Desde que Rusia invadió a Ucrania en febrero de 2022 y teniendo de antecedente el apoderamiento de Crimea en el 2014, la Unión Europea decidió generar un nuevo tipo de política exterior fundamentada en sanciones económicas y accionar desestabilizador para erradicar gobiernos no de su gusto.
Tal actitud llevó a las naciones europeas entendidas como “principales” y con Alemania y Francia a la cabeza, por motorizar un fuerte accionar intervencionista en terceros países cuyos gobiernos no fueran de su agrado y lo que rápidamente fuera adoptado por Estado Unidos.
A partir de esta realidad, la política de Estado de respeto a los asuntos internos de cada país, fue un asunto que pasó a la historia y en el planeta se desarrolló la más increíble puesta en escena de desestabilización política general en países cuyos gobiernos anteriormente aliados a Europa, se encontraban en el borde de ser entendidos como enemigos y con el supuesto fundamento de que como la mayoría eran colonias de países europeos habían tomado una actitud contrapuesta a los intereses de las viejas potencias colonialistas.
De esa manera los asesinatos de jefes de Estado, el incentivar revoluciones o golpes de Estado o la última modalidad de desconocer elecciones porque la UE entienda que sus resultados no la favorecen y como pasó recién en Rumania y hasta se anuncia para las de Alemania, se convirtió en conjunto en la “cartera de opciones” que Europa entendía que podía utilizar con libertad absoluta.
A consecuencia de esos hechos y en menos de veinte años, Europa pasó a ser colonizada por los hijos de aquellos países, antes colonias y quienes, viviendo en la península europea, no solo que habían abrazado el Islam, sino que abiertamente y como ciudadanos nacidos en esos países, se entendían con el derecho de sojuzgarlos y dominarlos e imponiendo primero sus costumbres e idiosincrasias.
Hoy Europa no es ni por asomo, aquella anterior de raza blanca mayoritaria y modo de vida cristiano, sino una copia y nada al carbón de sus países originarios de África y Asia preponderantemente y en donde la negritud por un lado y la raza amarilla por el otro y junto a la aplicación de la charia y forma de vida musulmana, se encuentran prácticamente con una amplia porción de esos países controlados por gente originaria de las naciones anteriormente parte del imperio colonial europeo y diciéndose hindú, pakistaní, o africanas, etc., y para nada, identificándose con la idiosincrasia y cultura de los países europeos en los que nacieron como producto de la inmigración descontrolada de los últimos treinta años.
Para colmos y desde Bruselas, el gobierno de burócratas con la etiqueta de Unión Europea y al no tener representativos realmente de corte de estadistas sino burócratas de mentalidad mediocre y pueblerina e incapaces de entender el mundo en el que el resto de la humanidad vive y con sus malas prácticas interventoras, ha terminado por hundir a la vieja Europa en el grave mosaico de naciones desarraigadas y que ahora, a propósito de la guerra rusa-ucraniana, la mayoría de esos países han sido convertidos en territorios de experimentos de nuevas tecnologías o de guerra bacteriológica y sorprendentemente con Ucrania como muestra principal.
Este accionar europeísta y para describirlo de alguna manera, ahora ha tenido una variable significativa con el repunte del viejo imperialismo estadounidense, convertido en un peligroso instrumento de Estado en materia de desestabilización a gran escala y provocando, que como nunca, los países europeos prácticamente han dejado de existir para el binomio EEUU-UE y económicamente son una dependencia económica sometida a Washington.
El mismo esquema, pero con ligeras variables se ha querido imponer en la Venezuela chavista, donde un gobierno no del todo legal, pero menos legítimo, con las últimas elecciones de julio pasado a tratado de legitimarse y contando con una oposición internacional motorizada por Washington y Bruselas, que aprovecha el hecho de que el chavismo no ha podido demostrar su victoria electoral y que es su gran pecado institucional.
Sin embargo, ayer, ese gobierno, encabezado por el presidente Nicolás Maduro Moros (venezolano de origen colombiano) logró instalarse de acuerdo con los cánones constitucionales para un tercer mandato y que se supone terminará en el 2031 y contando con la presencia de una cincuentena de gobiernos de todo el planeta.
Si juzgamos el escenario que EEUU y la UE están montando, parecería que Maduro y su gobierno tendrían poco tiempo, aunque al respecto habría que tener cuidado y si se tiene en cuenta, que Venezuela cuenta ahora con un apoyo abierto de Rusia y el que llega hasta el aprovisionamiento de armamentos y contando con un ejército propio de no pocas calidades como tal.
En tanto y de contrapartida, Washington fija pagos millonarios a quienes apresen a Maduro y a sus principales auxiliares por narcotraficantes y lo que ocurre, en momentos que el sistema de justicia estadounidense condenó al presidente electo Donald Trump a ser el primer presidente delincuente y le deja sin pena por los 34 delitos del caso Stormy Daniels.
Paralelamente, varios países latinoamericanos se han prestado y se han identificado con las presiones de Washington y no queriendo estos darse cuenta, de que en la medida que ellos apoyen la desestabilización venezolana imponiéndola para derrocar al presidente Maduro, están creando las condiciones “objetivas” y para que igual trato se les dé y abiertamente como neo colonias estadounidenses.
Todavía más, ahora que el día 20 se supone que el presidente electo Trump jurará como presidente estadounidense y quien tiene una fuerte vocación totalitaria y guerrerista que tampoco esconde, que si por él fuera Venezuela sería invadida o que pudiera lanzarle el ejército privado de quien sea presidente de EU, sus 50 mil efectivos de sus fuerzas especiales que solo responden al primer mandatario o el otro, privado, de mercenarios; vendría a presentarse una inquietante escenografía, que solo habla de eliminar de cuajo los gobiernos no gratos a Trump.
Entonces y tratando de ser cautos, si algún consejo pudiéramos darles a los gobiernos vasallos de Washington y lo hacemos pensando en lo dicho por Kissinger en cuanto a que, si malo es ser enemigo de EEUU, peor y fatal es entenderse su amigo; sería el de que tuvieran tacto y manejo cuidadoso, pues si una cualidad siempre ha mostrado Trump, es que carece a lo absoluto de escrúpulos y que se entiende emperador del mundo, aparte de su gran incentivo, de conocer que el estadounidense del interior solo aspira a que el país se aísle o por lo contrario, que destruya y esté en guerra con todo aquel otro que no acepte su prepotencia y políticas.
Frente a ese comportamiento, nadie en el planeta puede decir, que en algún momento y como nación, gobierno o pueblo, no tendrá algún choque con EEUU y detrás de este con la UE, por eso que y a modo de tanteo inicial, solo queremos advertir, que en lo de Venezuela. Golpe de Estado como tal no hubo y sí el accionar osado, de un gobierno no legitimo a uno nuevo y legitimado, pero con fuerte repudio internacional y también con mucho apoyo popular. Con Dios. (DAG) 11.01.2025