lunes, junio 17, 2024
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¿Reelección? En política. Lo importante es marcar el tiempo correcto y no el que determinados intereses quieran

Vamos a ver, si al presidente Luis Abinader la Carta Magna le autoriza a que aspire a su única reelección. ¿Cuál es la razón de que se quieran apresurar los acontecimientos y mucho menos, cuando no es cierto que están dadas todas las condiciones para que el proyecto reeleccionista pudiera entendérsele vivo y perdurable?

En este sentido, no se entiende que hayan sectores oficialistas o tal vez dentro del clan familiar Abinader, que quisieran motorizar la propuesta, cuando aun el mismo presidente, sabe que no puede sentirse del todo confiable en que la idea prenda en el ánimo de la gente, aunque tampoco se puede negar que mediáticamente la misma es vista como una propuesta subjetivamente encantadora, pues como se conoce, en esta materia de candidaturas y aspiraciones políticas, no es lo que se quisiera sino lo que el tiempo marque lo que se pudiera hacer.

Y desde el momento que el concepto se entiende, automáticamente que la actitud recelosa o prudentemente llena de cautela debería de ser el escenario perfecto, toda vez que ahora mismo, es imposible juzgar las posibilidades reeleccionistas solo por la imagen viva y continua en los mass media y no tratar de auscultar con seriedad, las posibilidades per se o intrínsecas del presidente Abinader.

Recuérdese, que para ser presidente de la República o continuar como tal y originado en un sufragio libre y cierto, lo que realmente importa, es si el político efectivamente es idóneo para el cargo y si ya como presidente y juzgándoseles todos sus actos de administración, ha tenido o tuvo un manejo del que no se les pudiera objetar nada.

Al ser esta la realidad que se vive y que determina los pasos a seguir, también se llega al punto, de que es el accionar del mismo Abinader el que dirá, si efectivamente podría repetir en el cargo y toda vez y precisamente por ser un presidente en ejercicio aun novato, que se conoce -por lo menos a este día-que todavía no tiene un dominio pleno de su ejercicio de trabajo, aun que hay que reconocerle, que al final, parecería que podría lograr a ser visto como un potencial estadista.

Porque también hay que entender esto y en este tipo de aspiración y lo que también vale para todos los miembros activos de la partidocracia. La población y en particular los electores, ya no tienen una visión y menos una creencia cándida del ejercicio de la política y mucho menos de los políticos. Para todo el mundo, los políticos que nos gastamos y sus dirigentes, son una potencial asociación de malhechores que ha depredado abusivamente los recursos y los dineros de la nación y que es una visión extrema, propia de unos ciudadanos que han entendido, que a las posiciones públicas de elección se va a beneficiarse en lo personal y no a servirle con objetividad y honestidad a la nación.

¿Cuántos de estos políticos y a todos los niveles, no son parte o autores de la formidable ola de corrupción, que desde el 1970 del pasado siglo y con su repunte desde el año 2000 al 2020, muchos de ellos e incluidos expresidentes, han denunciado el terrible nivel de corrupción que abate a este país y al grado, de que uno de esos personajes, el expresidente Leonel Fernández, denunciara que la misma había llegado a un nivel cercano a los cien mil millones de pesos y peor, sin mostrar el carácter de denuncia y firmeza con los que hubiese podido evidenciar una denuncia concreta?

¿Acaso recientemente, en este gobierno no se han dado no menos de seis muestras de intentos de enriquecimiento ilícito por parte de los funcionarios implicados y por lo que Abinader se vió obligado a cancelarlos, suspenderlos o simplemente aislarlos de su administración y sin que realmente, al paso del tiempo, ninguno haya sido llevado a un juicio de fondo, mientras y como grave contradicción, al mismo tiempo su ministerio público arremete con los casos de corrupción del gobierno anterior?

¿Pudiera decirse realmente, que el Gobierno y como se debería, estuviera actuando con absoluta imparcialidad y objetividad en este quehacer, viéndose en cambio cierta inclinación, digamos forzosa y marcada en hechos realistas, de tratar de que los“desvíos procedimentales” solo abarquen a los contrarios y no a los suyos propios? Cuando este tipo de situación se produce, es muy difícil que un potencial candidato presidencial oficialista y como lo es Abinader, no pudiera ser cuestionado y hasta visto como parte de lo mismo.

De ahí que sea menester advertirle al oficialismo, que aun cuando Abinader y propagandísticamente luce un presidente capaz e inobjetable, tampoco es como para que sus responsables propagandísticos crean que él pudiera comer con su dama y sí asumir, que no obstante lo positivo de su mandato que concluye en agosto de 2024 y según el calendario electoral y con todo y ser un presidente que le ha imprimido un serio respeto a su quehacer como tal y ha ganado simpatías sobradas por su tan esforzado trabajo de servicio público realmente inobjetable. Pese a ello, todavía está lejos de que se le vea o entienda como el mejor candidato.

Más bien, lo que en este campo está ocurriendo, es el terrible interés de grupos económicos y financieros dueños de parte del sector mediático y aliados a otro sector de los intereses económicos que confluyen en el gobierno plutocrático presente y quienes por lo visto, entienden, que desde ahora hay que apresurar las apetencias reeleccionistas y lo que si ahora pasa y no se critica, es porque una buena parte de la clase media y de la misma población, todavía no ha razonado con la crudeza critica necesaria y hasta llegar a asumir y de alguna manera, que es lo que quieren esos sectores, del gobierno de Abinader y para que este  sea más que suyo.

Por otro lado, Abinader también comete un error grave y es el de creerse, que con los periodistas y propagandistas que tiene, la mayoría millonarios por el tráfico de influencias con pasados gobiernos y por lo nuevo que también se está viendo, con el suyo propio y los cañonazos de papeletas que les dispensa el aparato propagandístico oficial, solo podría disponer de una plataforma reeleccionista a prueba de todo y lo que rotundamente no es así.

Razonamiento que nos lleva a esta otra realidad, que si él no da “alpiste” y mucho más que todos los dineros que gastó para llegar a ser presidente en agosto de 2020 y en un país donde todo el mundo entiende que ser político es sinónimo de lo peor en materia de moralidad y de fechorías, no podrá arrancar y ganar nuevos adeptos de cara a su reelección y menos, cuando sus adversarios, son sacos de papeletas los que tienen para repartir y periodistas y medios lo saben.

Consecuentemente, entendemos y por ahora sin entrar en detalles, que el potencial presidente reeleccionista, debería recordar, que en política. Lo importante es marcar el tiempo correcto y no el que determinados intereses quieran y cuando todavía él no está en su tiempo. (DAG)

 

 

 

 

 

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