jueves, diciembre 5, 2024

Una nube de paso

Puede que en el gobierno entiendan que todo está bien, que sus políticas van mucho mejor y que el presidente Abinader es ya un presidente-candidato que debe ser visto y etiquetado como triunfante. Puede que esa percepción, los del PRM asuman que es la misma y generalizada en toda la atrapada opinión pública o que gracias a su amplio aparato de propaganda que ha minado la imparcialidad periodística en los principales medios escritos y electrónicos nacionales, pocos dominicanos asuman que el discurso oficial no sea el correcto.

Sin embargo, parecería que a contrapelo de lo que dicen las encuestas que favorecen al oficialismo, parecería que mucha gente no está de acuerdo con la percepción oficial y por lo tanto, no son ni uno ni dos o tres los ciudadanos que ya miran con ojos críticos las políticas oficiales.

Por ejemplo, si se recuerda que el PRM canceló del aparato burocrático del Estado entre 400 a 600 mil empleados públicos que rápidamente fueron sustituidos por seguidores del PRM o enganchados de último momento a la referida formación, no es mucho lo que se pudiera encontrar de ciudadanos en capacidad de votar que favorezcan al oficialismo.

Todavía y lo más significativo, de buenas a primeras, el 80 por ciento de medios y periodistas, comunicadores y opinantes, no muestran ya el interés que mostraban en agosto de 2020 y por lo que ahora, el aparato de propaganda oficial, ni amenazando con suprimirles publicidad o prebendas, logra que la mayoría se pliegue a sus encomiendas o consignas, salvo el grupito de no menos 128 y medio que tienen ingresos millonarios desde el mismo mes que el PRM se instaló en el poder.

Paradójicamente, ha sido la mano abierta gubernamental para los periodistas que el gobierno entiende suyos, la piedra de escándalo que ahora empieza a recibir las mayores y peores críticas del sector mediático casi en pleno.

Desde luego, no es que se critique el hecho de que parte del periodismo sea subvencionado por el gobierno que esté, sino que los críticos coinciden, en cuanto a que el PRM y con el pretexto de que “había que tener dinero para enfrentar la pandemia”, realmente se le pasó la mano en esa materia y que fue lo que se entendió, con el duro ajuste de cuentas con el periodismo que no apoyaba al PRM.

Para nada, el PRM tomó en cuenta que los votos con los que el ahora partido oficial ganara las elecciones, realmente la mayoría no eran suyos y contrastando con lo otro tan significativo, de que el entonces candidato Abinader, él solo y lo que recordamos que muchos medios planteábamos, que él y solo, por sus simpatías, marrullerías y capacidad de neutralizar desafectos, obtuvo 500 mil votos orgánicos que el PRM nunca ha podido exhibir.

Es decir, las circunstancias de aquella época, en la que el grueso de los votantes querían castigar al entonces partido oficial PLD, impuso la normativa de mucha venganza a seguir y que se profundizara el mismo día aquel de las elecciones, que para fastidiar al gobierno saliente del PLD, la presidencia de la JCE impuso el cierre o suspensión de los comicios y generando un desagrado popular tan mayúsculo, que ciertamente la nación entera entendió que el PLD quería sabotear las elecciones, cuando en realidad, todo fue una trama de ajuste de cuentas del pleno de la JCE y su presidente, quienes disgustados con el entonces presidente Danilo Medina, querían que los comicios se fueran a la porra.

Justo por lo que se entendió una tremenda sinvergüencería, fue que el candidato Luis Abinader, media hora después de la interrupción de las votaciones, llamó al entonces presidente del tribunal electoral de primera instancia, la JCE, Julio César Castaños Guzmán y dándole una pela de lengua muy dominicana y ante lo que aquel candidato entendía que todo estaba dirigido a perjudicarle.

En realidad, todo era más prosaico. Los miembros del pleno querían proteger sus pensiones y aquí hay que observar, que por lo menos tres se opusieran rabiosamente y si vale el término, a la suspensión de los comicios, entre ellos una juez boquita picante y que ahora es productora de un medio electrónico de opinión “independiente”.

Todos sabemos pues, en que terminó la vagabundería desatada. Días después se repitieron los comicios y de manera arrolladora Abinader gana la candidatura presidencial impulsado por el medio millón de votos orgánicos suyos y los que arrastraron al millón y medio de votantes de otros partidos y en específico, la FP y el mismo PLD, cuya gente, aterrada ante la probabilidad de perder empleos, se jugó la cabeza a favor del Abinader y quien había prometido “que no cancelaré a nadie”, yéndose en masa a las urnas y a favor del PRM.

Ahora el panorama político preelectoral, parecería y a menos que no haya un cambio de políticas, que pudiera favorecer a la reelección constitucional e indicando que la misma no va en el derrotero que su aparato de propaganda dice. Sin embargo, quien subestime al presidente, es desconocer su característica, de que es un político que sabe pelear abajo y, por lo tanto, que fácilmente se puede llevar fuera del camino, al grupo que de los suyos, entienda que no están haciendo lo correcto en abono a su aspiración continuista y que la Constitución le reconoce al tener un primer mandato.

Abinader tiene ahora en contra la economía, el manejo no tan eficiente de la política respecto a Haití, su entrega casi inquietante de lealtad manifiesta al presidente de EEUU y con el que no deja de identificarse o asociarse y a nuestro juicio, un imponderable del que hablamos los otros días, los no menos de 4 millones de ciudadanos en capacidad de votar que se sienten agradecidos  por las políticas de rescate humano de los expresidentes Leonel y Danilo, que ahora y ante las tantas amarguras que pasa la gente, es un aspecto que en el gobierno no deberían dejar a la libre y para mayor extrañeza y de último momento, esa identificación personal suya con un siniestro influencer ex delincuente por drogas que fuera fichado en la DNCD, y lo que de seguro le costará no menos de 200 mil votos y solo en la zona colonial capitaleña y por el terrible desorden del pasado sábado.

En resumidas cuentas, políticamente hablando, se está ante lo más parecido a una nube de paso y será Abinader, con su inteligencia, carácter y marrullería, quien con sus actuaciones despeje dudas y se garantice prosélitos y en particular de fuera a su partido. De lo contrario, la nube de paso de la que hablamos podría convertirse en menos de siete meses, en su peor tormenta. Con Dios. (DAG) 02.11.2023

 

 

 

 

 

 

 

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