El absurdo crecimiento de la partidocracia y la corrupción militar-policial, es el Talón de Aquiles que impide que nuestra autodefensa frente al Haití fallido pueda ser entendida como justamente moral

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¿En qué cabeza cabe, que este país pudiera ser visto como uno serio, si se tiene 27 partidos y organizaciones políticas y hay más de 54 nuevas que esperan reconocimiento oficial, al tiempo que, dentro de nuestras Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, la mancha indeleble de la corrupción al nivel más escandaloso, es el factor que prima tras la careta de defensa de la nación y del orden público?

¿Cómo es posible que nuestra clase política sea tan vil, que no se tiene la entereza de ordenarle a sus lacayos senadores y diputados, que defiendan la República y parando en seco la gran cantidad de partidos y movimientos políticos, cuando se conoce, que todos y repetimos, todos sin excepción, lo que buscan es el enriquecimiento personal de sus dirigentes y miembros y tomando por asalto el presupuesto de la Nación?

¿Quién ha dicho que en este país  se puede tener semejante cantidad de organizaciones políticas de corte electoral, cuando estás deben estar limitadas a no más de siete y si fuera el caso y todas las demás reducidas a asociaciones políticas de estructura estilo oenegés y nada electoralistas y por lo tanto, robusteciendo las aspiraciones y apetencias de los ciudadanos de disponer de partidos y políticos de vocación electoral perfectamente estructurados moralmente y no la sarta abusiva de aparentes lideres políticos inorgánicos, ninguno incorruptible y todos, enriquecidos desproporcionadamente y quienes por sus actuaciones ilícitas e inmorales incentivan que toda la nación se convierta en una especie de Republica Corruptora a gran escala?

¿Se puede hablar de que tenemos unas instituciones tutelares militares y policiales y de seguridad, reconocidas como de respeto y de valer, cuando la mayoría de los jefes militares y policiales son los responsables directos y desde el 1996 hasta la fecha, del más endemoniado enriquecimiento ilícito y actuaciones de asociación de malhechores en el que las instituciones de uniforme se han involucrado y mucho peor, que en aquellos tiempos desgraciados del Consejo de Estado en el 1961, aprobando que la policía se convirtiera en una institución criminal y corrupta al amparo de un decreto-ley que la estableció como esa infame cantina policial compañía por acciones, que con sus ilícitos, estuvo a punto de llevar a la quiebra a todo el comercio de aquellos años y habiéndose convertido en un poder paralelo que ni el Poder Ejecutivo colegiado no tenía autoridad para reducirla a Derecho?

Solo con repasar los presupuestos que esta nación ha tenido y desde el mismo 1961 ya asesinado Trujillo y desaparecida la dictadura y parándonos en el 2020, rápidamente podemos descubrir, que los contribuyentes han experimentado un saqueo mayúsculo y de más de 300 mil millones de dólares y que es la razón del por qué, aquí solo avanzan y progresan los delincuentes de cuello blanco de la oligarquía y el alto comercio y el mundo financiero e igual la clase media alta y que es el fundamento, de que de cada cien dominicanos que han vivido del Estado desde el 1961 a la fecha, es decir, en los últimos 62 años, el noventa por ciento, sus fortunas y recursos tienen un origen absolutamente corruptor y de ahí que la riqueza está circunscrita a pocas manos y que el crecimiento económico solo lo experimentan los sectores y personas encuadrados dentro de la clase media alta y la oligarquía y peor con ese “enganche” abusivo de lavadores de activos, estafadores del Estado, narcotraficantes y lo más inmoral, hasta médicos comercializando con órganos humanos y desde la mayoría de hospitales y clínicas de toda la nación y como muestra de la amoralidad más abyecta.

¿Acaso no es correcto puntualizar, que con semejante entramado colectivo de delincuencia a gran escala y la mayoría de cuello blanco, las nuevas generaciones no quieran estudiar ni comportarse decentemente y sí solo robar o ser vendedores de drogas al menudeo o meterse en la prostitución como chicos y chicas acompañantes y tal como todos los días son testigos, de que en alguna parte o en toda la geografía nacional algo así sucede impunemente?

¿No es verdad que todas esas mafias y la grosera impunidad e inmunidad que les acompaña, es la razón fundamental de que nuestras Fuerzas Armadas y en gran mayoría y ni hablar de la Policía, se han convertido en los sorprendentes agentes delincuenciales con fuerza de poder y que son las razones de que nuestra frontera y por más logística que se le emplee o invierta en infraestructuras, nunca podrá ser tal y menos segura, cuando los mismos militares son los agentes patrocinadores de la trata de personas  y de los robos y secuestros continuos que allí se dan con el disfraz de oficiales de rangos subalternos y la tropa que les obedece y que en la medida que hacen dinero, no menos de un 30 por ciento debe ser llevado a los “de más arriba” y quienes nunca han estado en la frontera?

Desconocemos si quienes nos leen, en algún momento habrán sentido asco de su clase gobernante y como si lo tenemos nosotros, pero lo cierto es, que después que ayer conocimos de un grupo de militares delincuentes que han sido detenidos por pertenecer a una red de criminalidad organizada dedicada al tráfico de inmigrantes haitianos, de golpe hemos caído en cuenta, del por qué a esta nación no se la respeta en el plano internacional y desde Haití mucho menos.

Pero tampoco es que todos los casi once millones de dominicanos en el territorio nacional, seamos unos bandidos o delincuentes. NO. Aquí hay muchos ciudadanos y familias decentes, pero parecería que nos hemos acobardado y dejado que un fuerte grupo delincuencial haya secuestrado las instituciones y se hayan metido los gobiernos en sus bolsillos y sean parte de esa clase gobernante tan inmoral que ahora se tiene y la que solo patrocina y en una terrible asociación público-privada, a quienes siendo serviles no tienen educación y tampoco criterio y mucho menos integridad personal.

Y por eso la pregunta, ¿es que no hay forma de que todos nos sacudamos y hagamos lo imposible por imponer una revolución moral en la que lo mejor de nuestros ciudadanos, civiles, militares y policías, sean los que dirijan a la nación y no el grupete de bandidos de escritorios que la han corrompido y envilecido?

Las elecciones del 2024 y tanto las municipales como las congresionales y la presidencial, son una oportunidad extraordinaria para hacer que la República renazca y sin ese neocaudillismo a ultranza que desde la Oposición ahora quiere sacar cabeza y que amenaza con su propaganda falsa e indecente para manipular a las nuevas generaciones y terminar por encadenar en la corrupción mucho peor, a todo ese sector mediático que apertrechado en la concentración de medios en pocas manos, desde ahora empieza a dar muestras de su abierta disposición a envilecer más a los ciudadanos, manipulándoles sus sentidos y haciendo creer lo que no es y en base a esa corrupción mediática que no tiene precedentes y tampoco límites.

Mientras tanto, moralmente estamos perdiendo frente al Haití fallido y dominado por las mafias y pandillas y porque dentro de nosotros y tal vez dentro del gobierno, tampoco hay interés de que el actual estado de cosas realmente cambie. Pero algo tendrá que suceder y sea un terremoto que lo arrase todo o se presente una voluntad fuerte y sin ataduras que imponga la dictadura de la ley. Porque como estamos, ya es imposible seguir.

En definitiva, ¿se entiende porqué hablamos, de que el absurdo crecimiento de la partidocracia y la corrupción militar-policial, son el Talón de Aquiles que impide que nuestra autodefensa frente al Haití fallido pueda ser entendida como justamente moral? (DAG)