Tras la descomunal frustración del resultado electoral –me dijo ayer uno de los políticos populares más solventes– Feijóo debió encargar a un intelectual vasco de envergadura o tal vez a un empresario con autoridad y prestigio, que iniciara la negociación con el Partido Nacionalista Vasco.
Y añadió enseguida: «Había que escudriñar en los problemas del PNV, en lo que necesita, a lo que aspira, al desafío de las próximas elecciones autonómicas, al acoso de Bildu. No hubiera estado de más analizar la situación familiar, personal y profesional de los cinco diputados peneuvistas. Y ya con conocimiento de causa emprender, poco a poco, sin estridencias, una negociación discreta porque el PP se ha quedado a cinco diputados de la mayoría absoluta y el PNV no es un partido de extrema izquierda, sino democristiano, y en su acción política respetuoso con la Constitución.
-Y qué ocurre –pregunté– ¿es que Feijóo no ha procedido con las cautelas y la prudencia que tú expones?
-En absoluto –contestó mi sabio interlocutor de cuyo nombre prefiero no acordarme–. Desde la prepotencia llamó a Andoni Ortuzar para plantearle una negociación a pecho descubierto. Y claro, se encontró con un portazo político estruendoso. Además, Feijóo, que se lleva bien con Urkullu, no tiene buena relación con Ortuzar.
-¿Y ahora qué?
-Pues tal vez hay poco que hacer porque, en principio, el entendimiento con el PNV está fracturado. Quizá, sin embargo, se pueda replantear una negociación indirecta, ya que un PP en el Gobierno tiene mucho que ofrecer a un partido que se encuentra en el mismo ámbito ideológico, si bien está claro que no sólo exigirá la ausencia de Vox en el Gobierno Feijóo.
-¿Y no existen otras vías?
-Existen, pero ninguna tan clara ni tan fácil como el apoyo del PNV. La torpeza negociadora de Feijóo conducirá muy probablemente a un nuevo Gobierno disparatado de Pedro Sánchez. Para alcanzar la mayoría absoluta, el actual presidente necesita la alianza con una veintena de partidos y partiditos, amén de negociar con un prófugo de la Justicia española, Carlos Puigdemont, que ya ha anunciado sus exigencias de amnistía y referéndum de autodeterminación. Lo probable, en todo caso, es que Sánchez se pliegue a las exigencias del prófugo, enmascarando la tropelía como ha hecho en otras ocasiones. Por: Luis María Anson [La Razón]
