50 años atrás, el país político fue estremecido por el asesinato del periodista y agente político de izquierda y responsable de la sección militar del Partido Comunista Dominicano (PCD) en tiempos de la Guerra Fría, Orlando Martínez y que en este país significó asesinatos constantes de militares y policías y después entre los mismos grupos facciosos comunistas de choque y siempre por rivalidades internas.
Elevado al altar de los supuestos inmortales de los fracasados izquierdistas y comunistas de la época y gracias a su cobertura como periodista, empleado director de un medio semanal y redactor de una columna de opinión escrita a dos manos con la dirigencia del PCD, fue llevado al nivel de “inmortalidad mediática” con lo que sus fracasados compañeros de partido escondían sus frustraciones y crímenes.
En términos generales, fue un periodista mediocre, al que una parte de la prensa de la época adoptó como su mártir, cuando en realidad, siempre fue un agente comunista subversivo y un analista de tan poco cálculo, que siempre creyó que el PCD le respaldaría, cometiendo el obtuso error de creerse en capacidad de enfrentar y como enemigo político directo, al presidente Joaquín Balaguer y en un tiempo, que la Guerra Fría no permitía posiciones equívocas.
Aun así, el gobierno trataba de no enfrentarle y mucho menos tenerlo como enemigo. Precisamente, quien escribe fue quien le presentó al presidente Balaguer en un acto de Palacio y de lo que Martínez testimonió en una de sus columnas de análisis y luego recogida en formato de libro.
Su lamentable muerte hay que achacarla al radicalismo político y social de aquel entonces y por manos de un militar fanático de tercer nivel del gobierno balaguerista y quien respondía al círculo de generales anticomunistas que controlaban parte de las herramientas del poder.
Era una persona decente y cautelosamente sociable, pero fue cándido y por eso, otros entendemos, que en realidad, la mano ejecutora de su muerte está en el PCD y por lo que sus lacayos emocionales mediáticos se atreven a describirlo como si realmente hubiese sido “el más grande periodista” de la época y lo que rotundamente no fue así, pero el PCD siempre quiso ocultar que los crímenes que se le achacaban al régimen, en realidad eran provocados por ese partido y sus sicarios mata guardias y policías y que fuera la razón de la lucha tan despiada entre militares y comunistas y de ahí que la muerte de Martínez le sirvió de pretexto.
Orlando ya está muerto, merece descanso y respeto a su memoria, pero no, que todavía se insista en achacarle su muerte al gobierno, cuando el origen de la orgía de sangre, la inició y la tuvo su partido y de lo que ahora su “memoria histórica” a nivel mediático, le sirve e inútilmente, para tratar de resurgir, mientras el agente comunista a cargo del PCD como cabeza mayor intelectual, se exhibe impúdicamente como comentarista de ocasión en un programa televisivo y sin nunca haber respondido a sus responsabilidades de sangre. (DAG-OJO)