lunes, junio 17, 2024
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¿Se puede confiar en Feijóo?

No son buenos tiempos para la política. Se ha impuesto la mentira, el populismo y la inconsistencia ideológica en algunos partidos y proyectos. No hay que perder la esperanza. Hace unos años, la política era una noble actividad que se basaba en el servicio público. No se la puede descalificar globalmente, pero hay personajes que sobran. No es por su ideología, algo que respeto, sino por su escasa cualificación y su fanatismo.

Hay un criterio que siempre me ha resultado clarificador y es determinar si un político ganaría más en la vida privada. Cuando es al revés resulta muy inquietante. Los ciudadanos cedimos la gestión de los asuntos públicos y sus presupuestos multimillonarios a personas de izquierdas inexpertas y «amigos» del partido.

Tras estos años de sanchismo, los españoles tienen la oportunidad de decidir si quieren más sanchismo o un cambio liderado por un gestor calificado que ha demostrado su eficacia al frente, entre otros, del Insalud, Correos y el gobierno de Galicia con cuatro mayorías absolutas.

No es un recién llegado, sino que es el resultado del mérito y la capacidad. Desde una pequeña aldea gallega, sin ser un pijo o un progre de padres acomodados, sacó una difícil oposición en cinco meses para ayudar a su familia cuando su padre se quedó sin trabajo.

Ni las elites de la izquierda ni de la derecha, la España que sabe lo que es el esfuerzo y el ascensor social basado en la educación. Galicia es una comunidad con una fuerte identidad, como sucede en otras autonomías, sustentada en una cultura y un idioma propio. Feijóo ha demostrado que ser gallego es una forma de ser español.

No hay que elegir, como quieren los independentistas catalanes, entre Galicia y España. Como catalán me siento muy identificado con lo que representa Feijóo y lo que hubiera querido para mi tierra. La ausencia de un conflicto identitario o idiomático demuestra que el PP lo ha hecho muy bien en Galicia y los nacionalistas y los socialistas catalanes, muy mal en Cataluña.

Hace años que conozco al candidato popular. Su condición de «hijo político» de un jurista extraordinario y una magnífica persona como José Manuel Romay Beccaría explica muchas cosas. Nunca hubiera apostado por un mediocre o un arribista. Les traté en la primera y segunda legislatura de Aznar.

Están unidos en que son personas de palabra, bien formadas y excelentes gestores. Lo primero resulta muy importante en estos tiempos, porque hay un sector de votantes que se preguntan si Feijóo cumplirá con sus compromisos. Tras la experiencia del sanchismo, donde las mentiras son cambios de opinión, los votantes del centro derecha quieren fiabilidad, compromiso e ideología. No son tiempos para tecnócratas, como sucedió durante el gobierno de Rajoy, sino para políticos que cumplan su palabra.

Estoy seguro de que el líder del PP derogará el sanchismo sin que le tiemble la mano. En el video que conocimos hace unos días para «mostrar a la persona que hay detrás de Feijóo» recordaba una frase de sus abuelos y sus padres: «haz las cosas bien, sé serio y piensa en los demás». No me cabe la menor duda de que se mantendrá firme en esa senda si alcanza la presidencia del Gobierno.

Hay una edad en la que no cambiamos. Le avala lo que ha hecho hasta ahora. Es lo que sucede con otros candidatos. Con Pedro Sánchez y Yolanda Díaz podemos esperar que siga el sanchismo con el apoyo de los herederos de ETA y los independentistas. No creo que nadie sea tan ingenuo como para pensar que Otegi, Junqueras y Puigdemont darán su apoyo gratis y sin esperar unas compensaciones que serán lesivas para el conjunto de los españoles.

El balance de esta legislatura es demoledor, como se ha podido comprobar con las cesiones a ERC, JxCat y Bildu. No hay más que acudir al BOE para constatar la realidad y acallar las mentiras de la izquierda política y mediática. Con respecto al gobierno de coalición es bueno recordar las revisiones de condenas provocadas por la ley del «solo sí es sí», firmada por Pedro Sánchez como presidente.

No era solo de Irene Montero. Es continuar con la guerra civilismo de las incívicas, sectarias y antihistóricas leyes de la memoria. Es consagrar el populismo, el autoritarismo democrático y la colonización del sector público, así como el asalto a la Justicia, la Fiscalía y el Tribunal Constitucional.

Por tanto, los españoles pueden elegir entre dos modelos. Las encuestas muestran un fuerte crecimiento del PP, aunque no se sabe si podrá gobernar en solitario o necesitará a Vox.

La izquierda política y mediática insiste en los riesgos de la ultraderecha para intentar movilizar a su electorado. Un ejemplo de esa inconsistencia ideológica y fanatismo la ofreció Patxi López al acusar al PP de «vender derechos que son de todos por sillones en los pactos que están haciendo con Vox». Esa referencia a los derechos muestra su total desconocimiento del Ordenamiento Constitucional y su sistema de garantías.

Es un superviviente y ahora toca agradar a Sánchez, aunque si se produce la derrota será el primer antisanchista. No creo que nadie se sorprenda. En primer lugar, Feijóo es una persona de palabra y ningún votante del centro derecha tiene que estar inquieto sobre lo que hará si llega a La Moncloa. A esto hay que añadir que Abascal no es ningún riesgo para la democracia a diferencia de lo que sucede con los comunistas, los antisistema, los herederos de ETA y los independentistas. Lo más importante que hará Feijóo es acabar con el sanchismo, el populismo y el fanatismo. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]

 

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