Toffler y la transición energética

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En “La tercera ola” (1980), AlvinToffler anticipaba que las energías convencionales tenían sus días contados, pues “nadie le está inyectando combustibles fósiles al subsuelo”. Por depender de recursos no renovables como el carbón, el gas natural, el petróleo y el uranio, el fin de las energías convencionales era para él inevitable.

La contaminación ambiental era, en su opinión, otro factor que facilitaría el eventual predominio de las energías alternativas.

Pero el factor principal que aceleraría la transición sería la escalada de precios que vendría con la creciente escasez de combustibles, conforme se agotaran las reservas o cayera su extracción, sufriendo mientras tanto “recurrentes, posiblemente violentos síntomas de abstinencia”.

Quién le iba a decir a Toffler que se anticiparía en más de 40 años a la greenflación que hoy vivimos.
Encarecer las energías convencionales generaría el incentivo de mercado que precipitaría la adopción de fuentes alternativas y no contaminantes, pues sus precios pasarían a ser rentables en términos relativos.

Para Toffler dicha transición no puede concebirse como un proceso lineal, donde las turbinas de carbón fueran reemplazadas por instalaciones masivas de paneles solares o las centrales nucleares sustituidas por grandes fincas de molinos de viento.

Cada sistema energético responde, según Toffler, a los principios organizativos de la sociedad que los creó.
En la era industrial – de “segunda ola”, en su terminología – imperan la concentración y centralización. El gran tamaño de las generadoras resulta de sus requerimientos de economías de escala, cuya instalación y mantenimiento conlleva a su vez un alto costo de capital, dificultando la participación de operadores pequeños.

Toffler anticipaba que las energías alternativas se regirían por principios diametralmente opuestos. En vez de requerir grandes instalaciones, los paneles solares serían capaces de generar electricidad rentablemente a pequeña escala, haciendo posible su utilización descentralizada.

Los hechos le han dado la razón. Hay cada vez más casos de hogares y empresas, multifamiliares y edificios de oficinas que instalan y operan sus propios paneles solares.

Acogiéndose a la normativa vigente, mantienen su interconexión al sistema unificado de distribución para vender la energía que producen en exceso.

Cuando las energías alternativas se potencien mutuamente – con baterías más eficientes recargadas por paneles instalados en el techo de autobuses, casas y carros, o los molinos de viento produciendo hidrógeno para luego generar electricidad o alimentar el transporte– podrán reemplazar rentablemente las energías convencionales.
Las previsiones de Tofflerson útiles para orientar las decisiones de empresas, gobiernos y hogares.

Las generadoras convencionales seguirán siendo necesarias durante la transición. Deberán minimizar las emisiones contaminantes y reinvertir sus beneficios conscientes de que cambiará el modelo de negocios.
Desforestar laderas para instalar grandes parques solares responde a la vieja lógica, quedando además en riesgo por potenciales deslizamientos de tierra.

Los gobiernos deben facilitar la generación descentralizada instalando contadores inteligentes en empresas y hogares para que puedan vender al sistema la energía sobrante, interconectados por subestaciones actualizadas.
Urge así invertir más en transmisión y distribución para facilitar la adaptación de la matriz energética y minimizar el costo de la transición. Por: Federico Cuello [El Día]