El alma imperial rusa

0
164

Desde que, en marzo de 1917, la Rusia zarista desapareció con el derrocamiento de Nicolás II, de la dinastía Romanov, que sería fusilado por los bolcheviques junto a toda su familia en Ekaterimburgo el año siguiente, el alma imperial nunca abandonó a la Rusia ya soviética. Por los acuerdos de Brest-Litovsk con Alemania, se retiraron de la Primera Guerra Mundial cediendo parte de su anterior territorio, y desde entonces la nostalgia imperial ha estado presente.

Así, Stalin no tuvo escrúpulo alguno en pactar con Hitler el 23 de agosto de 1939 el reparto de Polonia y las repúblicas bálticas, lo que le permitió a Hitler desencadenar la invasión de Polonia nueve días después, dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Conforme a lo pactado por sus Ministros Von Ribbentrop y Molotov, respectivamente, al llegar los ejércitos del Tercer Reich al límite territorial establecido, el ejército rojo invadió Polonia por su lado oriental el 17 de septiembre de 1939, haciendo lo propio con otros territorios de la zona. El pacto entre Hitler y Stalin estuvo en vigor mientras los nazis invadían por su frontera occidental a Francia, el Benelux, Dinamarca…, intentándolo con Gran Bretaña, hasta que sería violado por el primero el 22 de junio de 1941 con la operación Barbarroja, denominación de la invasión de la URSS.