lunes, junio 17, 2024
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Se anuncia que ayer murieron de enfermedades y el mismo día, dos periodistas, quienes, en sus momentos decisivos, fueron auxiliados por otro de mayor presencia y autoridad política cómo líder de opinión

A sus 78 años, el maestro del periodismo y auténtico líder de opinión critica, el licenciado Daniel Adriano Gómez, recordó esta mañana y al momento de conocer la triste noticia de las muertes naturales de los periodistas, Mario Rivadulla y Orlando Gil, cuanto, de provechoso para ellos, fue el auxilio decisivo que DAG les diera en situaciones cruciales de sus vidas.

Rivadulla y para los años setenta del siglo pasado, tenía días de haber llegado exiliado a este país, cuando una mañana tocó la puerta de su hogar en la urbanización capitaleña El Portal, el periodista cubano Mario Rivadulla y a quien, Daniel Adriano no conocía y quien se le presentó diciendo y luego de presentarse, que excusara su visita, pero como a él se le había dicho, que si quería introducirse profesionalmente en este país, se le sugería que le contactara y ante lo cual, Gómez en ningún momento vaciló para introducirle personalmente en instancias de poder gubernamentales como económicas y apoyándole en su columna diaria de Por el Ojo de la Cerradura, creada el 19 de marzo de 1972 en el vespertino Ultima Hora. Nunca más se volvieron a tratar.

Respecto a Gil, el también analista político y luego de que el presidente Joaquín Balaguer le mencionara críticamente en una alocución a la nación y en la que también imputó escritos críticos contra su gobierno, al sacerdote y escritor, Robles Toledano, al que llamó “esa venenosa pluma de sacristía”.  El periodista maeño se vio envuelto en una serie de situaciones conflictivas, de las que ocurrían a resultas de la Guerra Fría ideológica que se libraba en el mundo en aquel entonces, que, si no hubiese sido por las intervenciones, tanto de Gómez como del entonces subsecretario de Estado de la presidencia y secretario privado de Balaguer, Rafael Bello Andino, Gil habría sido asesinado por “las fuerzas incontrolables” de las que hablaba aquel presidente.

Prácticamente, Daniel Adriano, se tiró encima salvarle la vida a Gil, al momento que una hermana de este, le visitó un domingo en su departamento-despacho en Gazcue y quien le puso en conocimiento de la persecución que corría su hermano y pidiéndole que interviniera ante Balaguer “de quien se que te escucha”. A partir de ahí, contactó a Gil, luego que ese domingo ya se había reunido con Balaguer al salir este del oficio religioso católico al que solía ir cada domingo en el Palacio Nacional y quien después de escucharle y no de buen talante, le dijo: “Muy bien, tráemelo mañana en la tarde aquí en Palacio” y ante lo cual, Gómez recurrió a Bello Andino, quien hizo el trámite burocrático de lugar.

La tarde-noche del lunes y teniendo a Gil a su lado, DAG se anunció en el ante despacho presidencial y al dejarles pasar y sentar a Gil en una de las butacas, fue donde Bello Andino a comunicarle la situación y quien ya enterado, le dijo: “Muy bien, quédate con él y espérame allí”…..pasaron cuatro horas desde las seis pm y a las diez de la noche y ya cuando el séquito presidencial se preparaba a salir, Bello Andino se acercó y junto a Gómez llevaron a Gil, quien para ese momento estuvo sumamente nervioso, al entrar al despacho presidencial, Bello Andino y casi en susurros le dijo a Gómez, “tú preséntalo”.

Y este, sosteniendo a Gil de un brazo, le dijo al presidente y al momento que caminaba para su ascensor: “Presidente este es el periodista Orlando Gil” y recibiendo este de Balaguer la siguiente reacción: Una mirada glacial y dura y dirigiéndose al periodista visitante: “Ah, pero todavía está vivo!”, palabras que provocaron en Gil, que si no hubiese estado agarrado de su brazo izquierdo por Daniel Adriano, se habría caído al suelo y ante lo cual, Bello Andino le auxilió agarrando a Gil por el otro.

Gómez le respondió y diciendo que Gil no era enemigo y sí un periodista independiente que criticaba al gobierno y nada más. Balaguer volvió a la carga con un “¿A sí?” y agregando: “Muy bien, mañana lo sacan del país, envíenlo donde él quiera, pero no lo quiero aquí”. “Muy bien Señor presidente”, fue la respuesta de Daniel Adriano, a quien, al momento, Bello Andino le hacía señas de que llevara a Gil a su despacho. Gil, muy delgado entonces, no habló ni media palabra y muy pálido, fue evidente que se refugiaba tras Daniel Adriano y Bello Andino.

DAG le llevó entonces al despacho de Bello Andino y ya en este, esperaron que el subsecretario despidiera al presidente. Al entrar, Bello le preguntó a Orlando Gil, “¿dónde quieres ir”? “España, dijo. Recibiendo de respuesta y dirigiéndose a Gómez, “vengan mañana que le tendré su pasaporte y visado”. Al salir, habría que decir, que Orlando recobró el aliento y en lo que Gómez, llevándole en su auto, se dirigieron a la casa de sus padres y donde vivía Gil en la calle Montecristi, en San Carlos.

En ruta a casa de Gil, Gómez le dijo: “Orlando, te sugiero que no te reúnas con Frank Cabral que está exiliado allí, por lo menos, no a lo inmediato” y recibiendo de respuesta un balbuceo, que DAG no creyó, “así haré”. Ya martes y de vuelta al despacho de Bello Andino y a solas en un baño anexo, Gil recibió lo prometido más un boleto aéreo. Para Daniel Adriano, quien esperaba en el despacho solitario, no hubo constancia de nada más y por lo que Gil le hiciera saber.

Hasta que dos días después Gil salía hacia España, Gómez respiró tranquilo al ver que el avión despegaba y llevando al acosado colega. Para su sorpresa y ya en Madrid, Daniel Adriano se enteró por Bello Andino: “¿Sabes quién lo recibió?”, y diciendo: “Frank. Por eso no se puede creer en la gente”. Frank Cabral y a ese momento, era una especie de conspirador impenitente.  En cuanto a DAG, nunca Gil le dio las gracias y tampoco volvió a ver a la hermana que le pidió el favor. Orlando duró un año en Madrid y como huésped de Cabral.

Crónica esta que traemos a colación y como reflejo de aquellos días tan terribles y en los que, Daniel Adriano, no solo fue quien en un acto en Palacio le presentó a Balaguer al también periodista Orlando Martínez, sino que por igual tuvo que ver con la reunión del jefe de redacción, Gregorio García Castro, primero con el general Nivar Seijas, entonces secretario de Estado de la Presidencia y luego y la misma noche, con el propio Balaguer y lo que será parte de otra crónica recordando estos hechos que han sido manipulados y tergiversados hacia lo infinito.

Recordamos pues a estos dos talentosos colegas y al decir, que se anuncia que ayer murieron de enfermedades y el mismo día, dos periodistas, quienes, en sus momentos decisivos, fueron auxiliados por otro de mayor presencia y autoridad política, cómo líder de opinión. (DAG)

 

 

 

 

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