Dentro de la burocracia estatal hay una casta de pensionados privilegiados, que, de hecho, están al servicio de partidos opositores

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Desde que se averigua que el Estado tiene cerca de 600 mil empleos y que al mismo tiempo casi 50 mil exfuncionarios disfrutan de pensiones adineradas o millonarias y que este grupo se ha constituido en una especie de casta que impone sus criterios al interior de los principales partidos opositores, de inmediato se cae en cuenta, de que los grandes privilegiados del sistema son expresidentes y exministros y exdirectores generales, que ejercen una gran influencia y muy por encima de los dirigentes y militantes de sus respectivos partidos y ni hablar del resto de la ciudadanía o del aparato burocrático estatal.

Y hablamos del gobierno central, no de organismos descentralizados y en particular de los financieros, donde sus incumbentes y de gerentes para arriba viven dentro de un ámbito privilegiado tan extraordinario, que cuando se viene a ver, la mayoría de esos empleados ejecutivos disponen de ingresos y privilegios al parecer infinitos y para no hablar de cuentas bancarias abultadas y bienes inmuebles de valer y lo que en conjunto se suman a la casta central de la que hablamos y que se encuentra al más alto nivel en la burguesía.

Porque no es que la persona -profesional o no- que brinde sus servicios al Estado y sus organismos descentralizados no tenga derecho a progresar y en correspondencia a sus esfuerzos profesionales y entrega de trabajo, sino que esos nichos se constituyan en parte de un núcleo de supra privilegiados, que cuando se viene a ver, son los desconocidos poderes fácticos internos que están por encima de comités, funcionarios y políticos del aparato burocrático del Estado y quienes en muchos casos, son los que dirigen o manejan los hilos que conducen al poder dentro de los partidos políticos a los que se deben y que es en este punto el aspecto critico que entendemos debe ser ponderado y estudiado y para que se busque un adecuado y práctico mecanismo de control que haga imposible que dentro de los cargos públicos haya una casta de privilegiados que le hacen contrapeso y para su provecho, a la institucionalidad existente. Solo esto advertimos. (DAG-OJO)