A dos años de un certamen electoral y existiendo la autorización para una reelección presidencial constitucional, no debe ser extraño que funcionarios en todos los poderes públicos, se pronuncien sobre este particular.

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Desde el momento que la Constitución de la República autoriza al presidente Luis Abinader y por estar ejerciendo por primera vez la presidencia de la Nación, que tiene derecho a un a nueva repostulación, se entiende, que si no existe ningún impedimento constitucional, que el presidente entonces observe las probabilidades y posibilidades de darle concreción a tal autorización expresa.

En consecuencia y ya con dos de sus cuatro años en ejercicio, se debe de entender como el hecho o paso más natural, que el mismo Abinader empiece  a consultarse a sí mismo y consultar directamente a los ciudadanos con sus casi diarias visitas en función de su cargo por todo el territorio nacional y hasta formarse la idea exacta, de si está o no en condiciones de asumir el reto y que le sería facilitada esa decisión, por el marcado sello de positividad de cómo sus políticas de gobierno la nación las esté ponderando.

Y si efectivamente el criterio presidencial ya empieza a formarse una idea cabal de cual deberá de ser su decisión final, que también haya que entender la actitud de Abinader, de darse todo este año en consultas propias y para dar respuesta a la interrogante, que ya a nivel de la población, es una segura percepción de repetición en continuidad.

Ahora bien, lo complejo de la probabilidad planteada, es si realmente el partido en el poder está a un nivel aceptable de posibilidad cierta de respaldar la reelección constitucional y que, sin duda, es el otro factor que pesará determinantemente en el ánimo presidencial.

Lo que debe decirse, toda vez que es una realidad, que el “factor Abinader” como indicador de popularidad orgánica, es dos veces superior al que pudiera tener el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y ni se diga de la oposición y el que en estos momentos y no obstante el adecuado trabajo de su presidente y secretaria general, todavía no da los números necesarios, que puedan indicar, que el partido oficial como tal pudiera ser la mejor herramienta de impulso y sostén, a una reelección constitucional, que a diferencias de anteriores, no descansa en probabilidades casuísticas y sí en el trabajo determinante  del cabeza de gobierno.

Así las cosas, la estrategia a seguir, necesariamente que deberá fundamentarse en los pasos que Abinader realiza en estos momentos y en los otros de apoyo, que se supone el PRM realiza con éxito todos los días y que de no visualizarse con la certeza requerida, la reelección constitucional deberá entenderse en función de los apoyos personales que el presidente obtenga dentro de la sociedad civil y como herramienta de apoyo, para que las nuevas generaciones ente 18 y 34 años estén dispuestas a ofrecer  y que para materializarse y aquí volvemos a insistir en nuestra tesis del pasado jueves, de que las generaciones del 1967 como las del 1976 y si entienden y ven a Abinader como uno de los suyos con posibilidades electoralistas ciertas de continuidad, le brinden el apoyo más decisivo y sin la característica de parcialismos partidistas y sí como las circunstancias demandan, de apoyos generacionales amplios entre quienes tienen 18 a 55 años y piensan como nación y no como la perturbadora y corrompida partidocracia, que hasta ahora tiene bajo secuestro el sistema político y electoral de elección directa.

Pensando en esto último, fue que en la sección El País Político, lo planteamos por primera vez en esta edición, lo necesario de que se fortalezca la voluntad popular de elección mediante la implementación respecto a que quienes sean candidatos presidenciales opositores y que lleguen al segundo lugar en los resultados electorales, que estos tengan garantizada una curul como senador y el otro como diputado, pues al ser depositarios del peso electoral y aplastante directo de lo que quería la parte del país político que ellos representan, sería el adecuado punto de anclaje para que desde el Poder Legislativo haya una concreción de ideas y políticas y en función de los intereses del Estado y lo que de paso, al ser designados por el mismo periodo eleccionario para el Poder Ejecutivo, sean entendidos como  el presidente del senado y el presidente de Diputados al que los legisladores deberán de designar automáticamente al abrirse la legislatura el 16 de agosto siguiente en el año de elección.

A nuestro modo de ver, semejante propuesta de enmienda constitucional, facilitaría las cosas para que la nación se garantice la coherencia de políticas pro reactivas y no de sumisión entre uno y otro poder del Estado y con lo cual, la República se garantizaría a su vez una etapa de gobernanza o gobernabilidad, en la que el hasta ahora eterno canibalismo político, no haga presencia dentro de la nueva legislatura a partir del 2024 y al darse el elector,  la decisión, de quienes entiende a quienes eligió para ocupar los dos principales cargos legislativos y al tenor de como así mismo se expresó en lo que tiene que ver con el Poder Ejecutivo.

Se tendrían dos poderes de elección, como el Legislativo y el Ejecutivo, auténticamente representativos de la voluntad popular más realista y firme y manteniendo cada uno sus respectivas posiciones de ser contrapesos entre sí y sin que la partidocracia sin representación legal de elección no tenga calidad alguna para inmiscuirse en esos asuntos públicos, salvo en lo atinente a las decisiones domésticas de sus legisladores.

Como se habrá entendido, con nuestra propuesta, se daría una liquidación real del peso de decisión de facto que ahora la partidocracia tiene en los asuntos públicos y al crearse un sistema político de Estado con mayor representatividad legal operativa y cuya legitimidad sería indiscutible y lo más importante, manteniéndose como nunca antes los contrapesos constitucionales, que garanticen que la nación y a partir de mayo de 2024 esté controlada y bajo la influencia de sus nuevas generaciones y no porque la partidocracia pretenda ejercer tras las sombras, el poder que los electores nunca le han conferido.

Ante semejante probabilidad, sin duda que entendemos, que el presidente Luis Abinader podría ser el mejor agente de cambios estructurales ciertos y para que la nación resurja con unas nuevas generaciones plenamente maduras y cívicamente preparadas  para enfrentar los retos del nuevo tipo de gobernabilidad, que si se quiere cambiar estructuralmente, estas deberán hacer desde ahora,  el ejercicio de pensamiento cierto, de cual deberá de ser el cambio determinante que este país y su clase política están indefectiblemente obligados a darse.

Por eso y viendo todo el escenario político de ahora en perspectiva, no hay porqué sorprenderse de que hayan funcionarios dentro del Poder Ejecutivo o dentro del Municipal y en el mismo Legislativo, abogando por la reelección constitucional presidencial, al tiempo que se requiere, que de ahora en adelante también se piense en nación y no en caudillos y menos, cuando estos van en extinción y que como partidocracia, tanto daño le han provocado a la educación cívica y de responsabilidad política de la ciudadanía y en particular, de los mismos políticos que nos gastamos.

De ahí que consideremos correcto, que a dos años de un certamen electoral y existiendo la autorización para una reelección presidencial constitucional, no debe ser extraño que funcionarios en todos los poderes públicos se pronuncien sobre este particular. (DAG)