El año en que Estados Unidos vive como en 2011

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El año va transcurriendo conforme a algunas pautas que recuerdan mucho lo que pasó en 2008, por la faceta de la crisis bancaria, y en 2011, por la correspondiente a la crisis fiscal y financiera que podría suponer que el Tesoro de EE UU incurriera en impago de su deuda pública por falta de recursos que no fueran el cobro de impuestos, ya que el cuantioso déficit presupuestario exige que se financie con nueva emisión de deuda. Pero esa nueva emisión está vedada mientras el Congreso y el presidente del país no lleguen a un acuerdo para poder superar los 31,4 billones (trillions) de dólares de deuda bruta que ya hay en circulación (la deuda neta es un 22% más baja, pues, por valor de 6,8 billones, está en la cartera de inversiones de diversos organismos públicos).

El paralelismo con 2008 no necesita explicación, pues, aunque ahora se trata de una crisis a cámara lenta, más parecida a la de las cajas de ahorros españolas que a la de los grandes bancos de inversión que quebraron entonces, la caída de entidades bancarias regionales provocará una contracción del crédito y un endurecimiento de las condiciones financieras del tipo de las que, normalmente, terminan en recesión económica.

El paralelismo con 2011 no es tan fácil de ver. Primero, porque a los no especialistas no les dice nada que se les recuerde que en aquellos momentos el Tesoro de EE UU estuvo a punto de impagar su deuda por primera vez en la historia; que la cosa se acercó tanto al borde del abismo que una agencia calificadora de la deuda, Standard & Poor’s, le quitó la AAA, y que las Bolsas temblaron en todo el mundo.

Claro que en España aquello pasó desa­percibido para el gran público: ¡bastante teníamos con la que estaba liada en las cajas de ahorros, con el recorte de gasto que se había visto obligado a hacer el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero el año anterior (mayo de 2010) y con que la opinión mayoritaria (no la mía, que lo negué siempre) temiera que España fuera expulsada de la eurozona.

Con esa perspectiva temerosa y con la prima de riesgo en 470 (camino de los 635 puntos básicos a los que llegó en 2012) a ver quién, que no estuviera actuando en los mercados financieros, se preocupaba de los problemas de EE UU (en España, hoy, esa prima de riesgo es de 110).

El caso es que el paralelismo de lo que está sucediendo en 2023 en Norteamérica con lo que pasó aquel año de 2011 es extraordinario. Si miramos a su Bolsa (medida por el índice S&P 500) a día de hoy acumula en el año exactamente la misma subida del 8% que en idéntica fecha de entonces. Además, coinciden en ambos años (y tras subidas espectaculares) bajadas del precio de las materias primas que, en lo que va de 2023, no difieren tampoco mucho en porcentaje. La más espectacular de todas es la del precio del gas natural en el mercado europeo, que ha caído de 350 a 35 euros. En otras materias primas no es tan grande la bajada y está por ver si el ciclo secular bajista iniciado en febrero de 2011 va a reproducirse ahora.

Para colmo de parecidos, en los cuatro primeros meses de 2011, y a pesar de la crisis del euro (cuando muchos confundían la caída de su cotización con el peligro de desaparición), el dólar se depreciaba frente a la moneda única europea. En paralelo con ello, el oro subía de precio. Pues bien, en la parte transcurrida de 2023, tanto la cotización del euro como el precio del oro está subiendo, también.

¿A dónde vamos a parar con esta comparación? ¿Quiere acaso decir que los acontecimientos de lo que queda del resto del año van a parecerse a los de entonces?

En los mercados financieros tiene todo el aspecto de que sí: con la amenaza de impago de la deuda de EE UU a solo un mes vista, es altamente probable que la Bolsa tenga una sonora bajada, comparable a la del -17% que tuvo en agosto de 2011.

Lo más probable también es que continúe, como entonces, la debilidad en el terreno de las materias primas, que ya acumulan caídas que empiezan a ser llamativas: desde sus máximos del año pasado, -31% para los metales industriales, -26% para las agrícolas y -44% para la energía.

También es altamente probable que continúe la subida del precio del oro, aunque para que la cotización del euro contra el dólar se pueda parecer en su movimiento relativo a lo que pasó en 2011 debería dar un vuelco la situación en los mercados de cambio de divisas. Es decir, tras haberse revalorizado el euro desde 0,95 a 1,11 dólares por euro en siete meses, debería empezar a caer de nuevo. Lo que llevaría a una situación que rara vez se ve: el precio de la onza de oro y la cotización de dólar subiendo a la vez.

EE UU muy inquieto y bordeando la recesión, como en 2011. Europa vive, en cambio, esta vez, con una guerra al lado, escuchando a la orquesta del Titanic. En España, Titanic aparte, el parecido con 2011 se limita al terreno político: entonces también hubo elecciones municipales, autonómicas y generales. En 18 días sabremos si hay algún atisbo de paralelismo. Por: Juan Ignacio Crespo [ Cinco Días]