Si ya se conoce que en este país hay un promedio de 8 secuestros diarios y de los que apenas dos son resueltos, ¿no podría hablarse de que en este país hay una organización criminal compuesta por secuestradores, médicos, enfermeras y personal de apoyo secuestrando personas para luego vender sus órganos?
Y si esto es lo que realmente está sucediendo a propósito de que desde el exterior y por parte de dominicanos y estadounidenses de origen dominicano, se ha desatado una infame campaña propagandística de desprestigio contra la nación y por la ocurrencia de la desaparición de una joven turista estadounidense de origen hindú y de la que al momento de escribir este análisis político de Estado, las autoridades no han podido dar con su paradero y menos presentar unos resultados creíbles sobre lo que le ocurriera, ¿podría hablarse de que realmente tenemos un cuerpo de policía regular, investigadores y especialistas a los que se le pudiera tener confianza?
Por ejemplo, muchos de los miembros de la llamada policía turística, no son más que individuos siempre con uniformes ajustados de pura sexualidad, quienes siempre andan detrás de turistas -hombres y mujeres- de buen cuerpo y buenas billeteras y que es la razón por la que los hoteleros y todos, les dan trato especial y a sus jefes les proveen habitaciones sin costo alguno, en vez de cumplir con su deber de salvaguardar vidas y haciendas en los ámbitos turísticos en los que están asignados.
E igual lo otro, de esa policía tan corrupta y corruptora, cuyos miembros solo están atentos al “donde está lo mío”, mientras sus comandantes en los destacamentos tienen el poder discrecional de decidir cuando les llega una queja, nota o denuncia de desaparición de personas y despacharlas de acuerdo con su “criterio de oportunidad” para que nadie les moleste o “de oportunidad” para ganarse unos pesos extras.
Es decir, el Estado Dominicano es uno tan infuncional, que organismos como la policía son un absoluto desastre y junto a esta, el ministerio público y desde la procuraduría general de la República y los demás órganos represivos del estado delincuente en el que vivimos quienes habitamos en el territorio nacional y cuyo presidente Luis Abinader, más parece un desastre como tal y al extremo, de que con sus dos gobiernos la nación ha sido degradada moral e institucionalmente y a un extremo, que absolutamente ningún dominicano espera nada bueno de este.
En este sentido fue un verdadero bochorno nacional comprobar, como en su última rueda de prensa, Abinader mintió descaradamente y demostró que no es un ejecutivo debidamente informado, cuando se le preguntó respecto a la ola de secuestros que se han incrementado año a año y desde que llegó al poder en agosto de 2020.
Y es que en lo único que el gobierno también del PRM se muestra diestro, es en lo relativo a blindar la corrupción para favorecer sus asociados y a sus correligionarios de partidos metidos en el cartel de esa partidocracia que lleva más de 40 años corridos carcomiendo los cimientos morales de la República y haciéndola su víctima favorita en materia de robo, saqueo de los bienes públicos y privados y degeneración moral de una gran parte de la ciudadanía.
Por todo lo que ocurre, nadie entiende el por qué y si tenemos una institución policial tan ineficaz como desacreditada y con un ministerio de Interior y Policía convertido en un verdadero desastre institucional, Abinader no ha autorizado que su congreso nacional de legisladores corruptos en gran mayoría, no hubiese aprobado solicitarle al gobierno estadounidense, que ya que en este país siempre hay un mínimo de un millón de ciudadanos estadounidenses, unos, como residentes y retirados y otros, como turistas, se designe una estación policial del FBI para proteger a esos ciudadanos y para que dicho sea de paso, auxilie o asesore a la desacreditada policía que nos gastamos.
Todavía más, increíblemente, han sido dos periodistas investigadores del sector independiente de la comunicación, uno de apellido Brito y el otro, Tolentino, quienes y para vergüenza de ese periodismo tan mediocre en los medios de comunicación pertenecientes a la concentración de medios en pocas manos, o sea, los medios tradicionales, quienes por sí mismos y como investigadores de ocasión, han podido delinear el retrato robot de los secuestros a gran escala, que como nunca y desde que Abinader y el PRM llegaron al poder están afectando a cientos de familias y las que ahora mismo, tienen no menos de dos mil casos de desapariciones de alguno de sus miembros.
La pregunta entonces y sobre el por qué esto está ocurriendo y para nosotros, solo tiene una sola, dura y criptica respuesta: Que los delincuentes que secuestran adultos y niños, son parte de un entramado delincuencial hasta ahora desconocido, pero sí compuesto por médicos, enfermeros, personal de apoyo dedicados al tráfico de órganos humanos, que han logrado imponerse y en base a disponer de determinados especialistas de “apellidos sonoros” que los respaldan y a quienes por su supuesto “prestigio social”, las autoridades son incapaces de investigarles y ni siquiera por simple sospecha.
Solo así es que se razone, que haya esta estructura criminal hasta ahora clandestina, por la que en estos momentos hay cerca de dos mil desaparecidos o potenciales secuestrados, que tienen menos de dos años o pocos meses de haber desaparecido y absolutamente nadie da con sus paraderos y negándose la policía a reconocer esta penosa realidad. He ahí el caso de la última desaparecida, una agraciada joven de apellidos Liriano Bonilla y el pasado domingo y cuyo domicilio está en el kilómetro 8 y medio de la carretera Sánchez de la capital nacional.
Mientras tanto, los hipócritas y perversos de siempre y encabezados por lideres sociales, cívicos y religiosos y como el pastor Ezequiel Molina, lo único que se les ocurre, es llamarles la atención a los medios independientes y por lo que llaman “titulares negativos para el turismo del país” y que hay que cuidar lo que llaman “la imagen de la República”, pero para nada critican o condenan la ola de secuestros que está afectando en carne viva a las familias.
Por eso, cuando en un país la vida humana no vale nada y a los que mandan no les importa, lo que se observa y con pena, es ver como el mismo país y su gente y por cobardía no quiere defenderse frente a los que le explotan desde el empresariado, el gobierno o la delincuencia organizada. ¡Pobre nación!
¿Tenemos o no razón cuando preguntamos sobre, la ola de secuestros? Y preguntamos a más, ¿y qué cata de presidente es que tenemos que miente pública y descaradamente, mientras su policía demuestra una incapacidad e incompetencia absolutas? Con Dios. (DAG) 12.03.2025.