lunes, junio 17, 2024
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Si por el contrabando ilícito de gasolina en la frontera ahora se descubre que el Ejército no cubre todas las rutas para evitarlo, no se está en nada. Dineros y recursos desperdiciados

En la generalidad de los casos, siempre hemos entendido como correcto y hasta patriótico tratar de ser lo más solidarios posibles con los gobiernos y en materia de reforzamiento fronterizo y con mayor razón en este de Abinader, en el que es indudable que la Administración quiere ser la diferencia con relación a los empeños efectuados por gobiernos anteriores y a los que todavía, sobre este particular y con todas las evidentes complicidades en las que incurrieron, continuamos presumiendo que tuvieron buena fe.

Sin embargo, los hechos nos dicen lo contrario, que prácticamente es imposible controlar o evitar todo tipo de contrabando y por la terrible razón, de que, en la mayoría de los casos, son las mismas autoridades actuantes las responsables de los ilícitos y junto a las empresas clones o bizarras del comercio y la industria organizados, quienes siempre han querido pescar en río revuelto y lo que ahora es una práctica que no tiene punto de comparación.

Para empezar, es evidente que la presidencia de la República no hace nada con disponer millones de millones de pesos para consolidar en materia de seguridad e impenetrabilidad la frontera, cuando elementos militares y de los que y todavía se desconoce si son enviados por sus comandantes, son los primeros que patrocinan toda forma de ilícitos y los que van, desde dejar a propósito, que armas y equipos se dañen o se hagan inservibles para que entonces el Gobierno deba comprar mas o simplemente, que con “fantasmas” originados en los mismos cuarteles de la zona, entre oficiales y subalternos se desata una camaradería sospechosa en lo referente a tráfico ilícito de todo.

Desde luego, si se quisiera que hubiese controles efectivos, la corrupción se pudiera controlar y disminuir y aun cuando reconocemos que nunca podrá ser eliminada y por la naturaleza delincuencial de todos los actores civiles y militares y de ambas naciones, que participan en el drama.

Y es que con solo efectuar un rastreo contable forense sobre los bienes y activos de todos los militares allí en servicio y a partir del día que iniciaron el mismo, se podría determinar y por los bienes que la mayoría tienen, que los mismos fueron logrados actuando desaprensivamente y de una manera corrupta y colegiada y que es la razón por la que los jefes en la capital nacional no pueden detenerlos y sí encubrirlos, porque los mismos efectivos y entre tragos o en sus casas son los primeros en revelar la complicidad que se tiene.

Incluso, con este asunto del muro que se está construyendo y que parecería que esos intereses se han esmerado para obstaculizarlo, por sus cuatros costados, todo habla de corrupción a gran escala. Por ejemplo, ¿porqué la embajada israelita y sus técnicos del ramo se retiraron y con el proyecto que tenían de menor costo que el actual y mayor efectividad?

Naturalmente, comprendemos, que parecería que ningún presidente de la República puede sustraerse a aquella verdad expresada en años atrás por el presidente Joaquín Balaguer, cuando se refirió, que los lazos de la corrupción eran tales que solo podía entenderlos, como lo que llamó “la comida del boa” y lo que simplemente tenía que controlar y hacerse de la vista larga si quería sostenerse en el poder y sin tener que enfrentar sorpresivas mañas desestabilizadoras. El caso Tucano en uno de los gobiernos del presidente Leonel Fernández es más que “emblemático”.

Aun así, con semejantes “experiencias” y dado que es un nuevo tipo de generación que está en el disfrute y ejercicio del poder, muchos entendemos, que algo diferente pudiera hacer el presidente Abinader, sobre todo, cuando el primer mandatario ha demostrado y hasta ahora, que en materia de corrupción es inatacable en lo personal, aunque por razones de responsabilidad de Estado, como gobernante pudiera considerársele como el ultimo responsable de todo lo bueno o malo de su gobierno.

Ahora bien, lo cierto es, que el cuido de la frontera es un dolor permanente para quien sea gobierno y mucho más, cuando desde Haití no existe la mínima responsabilidad para que el gobierno provisional del país vecino pudiera hacer algo efectivo que impidiera la terrible degradación institucional que le abate y en momentos, que cerca de 100 bandas criminales de exmilitares y forajidos, en la práctica, son los que mandan en Haití.

Solo si se recuerda, que los autores materiales del magnicidio de hace un año fueron miembros de la oligarquía y de la burguesía de comerciantes y tenderos y la mayoría de origen árabe y ahora, todos asociados con sus iguales dominicanos y por razones de sangre o de negocios, es más que suficiente y para entender, que el mal de ingobernabilidad absoluta que abate al país transfronterizo tiene corresponsabilidades binacionales imposibles de ocultar.

Con razón entonces, que las bandas no puedan ser exterminadas si todo el que tiene peso de poder y dinero en Haití, estos son sus verdaderos patrocinadores y quienes las usan entre sí y como piezas garantistas de privilegios y territorios comerciales marcados.

Ya se descubre y como si no se supiera y por la escasez de combustibles allí, que ante los ojos de las mismas autoridades dominicanas, se ha iniciado un poderoso sistema de contrabando de combustibles de este país hacia el vecino y teniendo como punto de coincidencia las empresas de combustibles haitianas y sus iguales dominicanas en las que ambos grupos son socios y para engañar a las autoridades, las disfrazan con los contrabandistas menores en motores y a pie, que dizque “penetran por lugares y rincones inexplorados de la frontera y en donde no hay vigilancia”, cuento este que no se lo cree absolutamente nadie.

Mientras tanto y como demuestra un reporte noticioso: “Muchos llenan sus motocicletas en la gasolinera, luego se van a casa, la sacan y acumular galones", aseguró Johnny, que pidió ser identificado solo por su nombre”. Entendiendo esto, también está lo otro, ¿habría que meter preso a todo el que vive en la raya fronteriza o en su lugar, buscar las vías y para que definitivamente una intervención militar multinacional imponga un gobierno de fuerza y con miras a tratar de reorganizar de nuevo a Haití?

Lo cierto es, que ante semejante desorden generalizado que ha llevado a los vecinos a vivir y entenderse dentro de un estado fallido, para la seguridad y los intereses dominicanos, es imperiosamente necesario hacer algo, que por un lado, garantice el transporte comercial de los productos que el comercio haitiano nos compra y por el otro y establecido el orden y la civilidad, el tráfico de personas con libre paso dentro de la zona rayana (tres kilómetros a partir de la frontera hacia tierra dominicana y en donde se podría, crear zonas francas para industria y comercio y también de salud).

Pero para esto, todos los dominicanos y no solo el gobierno, deberíamos tener mente amplia y entender, que a Haití siempre hay que verlo como nuestro principal socio comercial y nuestra mayor fuente de mano de obra en el área y no como nuestro enemigo y como quisieran los irracionales y reaccionarios ultranacionalistas del Instituto Duartiano.

Debido a todo lo anterior y a modo de inicio para resolver la situación, que digamos y pongamos en el debate público, que si por el contrabando ilícito de gasolina en la frontera, ahora se descubre que el Ejército no cubre todas las rutas para evitarlo, no se está en nada. Dineros desperdiciados. (DAG)

 

 

 

 

 

 

 

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