Por la histeria que la prensa amarilla ha desatado con la reiterada profusión noticiosa de bandas juveniles y como método escapista para que los ciudadanos se olviden de los crímenes y actos brutales policiales en los cuarteles, se está creando una situación harto escabrosa. La de las compañías de guardianes privados compuestas por personal retirado de la policía y de la guardia y la mayoría, con las prácticas y mañas represivas totalitarias y anti-derechos humanos de los uniformados regulares.
El colmo es, que el Estado creó a través del gobierno de turno una superintendencia para supervisar a esas compañías y sus vigilantes y dándole las características de policía política represiva e increíblemente, con rangos militares y comportándose como si fueran parte de algún tipo de ejército privado.
De hecho, son unidades militarizadas al servicio del empresariado y de tutumpotes, que, conformados como agentes de espionaje, solo actúan cuando entienden que la delincuencia le afecta a quienes les pagan, pero no así para ayudar a la ciudadanía. También aquí se tiene un nicho irregular de bandas armadas que parecería que el Estado no controla. (OJO)