lunes, junio 17, 2024
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Un país de ingratos y mal agradecidos, cuya gente y en mayoría, no valora lo que tiene y solo está presta a robar y a mentir. Balaguer. Hace 20 años falleció de muerte natural, el estadista forjador en lo positivo, de la nación de ahora y no hay recuerdo

Cuando se ausculta la parte mala del dominicano y sin excepción de jerarquía social, lo que se demuestra, es que el dominicano y en sentido amplio, aparte de ser un individuo sumiso y aparentemente dócil, al mismo tiempo hospitalario en la medida de lo que le puede sacar al objeto de su interés, es terriblemente envidioso y embaucador y de una moral tan laxa, que nada le importa y si por medio se encuentra el dinero o lleva interés a ese algo de quien ataca y al que envidia y trata de intrigar y hacerle daño.

Pero donde se sobredimensiona tanta maldad, se encuentra en la política como en los negocios y en el sector mediático y en grado casi surrealista en la búsqueda de privilegios y canonjías a costillas del Estado y mediante el gobierno de turno. Ahí su lema es el de todo vale: Honra, honor, decencia, limpieza de conducta, todo no le importa y si para cambiar de status social ese es el costo que debería de pagar.

Y estamos hablando del dominicano como individuo intrínsecamente dañino: Pendenciero, hablador, chismoso e intrigante y oportunista en grado sumo, pues si los del territorio nacional no son una monja de caridad, peor aquellos como inmigrantes en tierras lejanas, quienes en su desesperación por la lucha por la vida, no les importa denunciar al que llega ante Migración y si sabe que este no está con residencia legal y caer en cualquier extravío que le retribuye dinero y bienestar y de ahí su señero papel en el mundo de las drogas y el crimen, el lavado de activos y el asesinato por encargo.

Desde luego, tampoco se puede generalizar y sí entender que hay una mayoría que no tiene límites morales de ninguna especie. Drogas, vicios, prostitución, promiscuidad sexual y posiblemente como en cualquier otro conglomerado humano no dominicano. Pero como dominicano y analizando lo poco que sabemos del dominicano, está más que conocido que nada de lo que más arriba decimos, pudiera no retratarle.

Véase la política, el mundo mediático y el empresarial. Atiéndase sobre las fortunas mal habidas de estos últimos 61 años y se verá que el bosquejo descriptivo que hacemos queda pálido ante tan singular forma de vida tan desfachatada. ¿Cómo explicar por qué los individuos desde los 10 a 18 años y desde los barrios marginados de las ciudades, son los principales delincuentes y marcando territorio con el crimen, la droga y la prostitución?, ¿cómo entender, que quienes utilizan uniformes del Estado, tienen una representación delictual enormemente repulsiva y por lo criminal y amoral? ¿Qué decir de tanto empleador que impone el acoso sexual como su norma de dar empleo? Y cuando se conoce que los muy ricos están entregados a los peores placeres y estos siempre de mano con el uso de grandes cantidades de cocaína que imponen como condición para que otros sin dinero los acompañen en sus bacanales, ¿qué argumentar?

Definitivamente se está ante una sociedad enferma y por lo visto, casi imposible de cambiar. ¿Podría sorprender que un día como hoy y hace 20 años (14 de julio de 2002) muriera el extraordinario servidor público y gran presidente, Joaquín Balaguer y que, a este día, tantos que le aclamaban y se le inclinaban y se hicieron ricos, ninguno ahora le recuerda y al contrario, estigmatizan su memoria y las nuevas generaciones se refieren al estadista con desdén, burla y mucho escarnio?

La muestra se tiene en el terrible abandono de la casa familiar, ahora lugar de encuentro de chulos y proxenetas, prostitutas y drogadictos y simplemente, porque el obispo católico de la ciudad de Santiago no hizo lo correcto después que la residencia victoriana le fuera regalada para uso de las monjas y sin embargo la vendió y el nuevo dueño, la echó a perder y dejó en total abandono.  Y lo que demuestra cual es el terrible destino que le espera a todo servidor público de comportamiento recto y correcto y tanto dentro de la esfera pública como privada.

Por eso y viendo el gran maltrato, a la memoria del gobernante que tomó a su responsabilidad una nación destruida, dividida y casi aniquilada y en estado ignominioso de fideicomiso (la empleomanía pública era pagada por EEUU vía la Organización de Estados Americanos OEA) que haya que entender, que este país de ingratos, solo mientras se está arriba en el poder o en una posición inalcanzable para otros, es que los demás desde la pequeña burguesía buscan la relación y no porque sean amigos o menos enemigos y sí porque son esencialmente oportunistas.

De esta manera se llega a lo de ahora. A lo superfluo, lo ligero y frívolo, al pensamiento corto y a las ideas de expresión chica, a lo tuit. Donde solo lo importante es hacer dinero sin importar como y mientras una prensa infame, conducida y manejada por analfabetos funcionales en gran mayoría y al amparo de inescrupulosos barones mediáticos dueños de los medios de producción y empleo, deforman la realidad que se vive, pervierten valores y costumbres y enseñan a los demás, lo pueril y anodino, el no pensar mucho y solo aprender a ser vasallo del que puede otorgar posición, riqueza, señorío y tal como ahora se muestra por doquier, con una partidocracia absolutamente corrupta como corruptora a la que poco le importaría que la nave del Estado se hiciera pedazos y teniendo de anclaje a lo peor de la oligarquía que se tiene.

Y así vamos, atendiendo solo a lo inmediato y nada de miradas a largo trecho y dentro de una nación cuyos ciudadanos no tienen referentes morales ciertos y sí a toda una partida de gavilleros, quienes, como bandidos de escritorios, llevan 61 años asaltando al poder y más acentuado desde el 2004 al presente.

Naturalmente, al presentar esta semblanza, de suyo lúgubre, sobre una ciudadanía y una nación dignos de mejor suerte, solo rogamos a Dios que las nuevas generaciones políticas sean las que rescaten a esta, las instituciones y sus ciudadanos y por eso nunca dejaremos de pregonar que ese es el gran destino de las generaciones del 1967 y las del 1976, al tiempo que también con pudor, ofrecemos las excusas por este cuadro ríspido de la vida dominicana y para que se entienda, que ha llegado la hora de autocriticarnos y vernos tal cual somos.

Para lograr este deseo, solo recordamos esta verdad de que se vive en un país de ingratos y mal agradecidos, cuya gente y en mayoría, no valora lo que tiene y solo está presta a robar y a mentir. Balaguer. Hace 20 años falleció de muerte natural, el estadista forjador en lo positivo, de la nación de ahora y no hay recuerdo. Con Dios. (DAG)

 

 

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