobres seguiremos.

¿Ustedes creen que las economías “desarrolladas” llegaron ahí porque crecían al 7% y 8% anual? Pues no. Crecían menos del 5% pero hicieron grandes reformas en su sistema jurídico, en la salud y la educación, en los sectores de energía y agua potable, en la administración pública, en la seguridad social, en el transporte, en la transparencia institucional, en la transformación productiva y tecnológica y crearon suficiente confianza para que fluyeran hacia esos países capitales de todo del mundo, creando una poderosa clase media de alto consumo.

Ese es nuestro gran dilema. Impulsar las reformas que el país necesita para mejorar la distribución del ingreso y no preocuparse tanto en hacer crecer la economía. Ella lo hace por si sola. Creo que el presidente Abinader lo entiende perfectamente. Por: José Lois Malkun [Listín Diario]