¿Cómo que no se está en campaña electoral? ¡Aquí se está y por partida doble!

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Solo alguien que no viva en este país y llegue de pronto, es quien podría entender que no se está en campaña electoral prematura, pues a diferencia de ese recién llegado, no hay nadie en todo el territorio nacional, que no asuma y ya entienda hasta “espontánea”, las miles y una formas, pretextos o trucos que utilizan los miembros de la partidocracia, partidos y políticos, activistas y comerciantes de la política, para mantener en un movimiento continuo la maquinaria electoral, haya o no elecciones, exista o no ley o reglamento que disponga lo contrario y en materia de fijar regulaciones y parámetros firmes para impedirlo.

Para empezar, quien primero lo hace y con el pretexto de que el cargo le facilita las cosas y su movimiento con el asunto de todo tipo de desplazamiento por ciudades y todo el país, es el político que en esos momentos sea el presidente de la República. En este sentido, ese ciudadano abusa de su ejercicio de poder y mucho más, si se le agrega la herramienta oportunista, de disponer de un fuerte aparato propagandístico que, con relación al resto de partidos y políticos, le ofrece una enorme ventaja comparativa difícil de superar.

En este plano, cada presidente se esmera en superar al otro, en tanto abiertamente y con sus contactos por todo el país, mantiene viva su particular maquinaria electoralista y la que se dinamiza cada día más, antes, con las llamadas y pérfidas “visitas sorpresas” y ahora, con estos desplazamientos diarios del actual presidente, Luis Abinader, quien con el pretexto de que está “transformando las instituciones y la mentalidad dominicana”, no hay día ni hora que no muestre su talante continuista y el que a casi 14 meses en el poder se muestre perturbadoramente aplastante.

Nada más hay que ver que la Constitución de la República y vía la ley orgánica respectiva, dispone que, sobre campañas electorales a destiempo, estas y bajo ningún concepto se puedan efectuar y que por más que el pleno de la Junta Central Electoral lo advierta, no ha habido gobierno y desde el 2004 hasta el presente, que haya acatado el singular llamado al orden, en tanto la otra instancia electoral del Tribunal Superior Electoral (TSE) no llama a capítulo sobre esta violación sistemática y constante a la ley electoral, al tribunal de primera instancia, que es la JCE y ambas instancias, necesitadas de la autorización del Poder Ejecutivo en lo relativo al presupuesto anual de las dos instituciones dizque “independientes”.

Para mayor descaro, nadie dentro del ámbito opositor y menos desde las fuerzas vivas o la sociedad civil, recalquemos, absolutamente nadie, exige el respeto debido de parte de gobiernos, políticos y opositores al mandato legal en tanto y perversamente, las grandes cabeceras periodísticas y también taimadamente, solo se limitan a hacerse eco de las quejas de la JCE, en tanto por vía de un irrespetuoso esquema publicitario, indirectamente, alientan a que el mercado electoral se mantenga en dinámica y pura y porque su materialización les significa a todos esos medios dentro de la prensa mercancía, nada menos que un ingreso no menor y fijo de no menos 250 millones de pesos por mes en tiempos no electorales.

Es decir, se vive dentro de una especie de ambiente ensayado de precampaña electoral mediática, que gobiernos y políticos y los partidos de estos, refuerzan con sus presupuestos publicitarios y los que, en la mayoría de los casos, son dineros provenientes y esto hay que decirlo sin exagerar, del narco y el lavado de activos.

Pero si lo anterior es una muestra diaria de la irresponsabilidad y desfachatez de gobiernos, opositores y políticos y de las fuerzas sociales y económicas interesadas en que el mercado político se mantengan en actividad continua, ni hablemos de la gran sorpresa que recae en los observadores de la peculiar situación, a estos darse cuenta de que tanta trampa expositiva e hipocresía social como mediática, es apoyada y respaldada en silencio, por la mayoría de la misma población y con el pretexto, de que no menos 600 mil dominicanos que trabajan dentro de la Administración Püblica y otra cantidad igual en el sector privado, por razones directas e intereses pecaminosos comunes, confluyen en el mismo criterio político, de no dejar tranquilo ni por un instante el mercado electoral.

¿Por qué sucede el fenómeno anterior?, porque la baja y mediana burguesía y en su enfermizo interés en trepar en la escala social y sin importar como, sus miembros alientan los peores instintos de ellos mismos y del grueso de esa población formada por los ciudadanos de a pie, a los que les ofrecen villas y castillas a la par de todo ese aparato mediático, dispuesto siempre y políticamente, a poner al país político todo boca arriba y en base a la peor de las manipulaciones y con el solo propósito, de que la nación se mantenga dentro de una parafernalia continua de propaganda y contrapropaganda electoral dizque clandestinas.

De este modo, parecería que nada se pudiera hacer y que cada año y gobierno va o gobierno viene, siempre es el mismo estallido de hipocresía calculada y con tal de que cuando llegue el periodo electoral de elecciones periódicas cada cuatro años, los actores políticos se encuentren y a su decir, “mejor posicionados”.

De ahí que sea inútil y por lo que se está viendo, que alguna voz o voces aisladas pretendan que todo el mundo se ajuste a derecho, cuando en realidad, el gran dominador de la vida nacional: Los dineros del narcotráfico como del lavado de activos, son quienes en verdad determinan las vidas de los políticos y de sus partidos y ahora ocultos, detrás de las pretensiones de presidentes y expresidentes, unos y como el actual, viajando continuamente y buscando hacerse conocer apabullantemente por todo el país, en tanto otros y como expresidentes opositores, dizque efectuando “labores reorganizativas” de sus partidos y por todo el país y como desde hace días ha emprendido el taimado expresidente Leonel Fernández.

Así las cosas y dado que a estos niveles no hay sanciones para nadie y legisladores como fiscales y jueces, andan a la libre y cada quien imponiendo sus particulares interpretaciones de los textos legales, la partidocracia como tal y como nunca antes, domina la vida nacional y aplasta a quienes disientan de sus pretensiones continuistas de abusos de poder y ahora, con este resurgir pecaminoso de unos niveles de corrupción política, social, administrativa, empresarial, cultural y mediática totalmente inmunes e impunes a todo, hacen y deshacen sin que por lo visto exista un organismo superior que definitivamente imponga que todos estos actores respetaran el estado de derecho. Por eso nos preguntamos y contestando afirmativamente: ¿Cómo que no se está en campaña electoral? ¡Aquí se está y por partida doble! ¡Qué Dios nos asista! (DAG)