lunes, junio 17, 2024
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¿Qué clase de Estado es este, que no brinda protección a la niñez y qué pueblo somos, que nos mostramos tan poco solidarios?

Ayer ocurrió un desafortunado como lamentable hecho de las muertes trágicas de tres menores entre dos y cinco años que fueron dejados por su madre -trabajadora doméstica- encerrados en su humilde vivienda y en lo que ella iba a su trabajo y que, al generarse una anormalidad en la estufa, provocó a su vez el estallido del cilindro de gas y por ello la tragedia que comentamos.

Lo primero que debe decirse, es que se está ante la muestra más horrorosa, de un Estado que con todo y los miles de millones de pesos que recauda a través del gobierno de turno, no dispone de los recursos necesarios para crear una red de jardines de infantes en los que las madres pobres puedan llevar a sus hijos.

Lo segundo, que da vergüenza que parte de la red de jardines de infancia creados por el gobierno anterior, todavía la mayoría no están operando y porque el nuevo, parecería que se ha desatendido de su funcionamiento

Y lo tercero, que existe en este país una población infantil de no menos tres millones de infantes y en el gobierno de Abinader, parecería que no hubiese el verdadero interés por socorrer a la niñez y en lo que en parte es responsabilidad inicial de quien sea la primera dama de la República.

Objetivamente pues, habría que achacar esas lamentables muertes a la responsabilidad moral de la señora del Presidente y de los funcionarios a cargo de los organismos, que se supone tienen y deben velar por la niñez y en particular, por la más desvalida y como lo es el caso que comentamos, ocurrido en una localidad periférica a la ciudad de Higüey en la zona Este.

Responsabilidades morales que deben ser precisadas y porque sorprende que esos organismos y la misma señora Raquel Arbaje, no hubiesen hecho y desde el primer día que empezó la nueva administración, un levantamiento sobre la estructura física y recursos que el Estado provee para esos fines y que si hubiesen estado implementados, ya mismo deberían de existir por lo menos un jardín infantil amplio en cada ciudad importante del territorio nacional, así como haber impulsado que los ricos que son parte del gobierno, generaran un fondo común para solidarizarse con esa niñez desvalida.

Al darse entonces esta situación de negligencia por un lado y de falta de interés por el otro, ahora nos encontramos, con que esta lamentable tragedia que ocurriera ayer en el sector La Gallera del municipio Savaleón de Higüey, provincia La Altagracia, nunca se habría producido y porque la madre trabajadora habría tenido un jardín de infantes cercano para llevar a sus hijitos.

Ahora resulta, que las criaturas están muertas y la madre, de la que no se conoce su identificación correcta y sí que es una inmigrante haitiana, se encuentra expuesta a ser apresada por el Estado que la desamparó y eventualmente ir a juicio y luego a prisión, cuando quienes deben estar en el banquillo de los acusados son todos esos funcionarios nacionales y municipales, que tienen a su responsabilidad velar por la niñez desvalida y quienes en cambio no lo hicieron.

Lo que nos recuerda, que en los pocos centros a favor de la niñez que hay en este país o instituciones a cargo de socorrerla, no se les tiene un centro de comida propio a nivel de comedor económico y mucho menos los utensilios más elementales para socorrerles y al extremo, que son las propias empleadas y condolidas, cuando se les presentan casos de que los infantes no tienen ni pampers, que ella sacan de lo poco que tienen y se los compran.

Mientras esta realidad sucede, los propagandistas oficiales se llenan sus bocas y proclamando los cientos de miles de millones de pesos que el gobierno central dispone y lo que de hecho es una terrible indecencia que merecería el rechazo más firme, toda vez que da vergüenza, que ese gobierno millonario y de multimillonarios, sea capaz de no tener planes específicos de ayuda y protección a la niñez desvalida y lo que esta desafortunada tragedia familiar de ayer nos lo recuerda de la manera más brutal.

Por supuesto, también la culpa moral recae sobre la arquidiócesis católica en Higüey y sus parroquias respectivas y ni hablar de las otras iglesias y cada una siempre pidiendo a más no poder y supuestamente “para los pobres”, las que también deberían disponer de centros de acogida para la niñez y como el mejor mecanismo comunitario para auxiliar a las familias menos favorecidas por la fortuna, responsabilidad social, que también recae entre el empresariado y comercio de Higüey y ni hablar entre los ciudadanos de clase media.

Llegado a este punto, desconocemos, como será que, de ahora en adelante las autoridades nacionales, pero también y en específico las municipales, van a actuar para que este tipo de hecho tan lamentable no vuelva a ocurrir y no solo en Higüey sino también en cualquier otro municipio y en cualquier otra provincia.

Autoridades que en conjunto deberían tener un censo al día de la cantidad de infantes y niños entre cero y diez años que deberían tener empadronados e igual un registro de las visitadoras sociales adscritas a Salud Pública que deberían tener la responsabilidad directa en materia de apoyo y socorro a la niñez.

Fenómeno tan hiriente este desapego institucional, que solo ocurre desde que las excelentes políticas de asistencia social de la dictadura de hace 61 años, se le prodigaba a aquella nación de no más 2.5 millones de habitantes y que en tiempos de “democracia”, abusiva e irresponsablemente han sido abandonadas por esta desvergonzada clase política tan depredadora que tenemos.

De ahí que ante el triste desenlace de un incendio no provocado por manos criminales, haya que solicitar que las autoridades policiales y judiciales dejen tranquila a la madre de los niños fallecidos tan terriblemente, pues al fin y al cabo, el dolor de madre que tiene y por no haber tenido un Estado que de a verdad la auxiliara en el cuido de sus pequeños, solo es equiparable a la grave situación, de todo un gobierno de ricos, incapaz de tenderle la mano a un hogar de pobres de solemnidad y con tres niños, más que merecedores del auxilio y el apoyo humanitario oficial y si es que este existiera.

Lo que nos obliga a preguntarnos: ¿Qué clase de Estado es este, que no brinda protección a la niñez y qué pueblo somos, que nos mostramos tan poco solidarios? Con Dios. (DAG)

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